Tormenta de Coles

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Un relámpago atravesó el cielo negro dejándolo resquebrajado por un segundo. Esa línea blanca con ramificaciones iluminó la cabaña y la naturaleza que había alrededor. Dos segundos después de que todo volviera a la penumbra se oyó el trueno estridente, indicando que el rayo no estaba lejos. La lluvia era densa, las gotas golpeaban el tejado con fuerza. El grupo de amigos en el salón miraban por la ventana cerrada con rostros preocupados. Tenían tres lámparas de pilas y algunas velas, aunque estaban encendidas no iluminaban demasiado.

-Joder, de repente parece que se acaba el mundo. - Dijo el joven alejándose de la ventana y volviendo al sofá.

-Con el precioso día que hemos tenido, parece mentira la lluvia que está cayendo. - Su amiga le siguió y se acurrucó a su lado.

-Son casi las ocho pero parece que fuera medianoche. - Otro de los amigos miró su reloj de pulsera un segundo para luego seguir mirando el exterior casi embobado.

-¿Las ocho? - La chica a su lado irguió la espalda y su expresión de preocupación empeoró aún más. - Ha pasado una hora, yo salgo a buscarla.

Atravesó el salón hacia la puerta deteniéndose en la entrada para ponerse su abrigo y coger un paraguas. La chica que estaba en el sofá se levantó como un resorte, decidida a detenerla.

-Paula, ¿estás loca? Está diluviando, apenas conoces este sitio. Lo único que vas a conseguir es perderte y empaparte.

-Yo no puedo seguir esperando sin saber nada de ella. - Abrió la puerta y la oscuridad no dejaba ver más allá de medio metro. Aunque el porche tenía techo, el viento hacía que algunas gotas le mojaran la cara.

-Pues voy contigo, no voy a dejar que vayas sola. - María estaba decidida a acompañarla.

-Vamos todos. - Comentó Kevin que ya estaba de pie junto a Edu y Michel.

-No chicos, tiene que haber alguien aquí por si vuelven. - Paula volvió a mirar el exterior, le daba miedo salir pero más miedo le daba pensar que le había pasado algo.

-Vosotros dos quedaros aquí. - Dijo Michel, refiriéndose a Kevin y Edu. - Vamos nosotros. Os llevo con el jeep, a ver si los encontramos. - Cogió su abrigo y una linterna. Él y María se abrazaron a cada lado de Paula para caber los tres bajo el único paraguas que tenían. Salieron corriendo, adentrándose rápidamente entre la lluvia y la oscuridad.

Kevin cerró la puerta tras ellos. Otro rayo iluminó el cielo y retumbó en las paredes de la casa. El chico miró a su amigo en silencio con un nudo en el estómago. Se preguntó en qué momento habían pasado de estar disfrutando todos juntos un día en la naturaleza, a estar separados y asustados.

Aunque había alguna nube, el cielo estaba bastante despejado y el sol brillaba cálido. Se oía el canto de algunos pájaros a lo lejos y el soplar del viento entre las hojas de los árboles. El oxígeno entraba puro a los pulmones, un detalle sencillo pero al que daban incalculable valor. No podían respirar tan bien ni conseguir ese nivel de paz en la ciudad.

Carol sonreía mirando cómo Paula y sus amigos se divertían junto a la barbacoa. María les grababa haciendo el tonto. La morena de rizos los miraba desde una zona apartada sin dejar de sonreír.

-Et cau la bava com si fos la primera vegada que la veus. - Alfons le dio un vaso de agua y Carol lo cogió y le sonrió pero no contestó nada. Para qué negarlo, seguía babeando por Paula aunque ya hiciera dos años que estaban juntas.

-Alfons, vine noi. - Gritó María imitando su acento para que se acercara a ella.

Carol se sentó en una silla junto a la mesa. Veía cómo su amigo se alejaba y cómo su novia se acercaba.

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