Altar de los Sueños de Iktaera

6 0 0
                                    

(Este cuento pertenece al Ciclo Narrativo de los Reinos Primordiales).

Los Exoreth no sueñan por muchas razones. Cuando un humano se dedica a cazar en la noche, y acecha a las criaturas invisibles, sabe que hay algo ahí que nadie más ve. Cuando los símbolos se resaltan en las paredes, y los rituales profanos llevados a cabo se terminan, después de que no queda nadie más en pie, los cultistas son poseídos, los sacrificios atraen a los horrores que habitan más allá, donde nadie más conoce. Los Exoreth no sueñan porque nadie los caza en la oscuridad del velo, en los mundos oníricos, los Exoreth no sueñan porque ellos se han enlazado física, psicológica y espiritualmente a la criatura que letárgica descansa eterna en lo profundo de esa dimensión.

Los mortales rondan en sus fantasías el Pgeón, la parte más joven y tranquila de la Dimensión del Sueño donde los Darakos resguardan el conocimiento de todos los seres capaces de soñar, sin embargo, existen muchos seres de origen divino reposan eternos en Zajaka, tras la barrera que cubre el Pgeón adentrándose más profundo en este lugar. Todavía más lejano existe el Jlav, cubierto por sellos de origen desconocido, se cuenta que allí habitan horrores infinitos y un ente parasitario que devora las consciencias, un ser que solo puede ser considerado una Esencia.

Este lugar donde la dimensión se vuelve grumosa, donde la gran mayoría de seres y facciones toma formas de "Burbujas" que "Rebotan" eternas, impávidas, incorruptibles, existe desde el Génesis Branático, cuando las Branas crearon la mayoría de multiversos.

Aquella noche, el primer Exoreth soñó, pero cuando soñó atravesó todas las barreras, todos los sellos de origen desconocido y se adentró más allá. Protegido por este ente parasitario. Cayó hacia lo más alto y tuvo una fortuna que a este punto solo se puede definir como distorsionada y macabra.

Al atravesar la barrera más profunda del Jlav, llegó hasta Yrmina, uno de los Reinos Primordiales, más antiguos que cualquier Dios Estelar y Dimensional, un lugar que solo es conocido por las Esencias y quizá los Horrores Deificados más arcanos, antiguos y enloquecidos.

El Exoreth puso un pie en esta tierra de cielo negro y sin estrellas, las estructuras ruinosas poseían una composición y forma indiferente a la realidad común, las letras, círculos y "magia" que parecían ocupar carecían de forma total de lógica, la tecnología que aún funcionaba a rastras aunque un vestigio ridículo de una civilización extinta y desaparecida poseía un halo de locura y horror.

A medida que los pasos aumentaron, y el sueño se volvió más profundo, las estructuras arquetípicas parecían sometidas a designios erráticos donde se deformaban fusionándose con la realidad misma, el espacio estaba tan distorsionado que ¿Había devorado a los extraños edificios y monolitos, o eran estos los que habían devorado al mismo espacio?

Cuando el Exoreth trató de pronunciar palabras, la voz se corrompió, trizándose en pedazos. Él no tenía boca ¿La tuvo si quiera alguna vez? Los enormes monolitos eran tan altos, bastos e imponentes que se alzaban hasta el cielo siendo devorados por la oscuridad, parecían poseer un tipo de cristal pero... no reflejaban nada, ni traslucían nada pero era lo más similar que podía ser a un vidrio o quizá un espejo.

A medida que él continuó estaba siendo arrastrado por extrañas causas y efectos desconocidos pero no lo notó. Pronto llegó a ver a lo lejos una especie de fuente de la cual brotaba algún fluido. Miró al suelo, había manchas negras en él, como si fueran marcas de sombras. Estas se esparcían rodeando la fuente, no podía ser coincidencia.

Avanzó hasta llegar a la fuente, esta poseía un altar con inscripciones que sus ojos no entendían como trazar tal forma, su cerebro no lograba hacer que tuviera un sentido. El fluido se levantaba de la fuente entrando, como si estuviera invertido pero corría hacia afuera ¿Estaba entrando o saliendo?

El Exoreth puso la mano sobre el altar y tuvo una revelación, algo que fue capaz de dilucidar, una civilización próspera, una luz gigantesca escarlata, la noche donde la luz jamás volvió, las estrellas desaparecieron, la fuente aunque creada para ser eterna fue olvidada. El Altar de Iktaera le mostró, tras todas esas imágenes, algo tan horrible que lo hizo caer de rodillas.

Entre la desesperación con los dedos se agarró los párpados y tiró de ellos con todas sus fuerzas. El dolor había desaparecido, solo la imagen cubría cada rincón de sus sentidos, e incapaz de soportarlo más se metió las uñas debajo de las cuencas oculares haciendo presión, tomando sus globos oculares se los arrancó. 

Aquella mañana ocurrió un evento insólito, por primera vez en la historia encontraron el cadáver de un Exoreth, cosa que debía ser imposible pues un Exoreth al morir era reclamado por el sueño y su cuerpo se desintegraba. Aquel cadáver estaba agarrando firme sus globos oculares.

Ojos Benditos de Iktaera:
Estos ojos poseen una pupila que ha tomado una forma ajena a la realidad, su forma física es sólida, casi como si fueran pétreos, sin embargo, todavía emanan calor y vida aunque son duros como la roca.

No hay datos sobre el significado de los símbolos y que augurios son estos ojos. Nadie sabe como todo resultó de tan horrenda forma, y el evento tampoco se repitió.

Se hizo un experimento para crear un enlace, y generar un nuevo Exoreth utilizando estos ojos o el cuerpo petrificado, tras el experimento el cadáver se resguardó, está prohibido todo contacto con él. La organización niega completamente que este hecho ocurriera, niega tener en posesión este cadáver, todos los archivos y datos fueron borrados o quemados por lo cual se desconoce los resultados del experimento.

Inclusive para ser una organización de cazadores de lo sobrenatural, suelen mantener a los Exoreth bien informados. Por alguna razón con este experimento ocurrió todo lo contrario e intentaron ocultar la información de forma tan minuciosa que es un secreto del cual ni siquiera las cabezas más altas tienen seguridad de si es real.

"Un sonido, la canción del final de la creación. Los Ciclos Interminables son solo un parpadeo para eso, no existen palabras en ningún idioma para describir esa cosa pero woka eferpha zauta, emxete ytu vrw... él al final... Se estaba riendo cuando lo vi, eso estaba esperando, interminable, infinito... El Devorador de la Vida, la Muerte, los Ciclos, Espacio, Tiempo, Realidad y Conceptos, es una Esencia, lo llamo "El Que De Todo se Alimenta"..."

Informe del Experimento 001, nombre código: El Exoreth Morféas Ámmos.

SideraloníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora