03. Porquería romantica, mierda corta venas.

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03. Porquería romantica, mierda corta venas.

Braxton Hudson

—¿Y bien?

—¿Y bien qué?—pregunto dejándome caer sobre el sofá de la habitación.

—Aquí es donde te quejas por no estar de acuerdo.

Lo miro mal.

—Sabes que todo lo que tenga que ver con mi carrera me lo tomo con seriedad, así que no hables mierda como si fuera poco profesional, papá.

Enarca una ceja—. Te tomas con seriedad lo relacionado con tu música—aclara—, no con tu carrera. Siempre haces lo que quieras y llegas a ser grosero con la prensa.

—Solo cuando se meten en lo que no les importa o dicen idioteces—me justifico.

Chloe entra a la habitación y nos mira con curiosidad, pero no dice nada y toma asiento sobre la cama.

—Eres un sinvergüenza—me mira incrédulo—, pero eso todos lo sabemos—suspira—. Dime, ¿Qué opinas de Blair Taylor?

Lo pienso.

Lo más importante para mí es hacer música, y que mis fanáticos la disfruten.

Después, todo lo demás, como cifras, reconocimiento o lo que sea, puedo mandarlo a la mierda. Por ello es que no entiendo porque es que detesto tanto ver que Taylor llegue a tener más éxito que yo en algún aspecto.

Solo es... ella.

—Está buena—admito.

Chloe resopla—¿En serio, Braxton?

Papá suspira, pidiendo paciencia—. Todos saben que Blair es una chica hermosa, Braxton—dice—. Ahora dime que piensas de trabajar con ella.

—Pienso que, efectivamente, está buenísima y será un maldito grano en el culo.

Suspira con frustración.

—Ni siquiera sé porqué pierdo el tiempo—murmura—. Solo mantenlo profesional. Tampoco queremos una demanda.

Lo miro ofendido—¿De qué me ves cara, Thomas Hudson?

Ni siquiera responde, solo da la vuelta y sale de la habitación.

—Entonces...—Le doy mi atención a la castaña—Salir con Blair Taylor, ¿eh?

Se balancea un poco mientras lo dice y apoya sus manos en sus rodillas. La miro con el ceño fruncido.

—¿De qué hablas?

—Vas a salir con Blair Taylor—dice—, o a fingirlo, no lo sé.

—Ni una mierda, ni la otra—me pongo de pie sacándome la camiseta tomando rumbo al baño—, solo es trabajo.

—Esperemos que ella piense lo mismo—murmura en voz baja con un tono de voz que no identifico del todo, pero suena burlón.

—¿Pero tú de qué vas?—pregunto extrañado—¿Por qué no lo tendría claro?—cuestiono—, ¿y por qué crees que me opondría en caso de que no lo tenga?

Una canción por cada corazón roto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora