Capítulo 27.

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Quería mantener mis ojos cerrados, no podía ver hacia afuera de la jaula, tampoco podía ver hacia mi lado

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Quería mantener mis ojos cerrados, no podía ver hacia afuera de la jaula, tampoco podía ver hacia mi lado. Las imágenes aún estaban frescas en mi mente, tampoco es que hubiera pasado demasiado tiempo. De hecho, aún la sangre color escarlata pintaba el suelo y una parte de su pelaje.

No era su sangre.

A pesar de que Lee me había hecho mucho daño no llegaba a que mi sangre saliera de mi cuerpo. Ella aún permanecía dentro y recorría cada centímetro de éste con rapidez. Mi corazón latía acelerado, siendo las imágenes de hace unas horas la que ocasionaban que él no estuviera tranquilo.

Mi cuerpo ya no dolía, mi corazón lo hacía.

Durante mis múltiples vidas me había cruzado con cientos de animales y humanos. A veces los animales eran crueles con los demás, pero era simplemente la característica de cada especie. Una hiena a veces tenía sed de matar solo por comida, un águila solo volaba por los cielos en busca de su próxima presa, los perros se defendían en las calles porque era lo único que tenían para sobrevivir.

Lo llamamos instinto. Los humanos no tienen el instinto que nosotros tenemos, ellos tienen algo llamado conciencia.

Los animales no podrían sentir culpa, los humanos sí.

Pero, ¿Esta chica podría sentir culpa? Ella se comportaba más como un animal que los propios animales. Pero ella estaba trastornada, no lo justificaba pero Bee no estaba bien mentalmente hablando.

Escuché la puerta del sótano después de tantas horas estando cerrada. No quería abrir los ojos pero lo hice, por mi instinto. Estaba cuidando que Bee no volviera esta vez a por mí.

Era Lee.

Miró la mata de pelos blancos frente a él. Cleo no había sufrido demasiado, el primer batazo la mató en seco. No hizo ningún ruido al segundo golpe, por eso lo sabía. Bee había golpeado una y otra vez el cuerpo sin vida de la perrita, cada vez con más fuerza, como si de una piñata se tratara. Ahora frente a Lee, frente a mí, solo quedaba una masa deforme de pelos y mucha, muchísima sangre.

Lee me observó, yo lo observé, solo quería quitar los ojos del cuerpo de Cleo. Por primera vez no vi mas que arrepentimiento en los ojos de Lee. Él daba miedo, su alma estaba podrida, Lee era malo, pero a diferencia de su hermana si había arrepentimiento en sus ojos.

Sus ojos eran dos tormentas en pleno apogeo.

Lee estaba sintiendo algo más que rencor, Lee estaba lastimado y no por lo que veía frente a él, estaba mal porque su hermana estaba en un hoyo del que nadie la podría sacar, ni siquiera él, y eso partía el corazón de Lee en mil pedazos.

—Ya no puedo seguir haciéndole esto—dijo con su voz rota.

Se acercó a la mesa con sus herramientas de tortura, me tensé porque pensé que venía a por mí. Sin embargo, tomó una bolsa de basura negra y procedió a tomar el cuerpo de Cleo, la arrojó sobre la bolsa y por último hizo un nudo firme para posteriormente colocar el cuerpo sobre la mesa.

Lee me miró nuevamente como si yo pudiera darle la respuesta a su situación. Se acercó a mi jaula y se sentó frente a mí, sin importarle que su pantalón se estuviera ensuciando con la sangre de Cleo.

—Ojala no hubieran existido—murmuró—. Ojalá él no hubiera ganado dinero a costa de ustedes.

Incliné un poco mi cabeza, escuchándolo con atención.

—Ojalá él no nos hubiese destruido, perro—suspiró y tomo la jaula sin cruzarle por la cabeza que yo habría podido morderlo. Tampoco es que lo fuera a intentar—. Ella era una niña muy dulce, pero después de que mamá murió todo se volvió cuesta abajo. Mi padre se obsesionó aún más con su trabajo, Bee era más hiperactiva. Los perros por su parte eran educados, tranquilos y hacían todo lo que él decía, era su entrenador después de todo. Bee... Ella estaba celosa y mi padre puso las cosas peor.

No era una excusa para que alguien matara un perro solo por diversión.

—No, no es excusa—dijo como si hubiese escuchado mis pensamientos—. Pero cuando alguien te moldea y te obliga a hacer algo que no eres, que no quieres ser, nos convertimos en una bola de mierda, perro. Los seres humanos también somos animales, también nos movemos por instinto, pero también nos educan para ser pasivos, así como a los perros.

Lee acarició mi cabeza, algo que nunca pensé que haría. No me hizo daño solo... Me acariciaba como si fuéramos los mejores amigos del mundo.

—La única cosa que la mantenía feliz era hacerles daño. Empezó con jaladas de oreja y cola, luego quemaduras o cortadas de pelo, después pasó al bate y se hizo más
... mortal—Lee soltó una lágrima—. Pensé que la estaba ayudando, pero cada vez se ponía peor, ya no la reconozco. Ella está cada vez más inestable y eso me asusta, porque sé también que es cuestión de tiempo para que haga una locura.

—¡Guau!—Si la quieres, tienes que salvarla.

Lee recostó su cabeza sobre las barras de la jaula, cerró sus ojos con fuerza dejando caer más lágrimas.

—Sé lo que tengo que hacer, perro. Pero creo que no saldrás vivo de esto.

—¡Guau!—Necesito vivir, Lee.

—Yo ya no puedo detenerla—dijo con una sonrisa triste—. Es hora de tomar medidas extremas, aun cuando me separen de ella y no pueda verla nunca más.

—¡Guau!—¿Qué piensas hacer?

Lee se levantó y se alejó de mí jaula, dejó todo lleno de sangre, tomó la bolsa con Cleo y antes de atravesar la puerta dijo:

—Lo siento, perro.

Sabía que lo peor estaría por llegar, y que sería mi fin... Otra vez.

 Otra vez

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Ahora... ¡Hola por aquí! Lamento mucho no haber actualizado los dos últimos fines de semana pero como recompensa hoy tendrán doble actualización.

En un ratito subo el capítulo 28 :) espero que este les haya gustado.

En un ratito subo el capítulo 28 :) espero que este les haya gustado

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A los ojos de FirulaisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora