04. Brax uno, Taylor cero.Blair
Que mi estado no era el mejor estaba claro, por ello, cuando volví a la sala, Samantha me preguntó que ocurría de inmediato.
Thomas se mostró nervioso a la espera de que su hijo volviera, y sus nervios se incrementaron cuando el imbécil entró al lugar con una sonrisa presumida haciendo que mis facciones se endurecieran.
Y ahora estamos en el jet privado, y mi humor no ha cesado ni un poco, porque mientras yo ideo mil formas de matarlo, él duerme plácidamente frente a mí.
Suspiro.
Respeto todos los géneros musicales, pero fue difícil no ofenderme y devolverle la jugada cuando llamó «porquería» a mi estilo. Es que, ¿Quién se cree ése idiota?
A otra persona la hubiera ignorado, pero soy consciente de que siempre estoy a la espera de que haga algo malo, para así seguir justificando mi rechazo hacia él.
Y realmente necesito encontrar algo que me obligue a mantenerlo lejos. Porque lo desagradable que me parece, no prevé que mis ojos se pierdan en él cuando estamos en el mismo espacio.
Fuera más fácil si pareciera un ogro. Eso me facilitaría la vida, y evitaría que me fijase en detalles tan irrelevantes como son sus largas pestañas rizadas que me dan envidia, las pequeñas pecas, tan imperceptibles que hay que observar su rostro con mucha atención para ser consciente de que se encuentran ahí, o el pequeño lunar arriba de su ceja izquierda.
Sí, todo fuera más fácil si pareciera un ogro.
—Una foto dura más, Taylor.
Habla sin abrir los ojos.
La sonrisa en su rostro me hace repudiarlo. Quito mi vista de él
¿Estoy avergonzada? Muchísimo. No recuerdo la última vez que fui atrapada in infraganti, y, en todo caso, debí tener como doce años.
Las tres personas que nos acompañan en este viaje están durmiendo, cosa que yo debería hacer también, teniendo en cuenta que el vuelo dura más de veinte horas y apenas llevamos dos.
Ignoro lo que Hudson dijo anteriormente y me acomodo en el asiento dispuesta a atraer el sueño que, antes de discutir con el espécimen delante de mí, tenía.
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06 de Abril, 2017.
—Lo detesto, chicos—resoplo—. Es como un niño malcriado. Insoportable y malcriado.
Soy consciente de que mis guardaespaldas quieren reír, lo que realmente me ofende, porque ambos son como dos témpanos de hielo, y que les esté dando gracia mis palabras me hace cuestionarme lo ridícula que he de verme.
—Blair, tú estás siendo como una niña malcriada—Bob se dobla desde el asiento del copiloto, para poder observarme.
Su hermano asiente sin quitar la vista de la carretera—. Es cierto lo que él dice—asegura Rob—. Estás siendo berrinchuda.
—No lo entienden—me quejo—. Aparte, ¡yo pago sus sueldos, deberían estar de mi lado!
—Lo paga Beatrice—dicen al unísono. Muy pocas veces llegan a hablar al mismo tiempo, pero cuando lo hacen me entretiene y asusta en partes iguales. Son gemelos, está bien, pero eso da miedo.
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Una canción por cada corazón roto ©
RomanceUn encuentro. Unas fotos. Un álbum. Tres cosas que hicieron que la rivalidad no dicha entre los cantantes con más ranking del momento quedara de lado. ¥ Blair Taylor y Braxton Hudson no se llevan b...