12. La TENSIÓN (sí, en mayúsculas).

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12. La TENSIÓN (sí, en mayúsculas).

02 de mayo, 2017.

Blair

—Entonces—suelta—, ¿viniste a... jugar?

Enarco la ceja ante el tono burlón que emplea—. ¿Tienes algún problema?—interrogo—. Porque puedo irme.

Niega, mostrándose divertido por mis palabras, al mismo tiempo que levanta las manos en señal de rendición.

—Después de tu escape, pensé que tenías en mente algo más, no sé, interesante—se encoge de hombros.

Me cruzo de brazos, aún con la botella de champán en mi mano—. No me escapé—le recuerdo—. Samantha vino por mí.

Y es cierto. No pasó ni un minuto después de su rara e inesperada propuesta, cuando Samantha apareció, necesitando hablar conmigo.

Realmente no sé qué hubiera pasado si mi representante no se hubiese presentado en el lugar. En parte, porque no estaba segura de que Braxton hablase en serio cuando dijo lo que dijo.

Aunque al parecer sí lo hacía.

Y no sé qué pensar al respecto.

—Bueno, Blair—habla nuevamente—. Si me estas haciendo perder horas de sueño, por lo menos que valga la pena.

Él se acerca a la puerta corrediza en un lado de la amplia habitación, y la abre, al mismo tiempo que se gira en mi dirección y me hace un gesto con la mano, indicándome que me acerque.

Lo hago.

Juntos salimos al pequeño balcón que nos brinda una vista magnífica de la ciudad.

Braxton toma asiento en una de las dos sillas que hay en el lugar, y yo imito su acción en la otra.

Estamos sentados de lado, no nos vemos, sino que nuestro frente queda en dirección a las luces que hay en los grandes edificios que nos rodean.

—Entonces—empieza—dices que no huiste, ¿no es así?

Pensé que íbamos a dejar el tema, pero aún así, su pregunta no me toma por sorpresa.

—No, no lo hice—respondo con toda la seguridad que puedo reunir. Y agradezco que el mesero haya aflojado la tapa de la botella, cosa que me facilita abrirla, y llevarme el pico a la boca dando un largo trago que desvía la atención de Braxton.

Cuando giro mi vista hacia él; la suya está clavada en el movimiento de mi manzana de edén cuando baja al mismo tiempo que el líquido avanza por mi garganta.

Y cuando paso la lengua por los bordes de mis labios, tomando las gotas que escaparon después de mi trago, él no se pierde el gesto.

Ríe, una acción que me descoloca, mientras arranca la botella de mi mano, e imita el movimiento que hice hace pocos segundos, llevándosela a la boca.

—Pues—me observa con una sonrisa que sé esconde muchas cosas en este momento—, si no escapaste, no tendrías ningún problema en aceptar esa ducha, ¿cierto, Blair?

Una canción por cada corazón roto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora