El sueño

98 19 4
                                    

México veía a través de la ventana como la nieve caía; no lo podía negar, se veía bastante hermoso aquel paisaje blanco, pese a eso aún extrañaba sus propios paisajes, deseaba más que nada regresar pero bien sabía que faltaba para eso aún más tiempo.

ㅡEs linda ¿no? La nieveㅡ el ruso apareció tras su espalda.

ㅡSí, es bastante linda.

ㅡ¿Sabes que es también lindo?

ㅡNo, ¿qué?

ㅡTu comportamiento. Veo que ya te has acoplado perfectamente a nosotros. Tus servicios durante todo este mes que llevas han sido espectaculares.

ㅡEs que me he dado cuenta que tú tenías razón. El comunismo es lo mejor, ahora me siento libre. Ya no tengo que complacer a Estados Unidosㅡ mintió mientras mostraba una sonrisa cálida.

El ruso tomó la mano del mexicano, el moreno hizo todo lo posible para no reaccionar mal.

ㅡ¿Puedo hacerte una pregunta, México?

ㅡClaro.

ㅡ¿Alguna vez estuviste enamorado de el yankee?

《Desde la primera vez que lo vi me enamore de él. Me ponía feliz cuando, en la época colonial, venía él de visita, con él hacía travesuras, no me importaba si al final me castigaba España. Me inspiró cuando logró su independencia; me llene de lágrimas de felicidad cuando él reconoció mi independencia. Claro, me dolió mucho cuando me quitó más de la mitad de mi territorio, pero el amor que sentía por él siguió dentro de mi.
Siempre estuve y siempre estaré enamorado de él. Todo mi ser le pertece a él》fue lo que pensó antes de responder a la pregunta.

ㅡNo. Nunca estuve enamorado de él.

Rusia sonrió victorioso. Tenía pase libre para quedarse con México, o al menos eso es lo que él creía.

Tras ese intercambio de palabras, el mexicano se ofreció a preparar la comida para todos en la casa. El ruso aceptó la idea, dijo que reuniría a los demás en lo que el latino cocinaba.

Cuando el pelinegro se quedo solo en la cocina, soltó un fuerte suspiro. Apenas llevaba un mes atrapado en esa horrible casa rodeado de estúpidos comunistas, pero se sentía como una eternidad. Extrañaba tanto al estadounidense, se pregunta el cómo estaría su amado, quería abrazarlo, cocinar para él, verlo dormir, apoyarlo ahora que sus aliados se iban alejando de él.

Una lágrima recorrió su mejilla. Ya quería irse de ahí, pero aún no era su momento, debía aguantar un poco más, ganarse la completa confianza de ese odioso ruso.
Respiró hondo y se concentró en cocinar.

Hizo lo mejor que pudo con los ingredientes que habían, aún no se acostumbraba a la gastronomía del lugar. Le parecía muy sin sabor, simple, sin chiste, algo que no le permitía reflejar sus dotes culinarios.

Durante la hora en la que todos comieron, estuvo con una sonrisa falsa que demostraba supuesta atención y admiración a todo lo que dijera Rusia. Él creía que estaba fingiendo bien, pero no notó que cierto kazajo sospechaba de esa sonrisa que fingía.

Escombro la mesa y lavó los trastes con ayuda de Bielorrusia, este último le hablaba alegremente de cosas que a México no le importaban para nada, pero igual mostró interés para que su papel de "bjen aliado" se fuera afianzando más y más.
Si quería que su plan funcionara no solo debía ganarse al ruso, si no que también a los demás miembros de la Unión Soviética.

Pidió permiso para quedarse en su habitación lo que restaba del día. Se lo permitieron por su buen comportamiento.

Cuando cerró la puerta se sintió un poco menos pesado. Se dejó caer sobre la cama, trataría de tomar una siesta, ya que sus sueños eran el único lugar al que esos idiotas no podían acceder.

No tardó en quedarse dormido, su cansancio mental provocó que quedará completamente perdido en sus sueños.

El día era perfecto, la temperatura era la adecuada, el viento era leve, el cielo despejado. La sombra que daba el árbol alcanzaba perfectamente para cubrir a los dos norteamericanos.
México y Estados Unidos estaban teniendo un picnic. La paz reinaba en el lugar.

ㅡSiempre supe que tú ganarías la guerraㅡ dijo el mexicano volteando a ver a su amado.

ㅡSoy la nación perfecta. Obviamente iba a ganar yo.

ㅡGracias por aceptarme en tu vida. Gracias por permitirme ser tu mano derecha en este nuevo mundo en el que tu gobiernas.

ㅡEres mío. Siempre estarás a mi lado por esa razón.

Sus miradas se encontraron. El rubio tomó del mentón al pelinegro para acercarlo hacia él; cada vez estaba más cerca sus labios, iban a tener un romántico beso.

Hasta que México fue despertado por golpes en su puerta.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 22, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amenaza Roja [Hispanoamerica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora