10. Las correciones son geniales.

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10. Las correcciones son geniales.

29 de abril, 2017.

Braxton.

—¡Joder, Braxton!

Se queja llevándose las manos al cabello, desordenándolo.

No digo nada. Solo cruzo los brazos recostándome de la pared.

Muy pocas veces se ve a Thomas Hudson molesto. Y no sé a qué atenerme.

—¿En qué estabas pensando?—cuestiona observándome.

—En partirle el rostro—simplifico.

Él me observa anonado. Como si no se creyese lo que suelto.

—¿Es que no lo ves?—sube la voz y respiro con profundidad, cerrando los ojos, para no perder la calma—. ¡Esto no es un maldito juego, Braxton!

—¡No creo que sea un juego, joder!—igualo su tono de voz.

A la mierda no perder la calma.

Muy pocas veces discuto con Thomas, y no me gusta hacerlo, pero esta situación me está tocando los malditos cojones.

—¿Ah, no?—cuestiona con burla—. ¿Por qué golpeaste a ese paparazzi, Braxton?

Mi mandíbula se aprieta.

»¿Por qué diablos golpeaste al paparazzi?

—No lo sé—respondo en un tono bajo.

De verdad no lo sé.

Tenía una entrevista. Fui a la maldita entrevista en la que terminé mandando a la mierda al payaso que tomó papel de entrevistador.

Salí del jodido lugar con la cabeza a explotar de la rabia, y un tumulto de paparazzis me esperaron afuera.

No sé que diablos fue lo que dijo, pero estaba relacionado, justo, con papá, y solo recuerdo irme encima de él con ganas de matarlo.

Lo golpeé. Una, dos, tres veces.

Y no fue hasta que Austin me alejó de él que vi su rostro ensangrentado, y el hecho de que, a pesar de eso, sonreía, fue lo que me hizo volver hacia él, asegurándome de darle tantos golpes que no volviera a sonreír jamás.

Y sí, le saqué un diente.

—¿No lo sabes?—cuestiona.

—No, no lo sé—escupo.

El hombre que contribuyó a mi creación ríe. Ríe de forma amarga mientras niega.

—Esto tiene que ser una jodida broma.

—Lo siento, ¿sí?—me exaspero—. No volverá a pasar, ¿feliz?

Se acerca, y toma mi rostro con brusquedad. Obligándome a mirarlo.

—No lo entiendes—casi gruñe en mi cara—. ¿Y si quiere demandarte? ¿Y si no acepta el dinero, que es bastante—destaca—, que queremos ofrecerle?

Una canción por cada corazón roto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora