A diferencia de Cleo, Apolo miraba divertido la situación. Los demás perros movían su cola con emoción, como si algo bueno fuera a pasar.
—¿Nunca han visto un humano en su vida?—Confundido me dirigí a Apolo.
—El humano que entrará por esa puerta es diferente. Quiere adoptar, así que cualquiera en este lugar tiene la oportunidad de largarse de aquí el día de hoy.
No moví ni un músculo, no me emocioné, solo me quedé ahí, mirando a Apolo.
Iba a responderle cuando dos humanos entraron por la gran puerta al final del pasillo. Uno de ellos era un chico con un semblante de fastidio y el otro una joven con una gran sonrisa. Detrás de ellos apareció un humano mucho mayor, se asemejaba mucho a uno de los que me había traído aquí, al menos, estaban vestidos de la misma manera.
Todos a mi alrededor se desesperaron aún más, ladraban con más ánimos y por un momento pensé que a uno de esos canes se les caería la cola por la fuerza en que la movía de un lado al otro.
Solo que ellos no veían lo que yo. El chico aburrido tenía un alma oscura y la chica a su lado por más dulce que se veía a simple vista tenía un alma más negra que la del joven muchacho.
¿Es que todos los humanos que venían a adoptar tenían el alma tan fea?
—Como podrán observar tenemos todo tipo de perros. Pequeños, grandes, adultos, todos con las esperanzas de tener un nuevo hogar.
—¡Son tan cuchis!—gritó la chica con efusividad—. ¡Quisiera llevármelos todos!
—Sí, sí. Solo escoge uno rápido.
—Tengo que evaluarlos, así que te esperas. Deja de ser tan impaciente.
El señor miraba con atención el intercambio de ambos jóvenes, los evaluaba con la mirada.
—Sus rostros se me hacen conocidos, ¿Han adoptado con nosotros anteriormente?
—Uh si, un perro, venimos por el segundo. ¡Nos encantan los animales!
El muchacho a su lado se encontraba incómodo, como si no esperara la pregunta. La chica por su parte a pesar de haber tensado su cuerpo respondió con fluidez.
—Son Jacky y Jack, los destripadores—susurró Apolo a mi lado, solo al alcance de mis oídos—. Volvieron
—¿Los destripadores?
Apolo se da cuenta de que lo he escuchado, se tensó.
—No es nada, pequeño Firulais.
—No me gustan, me dan mala vibra—le digo esperando que con eso me diga algo más de lo que anteriormente había dicho—. ¿Por qué los llamas de esa manera?
Apolo se lo pensó un poco y luego acercándose un poco más a mi jaula habló en voz baja.
—Debes prometer nunca contárselo a ninguno de los perros de este lugar.
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A los ojos de Firulais
No FicciónMi nombre es Firulais, o bueno, así me llamó un Chihuahua hace un tiempo mientras compartíamos un bocadillo que habíamos conseguido en la basura, según él en Latinoamérica ustedes los humanos llaman a los perros callejeros como Firulais, ningún perr...