El Libro Amarillo

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(Este cuento pertenece al Ciclo de la OMB).

El profeta apareció, portando en su mochila el maltrecho libro de origen desconocido. Por lo que parece, aquella cubierta amarillenta está en un estado deplorable, el cuero no ha añejado bien tras los diversos lugares en los que ha estado. El hombre manejando un extraño artefacto junto entre sus manos, rememoraba las emociones que sucitaba el embriagante olor del alcohol en el bar de mala muerte. Estaba esperando a que el sujeto de la OMB apareciera, pues ellos le habían pedido el libro de vuelta junto a sus investigaciones, los últimos hechos ocurridos cerca de las montañas Valkyn y el escándalo que fue que esto ocurriera hizo que fácilmente la OMB se dispersara, esto llevó a que le pagaran a este hombre, bañado de saberes olvidados, académico sin duda alguna, que descifrara las letras profanas para traer al Diablo.

Tras una redada a las iglesias que habían en los pueblos de la zona norte cerca de la Cadena Montañosa, en el país de Satel, la OMB había estado incesantemente buscando algunos hombres letrados que pudieran ayudar en sus investigaciones para el ritual profano que esperaban invocara al Diablo. Vanatos desde que había descubierto la existencia del Libro Amarillo, había estado interesado con dar con su paradero, estuvo trabajando muchos años en la Asociación en conjunto a los Cazadores, y quiso hacerse con este.

El hombre se sentó frente a él, incuestionablemente era quien se había puesto en contacto, Vanatos lo miró con cierto aire de desprecio. -Necesitamos las investigaciones. Vanatos se levantó, mirando al sujeto cuyo nombre no conocía, y le comentó que lo acompañara. El Libro había aparecido en la Bruma Errante, por lo cual se creía que era un Diablo quien la había producido, o inclusive el mismo libro pero ¿Era eso correcto?

Llegaron al hotel donde Vanatos se estaba hospedando, pronto tendría que partir a Irkalla para ir a ver a otro informante. Vanatos sonrió, sacando el libro y mostrándoselo, abriendo sus páginas de par en par. Unos símbolos extraños se deslizaban suavemente por la tenue y pálida hoja, mientras Vanatos siseaba palabras cuya pronunciación nunca habían sido escuchadas. Una mueca sin igual presenció Vanatos, cerrando el libro, y mirando atentamente como la piel del hombre se arrastraba palpitante hacia la cubierta, reeplazando el viejo cuero horrible que poseía, su cuerpo se desplomó tras la escabullida de la piel, que saco su maltrecho y mermado cuerpo por la boca. Vanatos sonreía pasional observando como la cubierta manchada del Libro Amarillo era reemplazada por una nueva, por otro lado, el desollado sujeto se arrastró hacia él, pero no por mucho tiempo, pues sus músculos pronto se desprendieron de sus huesos, y sus ojos rodaron hacia los pies de Vanatos totalmente desprendidos de sus cuencas oculares. Vanatos salió por la puerta, rumbo a Irkalla, la Capital de Gaia.


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