Desesperación

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Washington, DC, EE.UU.

Estaba medicado, en extremo medicado, tanto que ahora estaba dormido. Medicamentos habían sido la única manera en la que el estadounidense había logrado calmarse, todos eran experimentales, pero, quizá fue gracias a la cantidad lo que hizo que tuvieran efecto en él.
Acostado en su cama, desconectado del mundo, por el momento.

A un lado de su cama, sentado en una incómoda silla, yace el mexicano, quien está dibujando algo sobre el cuaderno que recién le habían regalado (el canadiense se lo dio, "para que no te aburras tanto mientras lo cuidas", fue lo que le dijo al entregárselo).
El dibujo es uno de esos talentos ocultos que el latino tiene y que jamás piensa presumir ante los demás; es algo demasiado personal para él y es su segunda actividad favorita para expresarse (la primera es la cocina)

La ilustración que estaba haciendo mostraba una imagen feliz. Eran él y el estadounidense, sentados cada uno en un trono, sosteniendo sus manos. Vestían como monarcas de la época Victoriana, se veían felices. Alrededor de ellos puso monedas y joyas para representar poder y opulencia.

El mexicano no pudo evitar sonreír, realmente desearía que, en algún futuro, pudiese ser pareja de Estados Unidos, que pudieran terminar con esa absurda ideología comunista y tener un final feliz donde su querido estadounidense pudiese vivir tranquilo, sin estrés ni preocupaciones.

ㅡIs...Israel...ㅡ el rubio murmuraba y comenzaba a moverseㅡ Lo... lo siento... debí... Israel... Israel...

Despertó de golpe gritando el nombre de Israel; levantándose y quedando sentado en la orilla de cama, justo en frente del latino. Su respiración era agitada, sentía el "corazón en la boca"; se llevó la mano al pecho mientras trataba de regular su respiración.

ㅡTranquilo, solo era un sueñoㅡ México dejó sus cosas a un lado, sostuvo la mano libre del rubioㅡ Solo un sueño, un mal sueño.

ㅡ¿Qué... qué me pasó? Lo último que recuerdo es haber... haber roto el televisor después deㅡ no pudo terminar la frase, se le revolvió el estomago de tan solo recordar aquel vídeo. La sensación de asco, combinado con la enorme cantidad de medicamento provocaron que terminara vomitando en el suelo.

México se levantó para traerle un vaso de agua y un paño para que se limpiase la boca. Después de eso, el moreno llevó al estadounidense al baño para ponerlo en la bañera con agua tibia. Lo bañaría porque sabía que aún seguía un tanto aturdido y porque sabía que un baño de esponja siempre ayudaba a que el cuerpo del rubio no estuviese tan tenso.

México.

ㅡ¿Sí?

ㅡFue real, ¿cierto? Lo de Israel, ¿fue real?ㅡ su voz se notaba robótica, sin emoción alguna. Una voz antinatural.

ㅡMe temo que sí. Lo, lo lamento.

Estados Unidos suspiró pesadamente. Volteó a mirar con más detenimiento el rostro de su compañero, notando que tenía una herida en su labio inferior, como si se hubiese golpeado con algo.

ㅡ¿Y que le pasó a tu labio, Mexico?

ㅡ¿Eh? B-bueno, es una historia curiosaㅡ rio de manera nerviosaㅡ Verás, después del incidente y después de que lograron... calmarte, fui llamado a la oficina de tu jefe.

ㅡ¿Y qué pasó?

ㅡMe dijo que tu colapso había sido mi culpa, si yo no hubiese organizado la fiesta y eso, tú no hubieses tenido que ver ese horrible vídeo, y...ㅡ hizo una ligera pausa, tratando de contener un sollozoㅡ El me golpeó en el rostro.

ㅡ¡¿Qué?! ¿Y acaso tu jefe no dijo o hizo algo al respecto?

ㅡYa sabes como son mis jefes, obviamente ni siquiera se inmuto a pesar de que él estuvo presenteㅡ trató de poner una sonrisa en su rostroㅡ Pero eso ya no importa.

Amenaza Roja [Hispanoamerica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora