Navidad de Coles - Parte 2

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Carol dio un paso al frente para ponerse hombro con hombro con ella y la miró con una sonrisa. La miró hasta que Paula la sintió y giró la cabeza hacia ella. La rubia suspiró aliviada. Pensaba que negarle ese beso iba a llevarlas a una nueva discusión, al mal rollo, a un distanciamiento. Pero ver que Carol la miraba y sonreía como siempre la llenó de tranquilidad. Le cogió la mano, entrelazando sus dedos y volvió a dirigir su atención a su cuñado que estaba haciendo un solo de saxo realmente impresionante. Carol miró sus manos unidas y pensó que sabiendo que al llegar a casa se la comería a besos, podía esperar lo que hiciera falta.

La que parecía que no podía esperar era Paula. Estiró de Carol y la llevó lejos de la multitud. Tiraba de la morena con el brazo estirado y la otra sin entender se dejaba llevar. Ni siquiera le preguntó dónde iban porque le daba igual.

En cuanto salieron del parking de tierra que hacía de pista para el escenario, Paula comenzó a mirar a un lado y a otro como buscando algo. Comenzó a caminar hacia la derecha, aún tirando de Carol, aunque después de unos pasos se arrepintió y dio media vuelta para dirigirse al lado contrario.

-¿Dónde quieres ir? - preguntó Carol frenando el paso.

-No sé... - la rubia seguía mirando a un lado y a otro. - Un callejón, un descampado, unos lavabos, un coche... me da igual - el tono de Paula era ronco y desesperado.

Carol sonrió ante las perspectivas de lo que Paula quería hacer en alguno de esos lugares que había mencionado. Su mente empezó a pensar en las posibilidades que tenían cerca de allí pero no había muchas.

-Joder, las llaves del coche las tiene mi padre. - Maldijo Paula comprobando otra vez sus bolsillos.

-¡Ya sé! La oficina de turismo. - Dijo Carol señalando la casa roja de la esquina al final de la calle.

-Amor, son casi las tres, va a estar cerrada... Además... dudo que tuvieran un tríptico en plan "Los 5 mejores lugares para follar en Camarles" - Paula hizo un semicírculo en el aire con la mano abierta para dar énfasis a su título.

Carol se hubiera reído pero en ese momento le dio igual el chiste, estaba más pendiente de otra cosa.

-Que no idiota, vamos. - Y esa vez fue Carol quien tiró de Paula.

Cuando giraron la esquina Paula intuyó lo que se le había ocurrido a Carol. La entrada de la oficina tenía una especie de antesala. Un arco de piedra daba paso a una zona abierta pero techada, a esas horas de la madrugada estaba completamente oscuro y alrededor solo estaban las vías del tren y una zona de picnic con árboles que daban aún más intimidad.

A Paula le brillaron tanto los ojos de la alegría que creyó que se podían ver en la oscuridad como los de un gato. En cuanto atravesaron el arco, Paula empujó a Carol al rincón más alejado y se lanzó a besarle y lamerle el cuello como si quisiera borrarle todas las pecas con la lengua.

Carol se dejó hacer unos segundos pero pronto le cogió la cabeza con ambas manos y la apartó de su cuello para ponerse cara a cara y mirarla a los ojos. El lugar estaba demasiado oscuro pero no necesitaron la luz, conocía sus rostros a la perfección. Se los habían aprendido de memoria a base de admirarse profundamente. Fue casi como si se vieran, al menos el efecto de sus miradas fue el mismo, sus ojos se llamaron y sus labios se atrajeron con fuerza hasta unirse en un beso que no hubieran podido darse delante de sus padres.

El deseo de Paula la hacía arder casi literal, estaba caliente en todos los sentidos. Y Carol no se quedaba atrás, movía sus manos de su espalda al culo, del culo a los pechos, de los pechos a la cara, de la cara a la nuca y vuelta a empezar. Frenética, quería tocarla entera pero le sobraban varias capas de ropa.Tiraron los abrigos al suelo sin separar sus bocas más que para coger aire.

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