Mi nombre es Firulais, o bueno, así me llamó un Chihuahua hace un tiempo mientras compartíamos un bocadillo que habíamos conseguido en la basura, según él en Latinoamérica ustedes los humanos llaman a los perros callejeros como Firulais, ningún perr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aysel aún sonrojada caminaba rápidamente conmigo en sus brazos. La chica tenía una gran cantidad de músculos, tenía que admitir que yo no era nada pequeño, aunque si había adelgazado un poco en las últimas semanas. Sin embargo, un can como yo no era nada liviano y la chica me tenía en sus brazos como si solo pesara como una de esas condenadas pulgas.
Ahora, analizando todo lo que acababa de pasar, ¿quién era Murat para Aysel y por qué ella se comportaba de esa manera?
Nunca entendería a los humanos, pero como ya lo había mencionado Aysel en algunas ocasiones era fácil de leer, esta era una de esas ocasiones.
A Aysel le gustaba Murat y déjenme decirles que a mí me gustaba él para la chica.
Cortando mis pensamientos, Aysel se aproximó a la puerta de un pequeño edificio. Miró con temor frente a ella y dejo salir un pequeño suspiro para después posar sus ojos sobre mí.
— ¿Cómo no se me ocurrió esto antes? —Me miró atemorizada —. Escucha Tommy, se supone que tú no puedes estar aquí. La Señora Cuatro Ojos me matara si te ve aquí. Puedo jurar que la mujer tiene un radar con los animales y los hombres.
¿La Señora Cuatro Ojos? ¿Y esa quién es?
—Así que escúchame amiguito, no puedes hacer ningún ruido, debes portarte bien por esta noche, ¿de acuerdo?
No respondí, ella dijo que hiciera silencio así que no puedo ladrar, solo me quede ahí, sobre sus brazos observándola.
—De acuerdo, asumiré que me entendiste —Aysel me dejó un momento en el suelo para poder sacar una chaqueta de su bolsa, posteriormente me cubrió con ella para después tomarme nuevamente en sus brazos y abrir la puerta —. Ahora shh, no hagas ruido.
Si abrió la puerta rápido no pueden imaginarse la rapidez con la que subió las escaleras. Pero al parecer la supuesta Señora Cuatro Ojos la escuchó porque a nuestras espaldas alguien la llamó.
— ¿Aysel? ¿Qué traes en tus brazos?
— ¿Esto? Oh, nada Señora Decker, cosas del trabajo —Respondió ella muy segura de sí misma sonriéndole por encima del hombro —. Ahora si me disculpa, está un poco pesado.
—Aysel, espero que no sea un mugroso animal. Recuerda que están prohibidos en mi edificio—La señora insistió, por lo que Aysel no pudo seguir con su camino.
Les juro que aguanté la respiración cuando se dio un poco la vuelta, afortunadamente la chaqueta me cubría por completo. Ahora todo quedaba de mí parte para no moverme o hacer algún ruido. Ya entendía porque la advertencia de Aysel, si esa señora nos descubría ella tendría grandes problemas, lo último que quería era afectarla de algún modo.
—Señora Decker, le puedo asegurar que yo siempre sigo las reglas así que no debe preocuparse. Ahora si me disculpa, estoy muy cansada, así que iré a ducharme y me meteré a la cama. Buenas noches —Aysel procedió a subir pero antes de darse la vuelta se despidió de la señora con un comentario mordaz —. ¡Ah! Y entiendo que los animales no sean de su agrado, pero por favor, métase ese tipo de comentarios por donde no le da el sol. Ahora sí, buenas noches.