Heridas del corazón- Sohn Eric

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Si alguien te preguntaba si había una persona especial para ti, la respuesta era clara.

Eric se había convertido en tu apoyo incondicional desde que llegaste a Corea. Te ayudó a conseguir un trabajo y era tu traductor cada vez que lo necesitabas.

Conociéndolo tan bien, no te sorprende que él fuera el que se te acercara primero entonces.

Te vio en la tienda de conveniencia mirando con mucha confusión la gran variedad de tipos de ramen instantáneo que había.

Está de más decir que habló por, al menos, unos 30 minutos sobre cuál era su favorito para cada ocasión sin dejar ninguno fuera.

Tan bien lo conocías, que te empezaste a dar cuenta del cambio en su comportamiento. Te diste cuenta cómo se ponía un poco nervioso al hablar contigo, cómo te apartaba la mirada cuando bromeabas con él, y lo protectivo que se ponía cuando alguien intentaba coquetear contigo. Aún más, cuando mencionabas al chico que te gustaba, que no era ni más ni menos que Juyeon, su compañero de trabajo y, mejor amigo.

Pese al dolor que te producía no poder corresponder sus sentimientos en totalidad (no te podías engañar, Eric era la persona que siempre habías buscado. El cariño que le tenías era enorme, pero no podías hacer caso omiso a tu corazón), sabías que era mejor la sinceridad. Por lo que, sin intención de hacerle daño, cuando las cosas comenzaron a funcionar con Juyeon, Eric fue el primero en saberlo.

-Entonces, ¿Este sábado es vuestra primera cita?- Eric preguntó intentando disimular su decepción.

-Sí. Por cierto, ¿Qué tal se viene tu fin de semana?- le preguntaste para intentar cambiar de tema.

-Lo de siempre, iré a jugar a los bolos con Félix- dijo Eric, distraído.

-A ver si algún día me puedo unir- bromeaste intentando aliviar la tensión.

-Ya veremos- intentó seguir con la broma; la tristeza presente en su voz y en su sonrisa. La que antes era tan genuina.

Llevabas días sin saber de Eric. Pensaste que podía estar ocupado por el trabajo. Por eso, a primera hora del sábado, decidiste llamarlo, pero no hubo respuesta.

Unos 40 minutos más tarde, llega un mensaje:

No era mi intención desaparecer así, lo siento, pero tampoco puedo hablar contigo sin hacerme daño a mí mismo. Puede que no te hayas dado cuenta, y tampoco es tu culpa, pero se me hace muy difícil que sigamos siendo amigos y fingir que no pasa nada. Me gustas, desde el primer momento. Soy un cobarde por decírtelo por mensaje, aunque ya sabes que soy muy torpe con las palabras, y lo más probable es que hubiera llorado mientras te lo decía, al igual que lo hago ahora mientras lo escribo. En fin, quiero que seas feliz. Sólo necesito tiempo. No me odies por esto, y no te confundas. Juyeon es la mejor persona que puede existir para ti. Incluso, si no lo intentaras con él, me iría yo con él. A menos que lo quisieras intentar conmigo, pero no es así, ¿Verdad?. No me respondas, es muy obvio. Disfruta tu tiempo sin mí, volveré después de un tiempo, y más guapo que nunca, aunque no sé si eso es posible. No sufras, que sé que te haré falta. Es lo mejor para los dos.

Y vaya que tenía razón, los dos meses que pasaron después te seguía haciendo mucha falta. Pero las heridas del corazón son las que más tardan en sanar.

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