17. La alfombra, un beso y un libro acabado.

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17. La alfombra, un beso y un libro acabado.


Blair

21 de mayo, 2017.

Muchas veces no veo mis errores, otras simplemente no los considero un error hasta que pasa tiempo.

Pero después de mucho esfuerzo personal, aprendí a reconocerlos, y de esa forma trabajar y mejorarlos.

Soy consciente de que erré con Braxton, así como soy consciente de que él actuó como un imbécil.

Lo evité, y en parte hasta lo ignoré, sí. Y al principio era todo esto de recomponer mi orgullo, y bromear al respecto. Pero, al pasar los días, era más fácil concentrarme en el trabajo, antes de hacerlo en mi vida personal.

Braxton me gusta. Es evidente. Pero no puedo olvidar la forma en la que nuestros caminos siguieron el mismo rumbo, después de encontrarse: marketing.

No hay nada más.

Y tanta soledad conmigo y mis pensamientos me hizo volver a algo que dejé de hacer desde que entré en el mundo de la fama: asumir.

Cuando se está rodeado de diferentes juicios, malentendidos, malinterpretaciones, y distorsión de noticias, uno aprende a esperar recibir la información de primera mano de parte de los involucrados, antes de dejarse llevar por lo que se dice, o expresar opiniones al respecto, o directamente no decir nada al respecto.

Pero no apliqué eso con Braxton, y dejé que el pánico que estuve evitando, me llenara. Hudson ha dejado en claro su atracción por mí, ¿pero y si no es más que eso? ¿Y si mis sentimientos se están yendo más lejos de lo que deberían?

Cualquier persona puede hacerme dudar, pero Braxton es de las pocas que no me ha dado motivos para hacerlo. En todo el tiempo que nos hemos estado relacionando, fuimos claros y directos. Siempre. Y me tocó ser la primera en romper eso.

Fui una estúpida, eso es evidente.

Cuando dijo lo de estar en la misma página, choqué de cabeza con el muro de la realidad, y se me hinchó la frente.

Pero después vino lo de mi madurez, que era aburrido, y cosas que no vale la pena recordar, que se sintieron como un puñetazo a la nariz. Me frustré, porque sí, no hice las cosas bien, pero tampoco merecía un trato tan ridículo cuando estaba haciendo lo que se supone el quería hacer: hablar.

Me molestó. Pero tuve dos días para pensarlo, y decidí tomar una decisión con la cabeza fría con una sola cosa en mente: Braxton no es así.

No voy a justificarlo, ni a santificarlo, porque vuelvo y repito que fue un imbécil, pero el tatuado simplemente no es así.

Suspiro, y le doy a llamar antes de llevarme el teléfono a la oreja.

—¿Blair?

No quiero indagar, ni invadir la privacidad de Braxton, y si lo hago puedo disculparme, claro, si me deja hablar antes de soltar porquerías, pero necesito una cosa. Una sola, para saber si él no solo actúa como idiota, sino que realmente lo es, y decir si vale la pena.

—Hey, Thomas—saludo—, espero no estarte molestando.

—No te preocupes, no pasa nada. Aunque sí me sorprende tu llamada.

Una canción por cada corazón roto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora