No era un loro, en realidad era un guacamayo, pero es más fácil decir que soy un loro, ¿verdad?
Era mi tercera vida, pero mi primera vez teniendo plumas y alas, también era mi segunda vez saliendo de un huevo.
Por cierto, esta manera fue horrible, no porque tuviera que salir de un huevo, eso ya lo había hecho en mi anterior vida. Lo horrible fue el adefesio que éramos mis hermanos y yo. ¡Qué horribles!
Por favor, nunca le pidan a las estrellas reencarnar en otros animales, no quieres ser un loro... Perdón, un guacamayo.
Guacamayo, guacamayo, guacamayo.
¡Guacamayo!
No me mires así humano, no sabes lo que es ser marginado porque por equivocación dices que eres un loro.
Mi mamá me dejó abandonado solo por decir tal barbaridad. Mi papá solo me miró con decepción y mis hermanas les daban vergüenza tan solo mirarme.
Era un guacamayo, no un loro.
—Ahí va el que se cree loro—cacareó uno de los guacamayos a lo lejos. No dije nada, era mejor evitar conflictos.
Y casi siempre era así.
No hablaba con muchos, en realidad casi ni hablaba. Estaba muy aislado, tal vez en su momento quería estar así de aislado.
Esa fue otra equivocación de mi parte, como me hubiese gustado que alguien me hubiera dicho lo que iba a pasar.
Mi vida como guacamayo era aburrida, solo había una cosa que realmente valía la pena y era volar.
Volaba mucho, nada era más hermoso que ver a todos los humanos desde lejos, ver los edificios, los autos, otros animales... Y si, también vi a loros, ya sabía como eran, no me juzguen.
Sentir el viento sobre tus plumas era la sensación más satisfactoria por aquellos días. Sentía que de alguna manera era importante, era genial.
Me sentía tan apaciguado por las nubes y el cielos azul que por un momento olvidé mi misión de vida y por qué ya no tenía cuatro patas sino alas y dos patas con garras.
Pensaba que siendo un ave tan majestuoso iba a ser fácil conseguir a un alma pura. Todos querían un guacamayo, aquí estaba yo, todo mi cuerpecito para ellos.
Que equivocado estaba.
Un día me metí donde no debía estar. Solo buscaba comida, lo juro, y vi esa sabrosa fruta dentro de un edificio, me acerqué lentamente y comencé a comer hasta que sentí el fuerte ruido detrás de mí.
—¡Dios mío, que hermosa eres! ¡Y ahora eres mía!
Una jaula.
Él me llamó José y siempre fui su oscuro secreto.
El humano Antonio tenía un alma negra, era pretencioso y solo su palabra valía algo.
Algunas veces me dejaba sin comer, en otras solo me pinchaba con una vara con un clavo en su punta.
Mi peor castigo sucedió cuando lo picotee mientras dejaba un poco de pan dentro de la jaula.
—¡Endemoniado animal!
Estaba furioso. Vi mi fin en sus ojos brillantes y llenos de maldad. Sucedió algo peor, diez días dentro de mi jaula y a su vez dentro de un closet oscuro y sin aire puro que respirar.
La primera noche gritaba, solo quería que me dejaran salir de ahí. A la tercera noche me rendí. Solo abría la puerta para dejar un poco de agua. Nada de comida.
Más nunca exclamé algún ruido, más nunca traté de escapar... Solo quería morir de una vez por todas y rogarle a las estrellas que mi próxima vida fuera mejor.
Estuve años encerrado en esa jaula, dentro de un apartamento, no volví a volar, solo podía ver desde mi jaula a los demás pájaros flotar en ese profundo azul del cielo.
No hay mucho más que contar, solo fui José, el guacamayo que más nunca pudo volar.
Si, humanos, solo estuve ahí, sin más, morí de tristeza. Y cuando lo estaba haciendo no saben lo aliviado que estaba.
Mi pregunta en ese momento era: ¿Y ahora? ¿Que seré?
Dos minutos después tuvemi respuesta...
Ver guacamayos en mi país es algo muy común, los puedes escuchar en las mañana e incluso en las tardes. En mi universidad es algo tan común de ver. Un día pasaba por las calles y en un apartamento pude notar como tenían una de estas aves en una jaula más pequeña que su tamaño, tuve demasiada impotencia al ver eso.
Son aves majestuosas, unicas y lastimosamente son el blanco de muchos contrabandistas que busca un intercambio monetario.
Es por eso que quise poner esta vida de Firulais. Es corto porque saben que cada vida es solo un pequeño relato de nuestro Firu.
Cuéntame, ¿estas aves son comunes en tu país?
Capítulo dedicado a Fabi, espero que te guste <3 El próximo lo dedicaré al azar :)
Nos leemos el próximo domingo, si, este capítulo era de este domingo 26 pero se me hace imposible actualizar por lo que lo hago hoy :)
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A los ojos de Firulais
No FicciónMi nombre es Firulais, o bueno, así me llamó un Chihuahua hace un tiempo mientras compartíamos un bocadillo que habíamos conseguido en la basura, según él en Latinoamérica ustedes los humanos llaman a los perros callejeros como Firulais, ningún perr...