Sueño de Coles

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Casi todo el último mes habían estado de aquí para allá con sus maletas en casa de todos y en casa de nadie. Intentaron conseguir un piso pero era una locura pagar una millonada por un lugar que estaría la mayor parte del día vacío. No querían estorbar demasiado así que turnaron su estancia entre el hermano de Carol y muchos de sus amigos. El problema de vivir así es que llevaban casi un mes disfrutando de muy poca intimidad. Disfrutando no, sufriendo, más bien.

De ahí que la idea de Paula de reservar una habitación el día que volvió de Málaga, había sido como un bote salvavidas, agua en el desierto. Lo único que a Carol no le gustó de la idea es que no se le hubiera ocurrido antes a ella.

Entraban de la mano por las puertas de cristal y se dirigían directamente al mostrador para registrarse. Paula sonrió y la besó. El beso se prolongó un poco más de lo normal hasta que el recepcionista tuvo que carraspear para que recordaran que aún no estaban en la habitación.

-Perdón. - Sintió la necesidad de disculparse mientras se limpiaba la comisura de los labios. - Tengo una reserva a nombre de Paula Usero.

El chico asintió y le pidió el DNI. Apenas sin mirarlas, tomó el rectángulo de plástico y se concentró en su ordenador.

-¿Tiene el código de reserva o el email de confirmación?

-Perdona, ¿qué? - Paula y Carol estaban distraídas cuchicheando entre ellas y robándose besos y caricias.

El chico resopló algo molesto. -No encuentro su reserva ni por nombre ni por DNI. ¿Tiene el número de reserva o el correo electrónico de confirmación?

-¿Cómo que no encuentra la reserva? - Paula intentaba situarse, nunca le había pasado eso antes.

Al otro lado del mostrador el empleado del hotel rodó los ojos y la miró como si acabara de preguntar la mayor estupidez posible. - Verá, señora, si quiere que haga el registro necesito el código de su reserva... por favor. - Añadió casi de mala gana, sólo por obligación.

Paula apretó los dientes cuando oyó que la llamaba "señora" pero no dijo nada y se limitó a buscar en su bolso el móvil para enseñarle la reserva.

-Joder... mierda... - Maldijo al comprobar que el aparato no se encendía.

-¿Qué pasa? - Carol le pasó el brazo por encima de los hombros para tranquilizarla.

-Que no tengo batería. - Dijo intentando encender el móvil.

-¿Te acuerdas la contraseña? Puedes entrar a tu correo desde mi móvil.

-Que vah... - Permaneció mirando la pantalla negra unos segundos intentando pensar. No le gustaba cuando las cosas no salían como lo planeaba, se estaba poniendo de los nervios y el recepcionista irritante no ayudaba. Levantó la cabeza haciendo acopio de paciencia y le miró para intentar conseguir una solución. - A ver... no tengo el número de reserva ni el mail pero podemos coger otra habitación ahora y ya está.

-Ajá, no es posible, lo siento. - El chico hizo un esfuerzo por ocultar una sonrisa. - No hay habitaciones libres.

-Ufff Encima se ríe. - Paula masculló entre dientes girándose hacia Carol con cara de pocos amigos.

-Pau, da igual. Nos vamos a otro sitio y ya está. - Intentó calmarla pero no funcionó.

-Oye tío, ¿de verdad estáis llenos o lo haces solo porque eres un amargado al que le gusta joder? - Carol se echó una mano a la cabeza. Con esa actitud estaba segura de que no conseguiría nada.

El recepcionista la miró serio por unos segundos hasta que apartó la mirada para concentrarse en el ordenador. - Tienes razón. - dijo por fin. - Sí que hay una habitación... - hizo una pausa tecleando en el ordenador hasta que levantó otra vez la cabeza con una sonrisa maliciosa. - Pero como soy un amargado no os la pienso dar.

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