Capítulo 2

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Luke

Nueva York

—¡No hagas eso! — Chilló el rubio, algo alterado.

Tener que cuidar a niños de cinco años definitivamente no era lo suyo, pero la razón por lo cual lo hacía, era porque necesitaba el dinero para ese día. Tendría que soportarlos solo un par de horas más.

—¡Atrápame si puedes, anciano! — Le gritó uno de ellos, mientras corría por toda la sala.

Luke decidió no hacer ninguna clase de esfuerzo, terminó por sentarse en el sofá y mirar como hacían desastres. Sabía que, de una u otra forma, se terminarían cansando, parecía buena idea dejar que gastaran sus baterías por sí solos.

Le dolía la cabeza por los gritos, y sentía que en algún momento podría empezar a llorar de la frustración. Lo cual, lo llevó a pensar en comida, cualquiera se calmaba con un poco de comida, ¿no? Por lo que pidió pizza.

—Me recogen todos los juguetes que sacaron y, el que se siente primero en su lugar, ganará pizza —. Dijo. Y, como si fuera algún tipo de hechizo, los niños llenaron sus brazos de juguetes, los cuales dejaron en sus cajas de plástico. Se sentaron al mismo tiempo en sus lugares y, luego de un par de empujones, se quedaron quietos. —Perfecto, ahora el reto solo es esperar algunos minutos. Pondré una película en el televisor y el mejor portado, tendrá dos porciones.

Los niños asintieron entusiasmados por el reto. Luke colocó una película infantil y luego se sentó a esperar por la pizza; debió haber pensado en eso antes.

Quince minutos más tarde, tocaron la puerta. Al abrirla, entreabrió sus labios con sorpresa, pues creía que sería el repartidor.

— ¿Alguien pidió pizza a domicilio? — Aquel sujeto se dio la vuelta y Luke sonrió.

Se trataba de su compañero de trabajo, Josh.

— ¿Ahora eres repartidor de pizza? —Bromeó Luke, dejando entrar a la casa a su compañero.

—No, odio eso. Solo encontré al repartidor en la acera y pagué por ella —. Levantó un poco sus hombros.

Dejando la caja en la mesa, los niños empezaron a estirar sus pequeños cuerpos desde sus lugares hasta la caja, para llenarse del delicioso olor que salía de la caja — ¿Tan necesitado estás de dinero, Luke? — Preguntó el castaño.

—Algo así... — Rasco su nuca haciendo una mueca con sus labios —, lo necesito justo para hoy, y no podía esperar hasta que nos depositaran.

—Si hubieras aceptado el dinero extra que Mason te ofreció, no tendrías que estar cuidando niños ajenos.

Luke rodó los ojos mientras negaba y caminaba hasta la cocina. Alcanzó los platos para cada niño y los llevó hacia la mesa.

—Sí, bueno... ese no es mi estilo —. Dijo colocando un plato extra para Josh.

Después de todo, él había pagado.

Los niños se dedicaban a comer en silencio, mientras sus ojos estaban atentos a la película, y Luke solo sentía la mirada de Josh sobre él.

—Y, ¿a qué venías? Dudo que sea solo de visita.

—Tienes razón, vine porque esta noche estará más loco el bar al que te invité la semana pasada... invitación que rechazaste porque tenías que hacer "otras cosas"—. Alegó antes de darle otra mordida a su pizza.

Luke bajó la mirada a sus manos, mirando sus uñas que necesitaban un retoque de rojo. No le gustaba salir a los bares porque sabía como acababan aquellas noches. A pesar de que le hacía falta divertirse con sus amigos, tenía que concentrarse en otras cosas más importantes... Además, estar ahí, le recordaría a una persona en específico.

—Josh, sabes mis razones —. Murmuró Luke.

—Si, pero no puedes seguir pensando en él para siempre. Además, no sabes nada desde hace meses.

—Ya sé, ya sé —. Lanzó sus brazos al aire antes de seguir comiendo.

En aquel momento, el timbre se escuchó por toda la casa, Luke intuyó que se trataba de la madre de los niños. La saludó, recibió el dinero y dejó ir a aquellos niños con sus juguetes, cada uno con un pedazo de pizza, más uno extra para su madre.

—Entonces... ¿qué dices, compañero? — Josh levantó sus cejas y lo codeó en las costillas.

Luke suspiró, si se negaba de nuevo, Josh lo molestaría por varios días.

—Está bien, pero solo estaré por un par de horas.

Josh lo abrazó eufórico y luego tomó su trozo de pizza saliendo de la casa del rubio, no sin antes asegurarle que vendría a recogerlo a las nueve.

Luke terminó de recoger el desorden que había quedado en su sala, para luego ir a su habitación y ducharse. Eligió un atuendo decente y se puso la misma loción que usaba desde los 15 años.

 Mirándose al espejo solo pudo pensar que, quizás, ya era hora de buscar una pareja formal y no solo encapsularse en su trabajo, o perder la consciencia para estar con alguien de paso, como lo había hecho los últimos dos años.

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La llamada de la persona menos indicada llegó a su teléfono, suspiró y respondió. Aquella mujer no tenía la culpa de las decisiones de su hijo.

—¡Hola, Karen! — Saludo Luke.

—Hola, Lukey. ¿Cómo te ha ido? — Le preguntó amablemente.

—Bien, creo. Él trabajo y todas esas cosas están en orden —. Respondió, un poco inseguro.

Algo en su pecho le hacía pensar que la llamada de Karen no era solo para preguntar cómo se encontraba.

—Me alegro mucho por ti, Luke. Aunque, nos has tenido abandonados por aquí —. Luke soltó una suave risa nerviosa. No sabía como explicarle que ya no quería tener tanto contacto con la familia del chico que había roto su corazón. Le traía agrios recuerdos —. Pero bueno, eso ya no importa cariño, te llamaba también porque, tal vez, quisieras ver a Michael otra vez, llega esta misma noche.

Luke sintió que el destino le estaba jugando una mala broma al escuchar eso. Justo la noche que sentía que podría empezar de nuevo, se enteraba que Michael regresaba a casa. Aunque no estaba seguro si sería de forma permanente, o si llegaría acompañado.

Muchas ideas cruzaron por su cabeza, pero solo una y la más importante llegó a tocar su corazón: volvería a ver esos pequeños ojos verdes, volvería a tener en frente a Michael Clifford.

—Oh, que bueno, Karen. Me alegro por él y por ustedes —. Mencionó, tratando de sonar relajado.

—Sería increíble que estuvieras aquí mañana, es su fiesta de bienvenida —. Invitó.

Luke solo cerró sus ojos y contó hasta cinco, mientras se repetía que no debía ilusionarse, no como antes. O al menos, eso trató.

—Agradezco tu invitación, por supuesto que estaré allá.

—Nos vemos —. Karen se despidió y Luke cortó la llamada.

Sentía en su estómago un revuelto de todo. Sí, volvería a ver a Michael, pero Karen no le insinuó nada como antes lo hacía... lo más probable es que Michael no llegaría solo de Barcelona.

Aún así, no faltaría a su fiesta de bienvenida. Luke definitivamente quería verlo, necesitaba verlo una vez más.


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