La Flauta de Plata

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(Este cuento pertenece al Ciclo de Daw'Zovni, el Cometa Plateado).

Su habitación amplia estaba plagada de papeles por el suelo, rasgados y rayados, por encima de la mesa y también debajo de los muebles. El ansia de hombre, en su búsqueda por el sonido que provenía de lo más profundo de sus sueños, lo ponía ansioso en cada noche, a la hora de dormir, e intentaba cada vez que despertaba anotarlo en el papel, pero a medida que lo plasmaba, la canción no daba abasto y se desvanecía en silencio. Era un sonido que no podía describir de otra forma como "perfecto", sin embargo, pese a ello, no había instrumento hasta ahora en su repertorio que pudiera hacerle justicia a este mismo que existía en sus fantasías oníricas. Parecía que cada instrumento era banal, y no podía llegar a recrear esa tonalidad que parecía no haber sido escuchada nunca por oído humano.

Aquella situación lo llevó de forma clara a un derroche descontrolado, donde gracias a su padre, que era un hombre adinerado, utilizó incontables instrumentos para intentar replicar la canción de sus sueños, uno tras otro, este iba tachándolos uno a uno de su lista. Todo su departamento estaba plagado de estos instrumentos repartidos por todos lados, llenándose de polvo apenas tocados una vez por la mano de su dueño, para notar la inutilidad en su malsana obsesión, algunos yacían rotos y otros aún conservaban su integridad plena.

No pasó demasiado tiempo hasta que llegó, con sus manos temblorosas, a un sonido levemente similar al que había escuchado, aquel timbre provenía de una flauta, común y silvestre. Cuando la flauta emitió aquel ruido, al ser tocado, pudo escuchar tras la ventana de su habitación, un ventarrón que golpeó el vidrio, dejó entonces el instrumento sobre la mesa para ir a revisar. Sobresaltado por la sorpresa, caminó con lentitud para observar si había alguna clase de tormenta, o si algo se avecinaba, pero, detrás solo había un silencio sepulcral. Los árboles a su alrededor, en las calles, no se movían en lo absoluto.

Sin dudarlo más, se dio media vuelta para continuar. La sorpresa de la situación se había desvanecido, pero no duraría mucho tiempo sino hasta observar que la misma flauta que había usado, se había derretido, posada sobre el escritorio; allí mismo permanecía una pequeña llama roja resplandeciente que pareciera haber quemado el instrumento hasta derretirlo, y el líquido se esparcía hirviente sobre el velador además de los papeles. Viendo como la melodía parecía escaparse de sus manos, siendo ofuscado por la divina providencia, lejos de sentirse aterrado por tal revelación, se sintió colérico. Tomó entonces, un florero que tenía a la mano, y lo lanzó contra el líquido derretido apagando la llama, y haciendo pedazos el arreglo.

Aquella noche, volvió a ser llamado en su mundo onírico por la canción, aunque esta vez, había palabras de fondo, que musitó a medida que pasaban por su mente.

"Su voz es la causa, y la causa es la música. La tierra lo atrae, y él se alimenta. Se le venera como si de una deidad se tratase, así es como sus adoradores yacen en una paz silenciosa de la cual no hay retorno. Sus ojos son los millares de lunas, y no existe laguna alguna del cosmos que esté vedada a su ser. En su dermis de color plata y negro yace una resistencia al fuego, que en apariencia no tiene límites. Los coros de su piel cantan al chocar contra los chorros de aire, y de su hocico proviene la luz sangrienta que ciega y abrasa. Su voz, no es como la de ningún otro Ancestro, porque él atrae a las estrellas, también como destruye los planetas."

Fue entonces que vio a esos ojos en su sueño. El hombre era observado, tal como se visiona el vacío del espacio, a la espera de muerte y locura. El sujeto despertó de su acalorada pesadilla, la canción de nuevo en su mente ¿Cuándo había empezado? Era un cuestionamiento que nunca se había hecho, tampoco tenía respuesta a ello. Al mirar a su alrededor, notó entonces que las paredes de la habitación estaban rayadas con notas que antes no estaban allí, él supo en su interior que era un vals que necesitaba un instrumento especial para ser tocado.

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