11. Escapar nunca ha sido una opción aquí.Braxton
30 de abril, 2017.
—Mi dinero.
A diferencia de lo que cualquiera pudiera pensar, cuando me ve, eso es lo primero que suelta.
—Podría disimular un poco lo mucho que le hice falta—suelto.
Ella rueda los ojos, ella de verdad lo hace, y no evito mirarla ofendido.
—Adelante, adelante.
Resoplando me adentro en el amplio apartamento que Darla comparte con su madre, Mary.
Tomo asiento en uno de los tres sofás de color marrón que hay en medio de la sala de estar, a donde dirige directamente la puerta principal.
No me contengo la sonrisa que suelto cuando me tiende una taza de lo que, con una rapidez que podría ser alarmante, reconozco como arroz con leche.
Un postre bastante común en República Dominicana, el país natal de las dueñas de la casa.
—Sabes que me amas, Mary—tomo la taza—. Te mereces todo, mujer.
Ella rueda los ojos, otra vez, pero termina riendo, antes de darme la espalda y adentrarse en la cocina de concepto abierto que conecta con la sala donde me encuentro, lo que me permite verla, y conversar con ella mientras sigue en su labor de limpieza.
Mary es como una limpiadora compulsiva. Siempre está limpiando aunque no haya nada sucio.
Cuando le pregunté al respecto, dijo que no puede vivir vagueando como algunas personas (evidentemente fue una indirecta para mí que en ese momento estaba tirado de forma despreocupada sobre su sofá), y que limpiar la desestresa.
Darla aparece pocos minutos después, cuando me llevo el último bocado a la boca.
A pesar de que su expresión no es nada amistosa, de hecho, se nota que está bastante molesta, no rechaza el abrazo que le doy, y no se guarda decirme que me extrañó y que me veo bien.
Tomamos asiento.
Ella lo hace en el sillón individual, frente a mí. Yo vuelvo a acomodarme en el de dos plazas que estaba antes, quedamos divididos por la mesa en el centro.
Darla tiene un aspecto elegante, y todo alrededor de ella lo es.
Y no es algo que su carrera la obligó a tener, es algo que simplemente tiene.
Y lo demuestra, aparte de su hogar, que está decorado con colores neutros y tiene la cantidad de muebles justos para que el espacio no se vea vacío, inspirándote tranquilidad; su vestimenta.
Está en pijama, sí. Pero es una pijama de seda de dos piezas. Es de color verde, la parte superior una camisa de botones blancos, y la parte inferior un pantalón largo que cae hasta sus pies.
Y cuando cruza los pies, y se quita los lentes de pasta cafés, me entra un sentimiento agridulce que me recuerda nuestras primeras sesiones.
ESTÁS LEYENDO
Una canción por cada corazón roto ©
DragosteUn encuentro. Unas fotos. Un álbum. Tres cosas que hicieron que la rivalidad no dicha entre los cantantes con más ranking del momento quedara de lado. ¥ Blair Taylor y Braxton Hudson no se llevan b...