Huerto de Coles

1K 65 6
                                    


Madrid volvía poco a poco a la normalidad después de sufrir la mayor nevada en años. El 9 de enero llegaba Filomena, una borrasca que paralizaría la ciudad durante días. Aquel temporal tuvo muchas consecuencias, aunque algunas fueron graves, muchas se redujeron a redes sociales inundadas de fotos y vídeos divertidos envueltos en paisajes nevados.

El piso de Carol y Paula amanecía iluminado mayormente por los rayos del sol que entraban por las ventanas abiertas del balcón. En el dormitorio, sonaba el móvil de Carol por tercera vez esa mañana. Decidió apagar la alarma por fin y levantarse ya. Con los ojos cerrados estiró el brazo para darle un abrazo de buenos días a su novia. Se sorprendió al no llegar a tocarla y abrió los ojos para descubrir que estaba sola en la cama. En ese momento prestó atención a los ruidos que parecían llegar desde la cocina. Se desperezó con dificultad y se levantó para seguir el sonido hasta su rubia. Estaba en la cocina de espaldas a la puerta así que, antes de hablar, dio dos golpecitos en el marco.

-Buenos días, cariño. - Su voz salió más ronca de lo que esperaba.

-Buenos días. Amor, mira, estoy preparado un café y un termo de té para llevarte. Aquí hay tostadas también. ¿Te da tiempo a desayunar? - Miró el reloj de la cocina. - Bueno si te duchas rápido mientras yo acabo sí que te da tiempo.

Carol asentía mientras se acercaba a ella a paso lento. En cuanto acabó de hablar le dio un beso de buenos días. - Veo que estás más nerviosa que ayer. ¿Has dormido algo?

-Cero unidades de horas, pero bueno... - Levantó los hombros. - Al menos te he podido preparar esto para que te lleves al trabajo hoy. - Le señaló el termo, un sándwich en una bolsa de papel y un tupper con fruta cortada. - Vete a duchar, va. Yo mientras acabo el desayuno.

Carol no se entretuvo en la ducha porque, ya que Paula había tenido el detalle con ella, quería poder disfrutar del desayuno tranquilamente. Salió de la habitación vestida pero con el pelo envuelto en una toalla.

En la mesa, Paula ya había puesto las dos tazas, algunas tostadas con mantequilla y mermelada y dos vasos de zumo de naranja. Sin olvidar el jarrón con dos tulipanes azules.

-Joder, me encantaría quedarme contigo hoy. Más viéndote así nerviosita que estás monísima. - Dijo Carol y se rió mordiendo la tostada.

-Qué bonito... divirtiéndote a mi costa... No te equivoques, nerviosita mis cojones, lo que estoy es cagada, atacada, tan histérica que no sé cómo voy a aguantar...

-Cariño, por favor... no me divierto a tu costa pero es que no te tienes que preocupar. Lo que tenga que ser, será, ni más ni menos.

-Ya, si tienes razón. Aguanté esta semana, puedo aguantar unas horas más... - Lo dijo sin estar muy convencida y Carol se levantó de su silla para besarla.

-Van a decir tu nombre, estoy segura. - Susurró y le dejó un beso en la nariz. - Pero si no lo dicen... no se acaba el mundo. Todas las personas que creemos que te lo mereces por tu talento increíble, lo seguiremos creyendo te nominen o no.

Paula sonrió y, aunque seguía nerviosa, aquellas palabras y esa forma de decirlo, esa manera de mirarla... deshizo un poco el nudo en su estómago. Se había alegrado de estar sola esa mañana porque no quería estar con nadie a quien pudiera ver decepcionado si no la nombraban. Pero por otro lado, sabía que pasara lo que pasara, iba a necesitar un abrazo de consuelo o felicitación.

Acabaron el desayuno y Carol se fue a acabar de secarse el pelo. Paula la siguió en silencio como un perrito faldero y estuvo observándola hasta que la morena se peinó con una coleta. Mientras Carol se preparaba le explicó que les tocaba un rodaje largo y encima con la nieve todo se alargaba más. Paula se limitó a asentir mientras la miraba a través del espejo.

Juego de colesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora