Amanecer
Mis cuerpo duele, en especial mis piernas, el frío choca contra mi piel desnuda haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo, intento moverme para cubrir mi cuerpo, pero el brazo de Daren me lo impide, volteo a verlo, sus ojos están cerrados y su abdomen está descubierto dejándome apreciar cada parte de él.
— Buenos días — esbozo una sonrisa
— Voy a tomar un baño, tengo una reunión a las doce.
Se pone de pie dejando de lado la sabana dejando a la vista todo su cuerpo, avanza hasta el baño, me pongo de pie y busco mi ropa para poder irme.
Visualizo todo el lugar, una habitación completamente blanca con decoraciones en tonos grises, largas cortinas que cubren los ventanales con una perfecta vista de la ciudad, me cubro con las sábanas y descubro la ventana para poder apreciar cada parte de la vista.
— Me puse a pensar — se coloca atrás mía mientras sus manos repasan mi cuerpo — Que podemos bañarnos juntos, pero creo que prefieres la vista
— Ya tengo que irme — digo tartamudeando al sentir como mi piel comienza a quemar por su tacto
— Podría llevarte a tu casa y luego al trabajo — susurra a mi oído mientras junta cada vez más su cuerpo dejando caer la sabana — O si prefieres intentarlo una vez más.
Su mano se adentra en mis piernas haciendo que suelte un gemido y mis pechos choquen contra el vidrio, comienza a mover en círculos sus dedos haciendo que mis piernas pierdan fuerza y caiga sobre su pecho, recuesto mi cabeza sobre su hombro mientras sus movimiento se intensifican, su otra mano juega con mis pechos haciendo que termine en cuestión de minutos.
Me toma entre sus brazos hasta llevarme al baño en donde tomamos una ducha rápida, salimos a la habitación en donde nos vestimos y le coloco con delicadeza la corbata.
— ¿Qué hora es? — pregunto mientras me coloco los zapatos
— Las diez.
— Demonios, tengo que ir directamente a mi trabajo, no me da tiempo de ir a casa.
— No hay problema, hay muchas tiendas cerca de aquí, compramos algo y nos vamos.
Toma mi mano y salimos de la habitación pasamos por la sala la cual mantiene los tonos grises junto a los grandes ventanales, tomamos el ascensor.
— Señorita Russo — me abre la puerta con una sonrisa en el rostro
— Gracias señor Lambert — entro a la camioneta negra
Él se sienta en el lugar del piloto y conduce hasta una tienda la cual está cerca del edificio en donde trabajo, bajamos del auto y entramos a la tienda la cual está completamente iluminada, con varias personas comprando.
— Solo compro un vestido y nos vamos.
— Y unos zapatos — murmura — Ayer dijiste que te dolían los pies con los zapatos.
— Y zapatos — ruedo los ojos
Busco un par de zapatos cómodos y tomo un vestido color azul el cual no es muy formal junto a ropa interior, los precios del lugar son exorbitantes, tanto que me preocupa como pagare todo, me acerco al mostrador para poder pagar, pero Daren interviene.
— Yo pago, después de todo fue mi culpa que no llegaras a casa — sonríe
— No tienes que hacer eso.
— Pero quiero hacerlo.
— Gracias sonrío — él lleva las bolsas al auto y me abre la puerta para poder entrar.
— Deberías cambiarte de una vez.
Ruedo los ojos y me paso al asiento trasero para poder vestirme, busco entre las bolsas e intento hacerlo lo más rápido posible, aunque mi rostro se torna rojo.
— ¿Ya llegamos?
— Así es — estaciona el auto y baja
Guardo mis cosas en las bolsas y paso mis dedos por mi cabello para poder peinarme, el viento levanta levemente mi vestido, pero Daren me ayuda a que no suceda.
— ¿Piensas entrar? — cuestiono al ver que camina conmigo
— ¿Acaso no quieres qué te acompañe? Debo asegurarme que es un lugar seguro de trabajo.
— Claro que si señor Lambert — coloco mis manos en su saco — Pero tiene una reunión a las doce.
— Y falta una hora, además yo soy el jefe — dice con una sonrisa
Toma mi mano y caminamos dentro del edificio para tomar el ascensor el cual está vacío, Daren me acorrala en una esquina, baja sus manos a mi cadera y sus labios chocan contra los míos, lo beso de manera voraz y juego con su corbata, sus manos repasan mi cuerpo haciendo que mi corazón se acelere con cada movimiento.
— ¿Te quedas en mi casa hoy? — susurro contra sus labios
— Pero yo elijo el lugar a donde vayamos a comer — vuelve a devorar mis labios
— Acepto — doy leves besos en sus labios antes de separarnos — Estas muy despeinado.
Me pongo de puntillas para poder alcanzar su cabeza y peinar su cabello mientras el sujeta mi trasero.
— Tú eres la culpable de despinarme.
— Por eso lo arreglo — sonrío y me alejo de él al escuchar las puertas del ascensor abrirse
Salimos juntos hasta donde está mi escritorio y antes de poder acercarme más el grito de Mark hace que de un salto y junte mis dientes.
— Russo, recoge tus cosas — se acerca a mi
— ¿Por qué? — digo confundida, él levanta la vista y observa a Daren haciendo que comience a tartamudear
— Porque... te daré una oficina — aclara su garganta — Un gustó señor Lambert, soy Mark Danser.
— Un gustó — estrecha su mano — Me alegra escuchar sobre el ascenso de Anne.
— Es una de las mejores escritoras — dice entre dientes
Daren levanta mi quijada y me da un beso rápido haciendo que me quede estática por un instante.
— Nos vemos en la noche Anne.
— Nos... no vemos — tartamudeo
Comienza a caminar hacia el ascensor captando la atención de todas las personas que se encuentran en los escritorios trabajando.
— Tenemos que hablar — dice Mark
— ¿Qué sucede?
— A mi oficina — camina hasta la oficina y cierra la puerta indicando que tome asiento
— Me diste un plazo de tres meses y ya tengo un adelanto si...
— Anne, en la oficina hay cámaras de seguridad y ayer captaron un video algo comprometedor, tuyo y del señor Lambert.
Mi corazón se detiene al escuchar sus palabras junto a las imágenes de anoche, mi respiración se corta y mis manos comienzan a temblar.
— De verdad, pido una disculpa, entendería si...
— No voy a despedirte Anne, solo encárgate de eliminar eso — señala la computadora — Y quiero ese adelanto para publicarlo mañana.
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Nueva York
Teen FictionUna lavandería, una equivocación y una oportunidad. Todo sucede en Nueva York, Daren y Anne dos polos opuestos que siempre saben donde encontrarse. Un empresario y una escritora, no tenían razón para toparse en un lugar como la gran manzana, pero lo...