Capítulo 62

18.3K 1.5K 330
                                    

COMPROMISO
|Leonardo Pereira|

 
¿Qué si estaba decepcionado? Sí, un poco. Pues vaya, esa forma de reaccionar no era la que yo esperaba. Me quitó de encima suyo y se levantó a toda prisa de la cama. Comenzó a caminar de un lado a otro aturdida y entonces comenzó a alterarse.

—Sara, respira... — dije al ver que lo estaba haciendo mal.

Comenzó a manifestar sus ataques de hipo que intentaba parar con desesperación. Susurraba cosas por lo bajo que me resultaban imposibles descifrar.

— Es muy pronto...— murmuró entre titubeos. — Apenas nos hicimos novios... Lo cual no tiene sentido puesto que ya vamos a tener un hijo.

—Nena, escúchame...

— Leo — se quedo quieta y entonces me miró a los ojos — Todavía es muy pronto.

—Lo sé — respondí pacientemente — Se qué es pronto.

— Ah, ¿qué debo hacer? — farfulló.

Me levanté y caminé hasta ella. Acuné su rostro con ambas manos y la obligué a mirarme directamente a los ojos.

— Escúchame, Sara. Así pase un día o diez años — dije firmemente —, se que tu eres la mujer con la que yo quiero pasar el resto de mi vida.

Por fin conseguí que se tranquilizara un poco, o algo. Eso ya era un avance.

—Yo también se que quiero estar contigo siempre — respondió colocando sus manos sobre las mías —, pero no quiero que nos precipitemos.

— Sara, cásate conmigo — repetí — No de inmediato, pero si quiero que lo tengas en mente.

—Solo quiero esperar el momento adecuado, Leo... Pero claro que quiero casarme contigo.

—Pues te lo estaré pidiendo hasta que digas que si. — dije decidido.

Ambos sonreímos y no pude aguantar las ganas de besarla.

— Hay algo importante que debo decirte.— proseguí.

— Vale, hace un momento se te ha caído la toalla y es que así yo no puedo concentrarme —dijo mirándome muy fijamente en un punto en específico — Sugiero te vistas o haremos de todo menos hablar.

— Tentador... —susurré coqueto — Creo tomaré esa oferta esta noche.

Agarré la ropa que pasé a recoger a mi departamento y me vestí con rapidez bajo su atenta mirada.

—¿Te he dicho que tienes un trasero de infarto? — comentó.

— Si, lo has hecho. No directamente, porqué creo solamente lo estabas pensando.

—¿Qué? ¡Ay, Dios! — se cubrió la cara apenada — ¡Pero que vergüenza!

—Si supieras todo lo que he escuchado...

— ¡Cállate!— me arrojó una almohada que fue directo a mis pies — No me avergüences más.

—Solo no pienses en voz alta — respondí divertido.

Nos sentamos sobre el sofá para mantenernos un poco cuerdos y le expliqué todo sobre la empresa y mi renuncia a ella.

—¿Por qué has hecho eso? —gritó molesta — Pudo haber otra forma.

—La empresa ya no estaba funcionando y no podía permitir que todas esas personas se quedaran sin empleo.

— La empresa lo era todo para ti. — susurró cargada de tristeza. — No puedo creer que lo hayas hecho.

LA CHICA DESASTRE ©° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora