C11: Cambios y saltos

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Ahora sí, este sí es el capítulo real XD. Disfruten ^^

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POV OMNISCIENTE

—"Yo también confío en ti. Eres muy importante para mí, Aristóteles" —imitó Yolloxochitzin a su ikniutsin a manera de mofa para luego romper en carcajadas melodiosas que sonaron como campanitas.

Cuauhtemoctzin imperturbable como de costumbre, simplemente la miró con una ceja alzada. Tenía que darle puntos por esmero, hasta usó a uno de sus amanalis para que hiciera de Aristóteles en una interpretación mucho más fiel a lo que había pasado horas antes en las pocitas. El muchacho, demasiado embobado por la belleza de su siuaiknitl y muy aturdido con los efectos del perfume, solo se dejaba manotear como un muñeco. El rey negó con la cabeza, a veces ella podía ser tan ridícula.

—¿Terminaste? —dijo cuando por fin la deidad femenina paró de reírse—. Creo haberte dicho que no me gusta que me espíen.

—Ay, no te enojes, ikniutsin, solo quería ver como te iba con tu... pequeña investigación —comenzó a peinar el cabello del humano distraídamente—. Loki estaría orgulloso. Dime, ¿desde cuándo eres tan buen mentiroso?

Ahora fue la deidad masculina quien se echó a reír.

—No estaba mintiendo.

—¿No? —aunque la expresión en su rostro prácticamente se mantuvo igual, pudo detectar la sorpresa en el tono de ella con un atisbo de incredulidad.

—Es un espécimen único y es crucial para mi experimento, por supuesto que es muy importante para mí —fue turno de ella de mirarlo con una ceja alzada.

—Sabes bien que él no lo entendió así —Neptuno se encogió de hombros, desestimando ese hecho.

—Le dije lo que necesitaba escuchar.

Examinó al amanali frente a él. Era un joven pelirrojo de piel y ojos claros, y cara pecosa, muy bien parecido, por los rasgos debía ser escoses. Podía ver el porqué su siuaiknitl lo escogió, los pelirrojos eran de esas bellezas humanas particularmente escasas, buena parte de ellas quemadas durante la caza de brujas. Durante ese tiempo, las sirenas apenas y pudieron salvar para sí algunos especímenes que fueron arrojados al mar a morir ahogados. Un verdadero desperdicio a su parecer.

—Está escuálido —criticó para molestarla—, y demasiado pálido para mi gusto —como esperaba, ella lo miró ofendida.

—¿Y quién dijo que era para ti? —abrazó a su amanali como una niña a un peluche—. Este es mi favorito, mío, ni se te ocurra tocarlo.

—¿Tan rápido otro? —sonrió de manera burlona.

—No tienes derecho a criticarme, ahora tú también tienes al tuyo —su sonrisa se borró.

No iba a negar que tenía cierto favoritismo por su amanali de rizos, lo cual era una novedad en sí mismo. A diferencia de su hermana, él rara vez tenía preferencias pues les eran indiferentes, todos tendrían el mismo destino, ¿por qué habría de prestarle atención a uno particularmente?, pero cuando los tenía, solía ser muy posesivo con ellos. Antes eso no era un problema, sus amanalis permanecían aislados en alguna de sus islas y Yollochitzin sabía muy bien que nadie debía tocarlos más que él, pero no podía llevarse a Aristóteles todavía... ¿o sí?

—Supongo que tampoco le mentiste a tu favorito cuando le dijiste que confiabas en él.

—Es muy difícil que alguien se gane mi confianza, sobre todo si se trata de un humano, pero Aristóteles... desde el primer momento supe que no sería capaz de traicionarme.

𝓜𝓲 𝓼𝓲𝓻𝓮𝓷𝓪 - ᴀʀɪꜱᴛᴇᴍᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora