Capítulo 16

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NADIE DIJO QUE FUERA FÁCIL.

El tiempo lo cura todo. Pero el tiempo puede ser infinito, entonces no se sabía en qué momento se curaría esa herida.

Hay cosas que no se deben dejar pasar, por ejemplo, una boda que nunca se realizaría. Eso no se podía dejar en manos del tiempo y Michael lo sabía, su familia también. Una cancelación era sencilla, pero una explicación no.

Él no estaba para dar explicaciones a personas más allá de sus padres, sabía que luego debía enfrentarse a aquella plática y no quería tardar tanto. Por lo cual, al dia siguiente de que Luke le pronunciara aquellas palabras tan aliviadoras en su ser, estuvo dispuesto en hablar sobre su decisión con sus padres.

─No quiero saber nada de él. Yo simplemente creo que una demanda sería inútil, no lo quiero volver a ver. ─ Explicó luego de haberse dedicado a escuchar la opinión de su padre y las suplicas de su madre. Billy solo se había quedado sin habla porque sabía cómo reaccionaría su hermanito.

Después de minutos de silencio en los cuales los padres del ojiverde se encargaban de pensar en lo que no contradecir a su hijo, accedieron ante su decisión. Y a pesar de que ya se había realizado la cancelación de la mayoría de los preparativos, solo quedaba hablar con una persona. Karen se encargó de avisarle a Margaret; sin embargo, ninguno sabía que tan demente estaba esa señora que se encontraba realmente furiosa ante su decisión.

Según ella, todo era culpa de Michael por haber sido infiel a su hijo, Michael tenía la culpa de absolutamente todo y era una injusticia que cancelaran la boda, pero eso no lo sabían ellos.

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Lo único que Michael hacía era dormir y tratar de no pensar en todos esos acontecimientos, aunque eso parecía casi imposible. La única persona que lo reconfortaba completamente era Luke, y le dolía no haber recibido ninguna llamada de su parte. Se empezó a hacer ideas estúpidas en la cabeza, diciéndose que Luke realmente no lo amaba o que quizás ya no lo quería así, usado.

Cuando finalmente conciliaba el sueño, las pesadillas lo atormentaban. Cada una con escenas de Luke despreciándolo y gritándole que no servía para nada; se veía a sí mismo esa noche, y en lugar de ser Francisco el que lo usaba, se trataba de Luke y entonces despertaba. Solo así salía del infierno y se daba cuenta de que Luke jamás de haría eso.

Tenía una pequeña foto de ambos en su mesa de noche, Luke pasaba su brazo encima de los hombros de Michael y este solo lo observaba. Era la foto perfecta y Billy había decidido enmarcarla y colocarla allí.

Suspiró y dejó de nuevo el marco encima de la mesita. Quizás ya no sentía el dolor físico de aquel abuso, quizá aquel moretón bajo su ojo ya estaba desapareciendo... pero las malas decisiones jamás de irían. Y de lo único que se arrepentía era el haber abandonado a Luke en esa cafetería.

Se levantó para abrir las ventanas, dándose cuenta de que un nuevo día estaba iniciando. Todo dentro de su habitación era como si hubiera puesto en pausa el tiempo, había perdido el mismo la noción de este. Tan solo tenía dos días dentro de ese cuarto, pero lo había sentido como dos semanas lleno de tormento y dolor. Estaba decidido a hacer algo ese día, algo que tranquilizara sus pesadillas y las ideas absurdas.

Decidió meterse a bañar, aunque a veces el ver su cuerpo le causara desagrado, eligió su ropa más cómoda y finalmente salió de su habitación. Al bajar se encontró con sus padres en la mesa del comedor y un olor familiar lo hizo sonreír, provocando un nudo en su garganta. Igual soportó las ganas de llorar bastante bien.

─Buenos días Michael. ─ Saludó su madre con una sonrisa. ─Siéntate, estoy a punto de servir.

Y entonces Billy apareció bajando por las escaleras corriendo, se acercó a su hermano menor y lo abrazó con fuerza. Porque así era su familia, no es que trataran de actuar como si nada hubiera pasado, sino que mostraban una sonrisa y sus mejores ánimos por él. No valía la pena lamentarse y estar triste, no si debían buscar otras formas de ayudarlo. Estar todos en mal estado no arreglaría nada.

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