Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ⁴

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Minho no tenía nada más que hacer

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Minho no tenía nada más que hacer. Había salido a caminar a un parque a unas siete u ocho cuadras de su casa solo. A pesar de que Hyunjin le escribió en la tarde para salir, pero lo rechazó debido a que quería estar solo y llenar su cabeza de pensamientos; pensamientos en los cuales solo reinaba un problema, su estatura.

Ya tenía veintiuno años en los cuales había intentado varios métodos para poder crecer algún que otro centímetro más, sin embargo, solo lograba escasos resultados por meses de aplicación. Sinceramente, ya estaba cansado de todo eso.

Christopher siempre lo animaba con dulces palabras de apoyo diciéndole que su pareja destinada lo va a querer no por su altura, sino por todo su cariño y amor que guardaba en su alma. Aunque de poco le servía en días como esos, cuando salía a la calle y ve a las múltiples parejas paseando de la mano, dándose besos o alguna muestra de afecto que lo deprimía notablemente. En ocasiones Minho creía que el nació con soledad, que su destino era vivir soltero puesto que nadie sería capaz de amarlo, pero sin importa los pensamientos negativos que se le incrustan en su mente, su corazón siempre había tenido, y sigue teniendo, que una persona en ese gran y extenso planeta, lo iba a amas más de lo que imaginaba.

Solo que, ¿Quién era esa persona?

Y mucho más importante…

¿Dónde se encuentra?

¡Minho lo quería tener ya!

Los pasos que dieron al caminar pronto parecieron querer ir más rápido. De la nada las parejas parecían haberlo rodeado y eso lo hacía como asfixiarse. Había un olor que, tal y como una fuerte y ansiada brisa de verano, lo había invadido y discapacitado a continuar.

El alfa creyó que era por los múltiples olores de aquellas parejas; pero tras ver un hueco libre sin ningún par de personas y huir inmediatamente por ese ligar, aquel olor se había intensificado.

Era un olor de galletas con chispas de chocolate y leche.

Minho ignoró como su corazón había comenzado a bombear con tanta rapidez, restándole a esa taquicardia que le hacía sentir mal y se concentró en seguir ese destino que el aroma, por alguna extraña razón, lo obligó a continuar.

No demoró demasiado al llegar a un lugar donde varias bancas con mesas de maderas frente a una cancha de fútbol y básquetbol. Camino entre ellas viendo como solo dos mesas estaban siendo ocupadas, una con dos mujeres de aproximadamente dieciséis o diecisiete años, y otra con tres chicos que parecían de su misma edad.

Entonces, con el corazón en la mano y sudando a mares se acercó a las chicas, pero el aroma lo hizo cambiar de nuevo de dirección.

Dirección que apuntaba a los tres chicos.

¿Qué hizo? La respuesta es fácil.
Salió corriendo de ahí mientras esperaba a que Chan le respondiera la llamada.

   –Entonces – habló Chan con lentitud queriendo calmar a su amigo quien miraba a todos lados distraído y bastante nervioso –

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   –Entonces – habló Chan con lentitud queriendo calmar a su amigo quien miraba a todos lados distraído y bastante nervioso –. ¿Me dices que pudiste oler a un chico verdad? – Minho asintió aún sin siquiera mirarle –. ¿Eso no es genial? – vuelve a preguntar está vez sonriendo como nunca –. ¡Al final has encontrado a tú pareja! ¡Minho, tú lo lograste oler!

   –Lo sé, al fin huelo a un omega… pero la cosa es que…

   –¿Te incómoda que sea hombre?

   –Diablos Chan. ¡Claro que no! ¿Cuántas veces les he dicho que no me interesa que sexo sea mi pareja?

   –¿Entonces?

   –Es que lo olí. ¡Maldición! Huelo su aroma de galletas con chispas de chocolate y leche. ¿Y si no somos destinados? No podría percibir su aroma tan bien como lo hago – exclamó ocultando su rostro con sus manos a la vez que soltaba un suspiro agotador –. Tengo miedo Chan – tartamudeo –. Miedo a que yo no sea lo que él espera, de no ser un alfa que pueda amar.

   –Vamos Minho – el beta se levantó y le tendió las manos al nombrado para ayudarlo a levantarse, junto con las cálidas palabras de aliento que siempre le decía no solo para animarlo, sino también hacerle saber que no lo dejaría jamás –. ¿Cómo es ese lindo chico destinado a ti? Lo quiero ver, enséñamelo.

Minho se encogió de hombros. No había sido capaz de siquiera reconocer cuál de los tres chicos era su destinado.

   –¿No sabes? – cuestionó el rubio –. Vaya, creo que eres más lento de lo que pensaba – susurró observando aquella mesa, a unos diez metros de distancia aproximadamente, notando como un chico de cabello azul se levantaba y se iba de ahí –. Oyen Min, uno se levantó y viene para acá.

   –¿Quién es? – pregunto exaltado Minho. El aroma se hacía cada vez más fuerte y presente que, sin pensarlo jaló de la manga de su amigo para esconderse atrás de un árbol –. ¿Todavía viene?

Chris negó –. Cambio de dirección.
Entonces Minho lo vio. Vio a un chico, que de simple vista se veía más alto que él, vestido de jeans negros al igual que sus zapatos y una playera blanca. Tenía el cabello azul y aunque caminara derecho hacia ellos, pudo notar como el chico movía la nariz como si un olor le llegará a incomodar. Al verlo se dio cuenta de que su corazón tenía razón.

   –¿A quién quieren secuestrar?

Y tanto Bang Chan como Minho saltaron asustados por aquella voz que salió de sus espaldas, escuchando después como Jeongin no paraba de reír por su reacción.

   –¿Qué haces aquí Jeongin?

   –Yo debería de preguntarte eso, Minho hyung, le dijiste a Jinnie que estabas ocupado y ahora te veo aquí con Channie hyung. ¿Por qué rechazas a mi alfa? – frunció el ceño enfrentando al alfa.

   –Innie, Minho encontró a su pareja.

   –¿Cómo que la encontró? – grito con emoción, borrando todo rastro de enojo que segundos antes había tenido –. ¿Quién es?

   –Minho, ¿Es el que acaba de pasar?
Lee asintió para señalar a sus dos amigos aquel chico que de a poco se alejaba de ellos caminando con tranquilidad.

   –No lo conozco, pero estoy seguro de que él es – el alfa sonrió viendo como su futura pareja se iba, porque si, Minho iba a convertir a ese chico en su pareja y no lo iba a dejar irse.
Era algo increíble.

   –Espera – susurró Jeongin dándose paso entre ambos chicos quedando al frente al frente de los dos para posteriormente colocar sus manos a los costados de su boca –. ¡Han Jisung! – gritó fuerte volviendo a sobresaltar a sus amigos quienes entraron en pánico al ver cómo Jeongin conocía al chico y peor aún, como el chico se dio media vuelta con una felicidad casi envidiable para correr hacia el omega con prisa y saltar sobre él abrazándolo con fuerza.

Minho simplemente había muerto.

   –¡Jeonginnie! – exclamo eufórico el chico de cabello azul.

   –¡Jeonginnie! – exclamo eufórico el chico de cabello azul

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𝑫𝒆𝒕𝒓𝒂́𝒔 𝒕𝒖𝒚𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora