El nuevo hogar

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I

ㅡ¡No! ¡No quiero ir!ㅡ el mexicano forcejeaba. 

Chile y Argentina lo llevaban literalmente arrastrando hacia el avión. México no quería subir, ya que aquello implicaba que se iría al otro lado del mundo, estaría más alejado que nunca de su nación. 

ㅡNo nos importa lo que quieras. Las ordenes del jefe son que te vayas con élㅡ dijo el argentino.

Finalmente subieron al avión.

Para evitar que el norteamericano hiciera alguna "estupidez", ambos sudamericanos lo amarraron al asiento. Así fue como el moreno quedó inmovilizado y para el "toque final" le pusieron una cinta en la boca para que no estuviera gritando durante el trayecto.

ㅡSientete suertudo frijolero, cualquiera de nosotros desearía que Rusia nos quisiera a su ladoㅡ dijo el chileno.

Finalmente, ambos sudamericanos bajaron de avión y dieron la orden de que este ya podía despegar.
El mexicano trataba de liberarse antes de que el avión despegará; trato y trato con todas sus fuerzas pero su intento fue inútil. Supo que todo estaba perdido al sentir como la aeronave comenzaba a elevarse.

II

El avión aterrizó en territorio soviético.

Bielorrusia y Kazajistán entraron al avión para llevarse al mexicano. Lo desataron y le quitaron la cinta de la boca.

ㅡNo trates de hacer nada estúpidoㅡ dijo el bielorruso mostrando que debajo de su chaqueta traía una pequeña pistolaㅡ No creo que quieras quedarte sin caminar.

México en ese momento se rindió. No lucharía y no forcejearía, pues, ¿que diferencia habría? Ya estaba lejos de su hogar, en un lugar gélido que no conocía.
Simplemente bajó la cabeza y se dejo guiar por los otros dos soviéticos, sin reprochar nada.

Fue un largo camino en auto hasta llegar a la enorme casa donde vivían.
Al bajar del vehículo, el bielorruso y el kazajo tomaron cada quien de un brazo al moreno. Tocaron el timbre y al instante la gran puerta se abrió. Ucrania ya los estaba esperando.

ㅡMe alegra que hayan llegado al fin. Rusia ya estaba desesperado de que no llegabanㅡ menciono el ucraniano.

Todos comenzaron a caminar con destino a la oficina del ruso. Durante todo el trayecto nadie dijo nada, se mantuvieron en silencio.

México solo se dedicaba a observar el lugar; habían pinturas de todos los soviéticos y sus aliados en las paredes. No pudo evitar sentir rabia al ver la pintura en la que estaban retratados sus hermanos. Antes de llegar a su destino pudo ver una última pintura la cual le llamo su atención.
Se trataba de una de Yugoslavia estrechando la mano de Rusia, solo que el yugoslavo había sido vandalizado, pues le habían puesto un bigote ridículo, su traje había sido rayoneado con pintura amarilla y en el apretón de manos había un tache.

Al fin llegaron a la oficina.
El ucraniano abrió la puerta. Al instante, los otros dos aventaron al latino dentro de esta y después cerraron la puerta.

ㅡOh México, me alegra que ya estés aquíㅡ dijo el ruso, volteando su asiento (el cual estaba de espaldas) para así quedar frente a frente con el otro.

ㅡ¿Qué es lo que quieres de mi? ¿Vas a torturarme como esos árabes hicieron con Israel?ㅡ el mexicano estaba a la defensiva.

ㅡ¿Me crees tan inhumano para hacer eso?

ㅡSí.

ㅡOh querido México, yo no te torturaré. No, no, no.

ㅡ¿Entonces para que me quieres?

ㅡBueno, yo siempre quise un sirviente.

ㅡ¿Me ves cara de sirviente?

ㅡClaro. ¿Pues que no se supone que tu eras el sirviente del yankee?

ㅡ¡Yo no era su sirviente!

ㅡLo eras. Quiero decir, tus hermanos me contaron que desde siempre estuviste al pendiente del yankee. Además, no es secreto para nadie que muchas veces limpiaste su casa, lo bañaste, hiciste por el las compras, le hacías de comer, bueno, todo lo que hace un sirviente.

El mexicano no respondió nada.

ㅡ¿Por qué tan callado? ¿Acaso dije la verdad?

ㅡNo. Quiero decir, si hacía todas esas cosas por él, ¡pero no porque fuera su sirviente!

ㅡ¿Entonces porque lo hacías?

México quería gritar y responderle 《Lo hacía por que lo amo》, pero, ¿de verdad era buena idea decirlo? Aquello lo podría usar el ruso en su contra, así como lo hizo Egipto.

ㅡNo es de tu interés. No tienes porque saberloㅡ finalmente respondió el latino.

ㅡTienes razón, no me interesa en realidadㅡ se levantó de su asientoㅡ En fin, es momento de que te pongas a trabajar, sirvienteㅡ tomó al moreno por el mentón con fuerzaㅡ Y más te vale no hacer nada estúpido o tu gente pagará las consecuencias.

Amenaza Roja [Hispanoamerica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora