Capítulo 16.

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Mis patas flotaban sobre el asfalto, estaba tan feliz y sabía que el día se pondría aún mejor

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Mis patas flotaban sobre el asfalto, estaba tan feliz y sabía que el día se pondría aún mejor. Ya estaba saboreando mentalmente el nuevo sándwich que de seguro Daeme traería para mí.

—¿Puedes ir más lento, Firulais?—protestó Zeus a lo lejos, el pobre tenía la lengua afuera.

—No tengo la culpa de que tengas patas cortas, querido amigo.

Mi tono burlón dio paso a un Zeus más energético, tanto así que igualó mi paso y me retó con la mirada.

Por Dios, si Zeus quería podría ganarme en una carrera. Zeus tenía muchos años en las calles, sabía huir de cualquier lugar en un segundo, aunque tuviera patas cortas. Mi mejor amigo solo tenía sus años y por más que él no lo dijera sabía que su edad ya estaba empezando a afectarlo.

En un santiamén llegamos a nuestro lugar de encuentro, ella aún no había llegado y la fuente estaba encendida. Las pulgas demonio y ángel se posaron en cada lado de mi rostro, una como siempre incitándome a ser un mal perro, la otra diciendo que Daene me vería, tenía que ser un buen perro.

—Si ella te llega a ver en esa fuente, ¿no pensará mal de nosotros, Firulais?—decía la versión de Firulais con un círculo dorado sobre su cabeza y una ridícula toga blanca que cubría su cuerpo—. Tal vez ella nos adopte, tal vez sea el alma pura que necesitemos, no lo arruines por un baño.

—¡Cierra la boca, perro sarnoso!—La versión Firulais de traje de cuero rojo me gustaba más, hasta tenía dos lindos cuernitos que sobresalían de su cabeza. Sus dientes se descubrieron pero no de una manera que intimidara—. Firulaisito, ambos sabemos que queremos ese baño. Las pulgas nos están comiendo.

—Pero...

—Shh, ya tú le metiste tu labia angelical, es mi turno—silenció al Firulais ángel—. Anda, es solo un chapuzón, aliviamos las pulgas y no oleremos tan mal para Daene.

—Oleremos peor para Daene, además estaremos empapados para recibirla.

—¡Hazlo, Firulais! Tenemos que vernos fa-bu-lo-sos—mascullo el Firulais de traje rojo y cuernos descubriendo nuevamente sus dientes.

—¡No lo hagas, Firulais! Nosotros siempre nos vemos fa-bu-lo-sos.

—¡Hazlo!

—¡No lo hagas!

—¡Hazlo!

—¡No lo hagas!

—¿Firulais, estás bien?—Las palabras de Zeus me distraen del debate que mi Firulais demoníaco y mi Firulais angelical estaban teniendo. Ambos eran terribles, me iban a volver loco—. Me estás preocupando.

—Quiero darme un baño.

—No

—¿Por qué no?—pongo mis ojos de cachorro atropellado pero sabía que eso no tenía ningún poder en Zeus.

—La última vez no salió bien. No llamemos mucho la atención.

Pero ya llamamos mucho la atención. Un perro medianamente grande junto a otro del tamaño de una pelusa en medio de un lugar tan concurrido era para llamar la atención. Además, ¡estábamos horribles! Seguro si me sacudía iba a dejar salir un montón de polvo de mi cuerpo.

Zeus se posicionó para rascar su espalda así que estuve a punto de correr a la fuente, pero en ese momento otra cosa me detuvo. Conocía ese auto.

Dejando a Zeus atrás me aproximé emocionado cuando la hermosa humana bajó del auto, la diferencia era que esta vez estaba vestida cómodamente, no con esos trajes que de igual forma la hacían lucir hermosa pero que a kilómetros se notaba que ella no se sentía bien.

Al otro lado del auto se bajó el guardaespaldas/novio de Daene, tenía una carpeta en sus manos y un sándwich en el otro. Olisqueé en el aire y celebré moviendo mi colita.

¡Pollo!

¿Será para mí?

—¿Es esa tu humana? ¿La humana Diana?

—Daene—le corrijo por enésima vez.

Pero no le presto más atención a lo que dice. Caminé rápidamente hasta Daene, ella al notarme me regala una hermosa sonrisa, una que me encantaría que quedase en ella para siempre.

—Hola amiguito—se agachó a mi altura y acarició mi cabeza antes de darle una mirada triunfante a su acompañante—. Te dije que vendría.

—Nunca pensé que te podría hacer caso.

—Sé tú reticencia con los perros, pero ellos son muy inteligentes, te lo dije.

Eric, el humano que acompaña a Daene otra vez no era malo, tenía un alma pura y eso lo noté el mismo día que se puso frente a Daene cuando me aproximé a ellos. Estaba protegiéndola.

Estaba tan enamorado de ella. Se notaba y podía olerlo en el aire.

—Traje más sándwiches para ti, espero que te duren algunos días. Aunque no sé cómo podrías llevártelos.

—¡Guau!—¡Gracias, Daene!

Mi cola se movía de un lado al otro cuando sacó del auto una pequeña cesta en la que pude contar cuatro sándwiches de pollo. Eric, el humano, colocó el sándwich que tenía en la mano junto a los demás, eran cinco sándwiches de pollo.

Daene levantó su mirada y la dejó fija ahí por un momento, di la vuelta y noté que Zeus estaba ahí, mirando aún con desconfianza.

Dejando a los humanos atrás corrí hasta Zeus, no le dije nada, mi mirada decía todo.

Confía.

Zeus dio un paso, se detuvo y luego retomó el camino.

—Alguien trajo un amigo.

—Dios, más perros, me alejaré un poco, no quiero...—se interrumpió cuando empezó a estornudar como un loco.

En ese momento entendí.

Era un alma pura, pero que no le gustaban los perros. Tal vez le gustaban pero era alérgico.

Daene se preocupó y se alejó de nosotros. Ayudó a su amor mientras nosotros esperábamos.

—¿Te trajo todo eso?

—Sí, creo que tendremos algo de comida de verdad por unos días—le dije felizmente olisqueando los sándwiches.

—¿Cómo sabes que no están envenenados? No quiero morir como lo hizo ese perro el otro día.

—Ya comí dos de ellos y te recuerdo que tú comiste uno de esos.

Zeus no discutió más, solo miró hacia Daene y Eric. Ella se veía preocupada mientras qué él seguía estornudando, ahora tenía una graciosa nariz roja.

—¿Por qué ella hizo todo esto?—me preguntó mi amigo.

Ambos mirábamos a la pareja, eran realmente tiernos, Daene se veía feliz. Tal vez mi misión era algo tonta, ella era feliz junto a Eric. Daene beso los labios de Eric con tal devoción que incluso cristalizó mis ojos. También pude ver cómo Zeus, el perro cascarrabias estaba enternecido.

Sabía que era imposible que nos fuéramos con ellos, pero quería tener la dicha de compartir esta vida con una pareja como esa.

Estoy aquí, tan cerca pero tan lejos, no solo de mi misión de vida sino de simplemente... Vivir.

Todos estábamos tan absortos que no nos dimos cuenta cuando un hombre mayor se acercó con rapidez hacia la pareja, estaba hirviendo de ira. Cuando llegó a Daene y Eric la tomó fuertemente del brazo y los separó.

—¡¿Qué diablos piensasque estás haciendo?!



A los ojos de FirulaisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora