No quería hacerte daño- Lee Hyunjae

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No sabías que un día como este llegaría. El día en el que te dejaría de hablar y cortara todo tipo de comunicación contigo.

Recorres el departamento mientras sientes un vacío descorazonador. Tus cosas siguen ahí, pero las de Hyunjae ya no están. Sin embargo, su olor parece no remitir.

Entras en cada habitación, en contra de los consejos de tus amigos, intentando encontrar algo a lo que aferrarte. Un recuerdo, un pequeño resquicio del amor que alguna vez fue tan grande.

La primera habitación a la que accedes es la cocina; te acercas al fregadero y recuerdas la primera noche que pasasteis juntos; el día que lo invitaste a cenar. Ramen fue el plato elegido, y mientras hervía el caldo en la olla, se te acercó por detrás y apoyó su cabeza en tu hombro mientras te abrazaba. No hace falta describir la sensación de cobijo y protección que te inundaba en ese momento; el corazón a punto de salir de tu pecho y las mejillas cada vez más enrojecidas.

Respiras e intentas mantener la calma. El duelo es muy duro, pero no derramas lágrimas.

Sigues paseando hasta que llegas al salón. El gran sofá rojo que alguna vez fue el lugar más cómodo del mundo, yace vacío en el centro de la habitación. En ese mismo sofá conociste al que sería el amor de tu vida. ¿Quién iba a decir que el chico al que invitaron tus mejores amigos, el que tenía una mirada penetrante, iba a ser un hombre tan dulce?

Imágenes de ese día aparecen en tu cabeza. Recuerdas haberte enfadado mucho porque tenías pensado en compartir la pizza y el helado que compraste, solamente con Juyeon y Younghoon, pero aparecieron con otra persona alegando que no podían dejarlo solo después de que hubiera terminado una relación. No podías decirles que no, además, el chico nuevo, aunque pareciera no muy amistoso al principio, tenía algo que hacía que confiaras inmediatamente en él.

Sonríes al rememorar ese momento y entras al baño. Allí, el olor de su perfume es aún más intenso. Las duchas que habíais compartido, las numerosas segundas y terceras veces. Los momentos graciosos, en los que Hyunjae se admiraba en el espejo y tú le bajabas los humos diciendo que no era más guapo que Younghoon o Juyeon; a lo que él respondía que tú nunca serías la persona bonita de la pareja; seguido de tus pucheros y su "pero sí eres lo más bonito de mi vida".

Comienzas a sentir que ya no puedes retener las lágrimas que amenazan con caer por milésima vez en estos días.

Recibes una llamada. Es Younghoon:

-¿Estás bien?- pregunta al notar tu voz congestionada.

-Estoy lo mejor que podría estar...

-¿Sabes que nunca dejó de amarte, verdad? No tienes la culpa de nada. Eres una persona maravillosa, y me lo dijo desde el primer día. No te atormentes más.

-Younghoon, ¿por qué no me dejas pasar esto? Ya saldré de ello.

-Solo me preocupo por ti.

Cortas la llamada porque ya no puedes aguantar más.

Corres hasta la habitación y te ocultas bajo las sábanas mientras dejas salir todas las emociones que parecían ahogarte sin piedad.

Quieres entender por qué te tocó a ti. Por qué no te advirtió que llegaría el día en el que tendría que casarse con la persona que sus padres habían elegido para él.

"No quería hacerte daño" Fue lo último que oíste de su parte.

"Ya es tarde" susurraste, mientras dejabas que el agotamiento consiguiera que te durmieras en esa cama, en la que hace un tiempo no tenía cabida la soledad y mucho menos el desamor.

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