Capítulo 39

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UN CORAZÓN
|Sara Stone|

No todo siempre sería bueno para mi y eso lo sabía de sobra. Pero ¿por qué siempre que me pasaba algo bueno, algo malo venía después?  Tal vez porque no lo hacía de la manera correcta. Quizá fuese esa la respuesta.

Sabía que no había hecho bien en entregarme a él, en realidad había sido una pésima idea. ¡Una locura! Y el hecho de que me sintiera sumamente feliz en sus brazos pareciera no ser suficiente después de todo.
 
La culpa me carcomía.

En primera, se que le había prometido a la señorita Amelia que haría cualquier cosa para evitar que su ruptura fuese definitiva y tal pareciera que hice todo lo contrario para no cumplir con mi palabra.

Tener sexo con él parecía no ser una razón suficiente para persuadirlo, pensé.

Si el señor Leonardo tenía a una mujer por la cual rompió su compromiso, nada de lo que yo hiciera lo resolvería. A menos... Que esa mujer fuese yo.

Vaya tonterías. ¡Ja!

Bueno, como ya había dicho con anterioridad: Soy un karma instantáneo.  Y la prueba de ello fue que justo el día más importante para la empresa, los documentos para la junta hayan desaparecido. Y debía decir que fui más idiota por no hacer un respaldo. Lo tenía todo en la memoria, pero el unir cada documento nuevamente tomaría horas. Horas de las que yo no disponía.

Habían pasado tres días desde aquel día y no había podido parar de llorar por mi falta de competitividad. Me sentía tan estúpida.

«Sara, la chica desastre», definitivamente iba a tatuarme eso en la frente o... ¿En el trasero? Ah, ya todo daba igual.

— Bueno, esta vez duraste más de un mes — dijo Julieta que se miraba divertida.

Si, estaba triste, pero tenía que desayunar y para mi desgracia ella vivía conmigo.

— Julieta... — estaba a punto de responderle cuando mi celular sonó.

Recibí una llamada de Carmen, la secretaria de la señorita Amelia y me dijo que el señor Leonardo pidió que me presentara a trabajar obligatoriamente. Me daba miedo verlo y no me sentía capaz de mirarlo siquiera a los ojos, pero tampoco podía seguir huyendo. Necesitaba enfrentarlo, así fuese por última vez.

Me puse toda histérica bajo la atenta mirada de mi hermana y sobrina. Corrí directo a mi habitación y busqué en mi armario para sacar el habitual atuendo que me caracterizaba y me lo puse con una velocidad sorprendente.

— ¿No vas a ducharte? — preguntó Julieta, cuando yo iba de salida.

— ¿Luzco muy mal?

— Apestas.

—¡Mierda!

Regresé a mi alcoba para ducharme y volver a ponerme mi atuendo que esta vez decidí combinar con unos tacones más altos. Si era mi último día, debía despedirme a lo grande. O algo. A eso del medio día llegué a la empresa y cuando pise por mi lugar de trabajo, Esteban estaba ahí.

— Sara, ¿donde carajos has estado? — me cuestionó y en un movimiento inesperado, me abrazó. — No contestas mis llamadas y Leonardo no ha querido darme una razón de tu paradero.

— ¿No te enteraste? —  pregunté envuelta en sus brazos. De alguna manera aquel abrazo me confortaba.

— No creo haya sido tu culpa — dijo apretándome más contra su pecho. — Leonardo fue un idiota por dudar de ti. De cualquier forma esa no era razón suficiente para desaparecer de ese modo. ¡Qué me he preocupado por ti!

LA CHICA DESASTRE ©° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora