Me levanté entre tropiezos y bajé a la cocina aún en pillama, me senté frente a mis padres saludándolos con un asentimiento de cabeza y empezé a desayunar, bueno, a jugar con el desayuno.
–Buenos días familia-saludó Nay llegando con Tae, se sentaron en la mesa a comer su cereal.
–¿Lisa aún duerme? Ya me había acostumbrado a molestar a mi cuñada nada más despertarme-comentó mi hermano y mi vista se nubló, suspiré tragándome las lágrimas y contesté aún sin levantar la cabeza.
–Lisa no está aquí, se fue anoche para su casa-musité mordiendo mi labio inferior.
–¿Enserio? Ella aún estaba aquí cuando nos acostamos ¿por qué se fue?-indagó Nayeon pero decidí ignorarla por el bien de mi estabilidad emocional.
–¿Puedo quedarme hoy en casa? No me siento muy bien-indagué mirándolos.
–Claro cariño, yo me quedaré contigo-contestó mi madre pero negué.
–No hace falta mamá, estaré bien sola, no te preocupes.
–¿Como que no? Claro que me quedaré contigo, te cuidaré como cuando eras pequeña-tomó mi mano por encima de la mesa acariciándola suavemente «quiero a Lisa, quiero que ella sea la que me cuide como prometió» las lágrimas se aglomeraron en mis ojos y mi labio comenzó a temblar, mis hermanos se levantaron y me abrazaron cada uno por un lado besando mis mejillas.
–Cuando lleguemos de la escuela subiremos a tu habitación y veremos La bella y la bestia-susurró Nay con una sonrisa.
–Llevaremos chocolates y haremos palomitas-«esa siempre fue nuestra costumbre, cuando alguno se enfermaba nos encerrábamos en la habitación y veíamos su película favorita acompañado de muchos dulces y golosinas».
–Ya tenemos que irnos o llegarán tarde a la escuela; mejórate pronto princesa-papá besó mi frente y salieron de la casa, dejé mi desayuno tal cual estaba y subí a la habitación acostándome en la cama y tapándome hasta el cuello con las mantas, la cama se hundió a mi lado y sentí su mano acariciar mi cabello.
–No llores más mi niña-gimoteé aún más fuerte tomando su mano y apretándola contra mi pecho.
–Extraño a Lisa mamá, quiero que ella esté a mi lado en este momento-sollozé cerrando los ojos, el dolor de mi corazón y mi cabeza aumentaba con cada segundo que pasaba.
–Pero fuiste tú la que le dijo que se fuera, ¿por qué lo hiciste?-indagó en un tono dulce sin dejar de acariciarme.
–Porque es lo mejor mamá, no quiero que sufra cuando yo muera, lo hice por ella pero aún así me duele-ignoró la mención de mi muerte y besó mi frente acostándose a mi lado mientras me abrazaba.
–Me acostaré aquí con mi niña un rato hasta que se duerma, porque imagino que anoche no durmió nada-asentí pegándome más a ella–y cuando eso pase le prepararé la sopa que tanto le gusta porque ayer no comió y hoy tampoco ha desayunado-besó mi frente y comenzó a tararear una melodía suave, mis ojos empezaron a cerrarse a medida que la canción iba pasando, su voz se volvía cada vez más lejana hasta que la dejé de escuchar por completo–Amor despierta, es hora de comer-abrí mis ojos con pesadez sorbiendo mi nariz, el frío en mi frente se hizo presente, levanté mi mano para tocarla encontrándome con una pequeña bolsa puesta ahí–Hace un rato te tomé la temperatura y tenías fiebre, te puse hielo para ver si bajaba; ahora siéntate que es hora de comer-quitó la bolsa dejándola en la mesita.
–No quiero mamá, no tengo hambre-musité frotándome los ojos «aún tengo un poco de sueño, estoy tan acostumbrada a dormir con Lisa, al sonido de su corazón, a su olor, al calor de su cuerpo, que sin ella me es prácticamente imposible poder descansar».
–Nada de eso, siéntate-la obedecí recostándome a la cabecera de la cama–ahora abre la boca-lo hice y llevó la cucharada de sopa a mi boca y así una tras otra hasta terminar el plato–¿Ves? No era tan difícil-lo dejó a un lado acariciando mi rostro.
–La extraño mamá-mi voz se quebró dando paso a las lágrimas–la amo y la quiero a mi lado, pero es muy egoísta pensar en mi bienestar antes que en el de ella, quiero que esté conmigo, poder besarla, abrazarla y saber que pase lo que pase estará a mi lado apoyándome-enterré mi cabeza en su pecho sollozando con fuerza–La amo tanto que no me imagino mi vida sin ella, solo llevo sin verla unas horas y siento que moriré, duele mucho-sobó mi espalda dejando su mentón en mi cabeza.
–Todo pasará corazón, arreglarán los cosas, solo no debes rendirte, aún hay una esperanza, ese señor o su familia pueden ser compatibles, si tanto la amas lucha hasta el final, Lisa lo vale-susurró limpiando mis lágrimas, asentí sorbiendo mi nariz.
–Mañana después de la escuela regresaré a su casa y no me iré hasta hablar con él.
(...)
Las clases transcurrieron bastante pesadas para mi, no podía concentrarme y mi mirada siempre se desviaba hasta Lisa, merendé y almorzé en el aula por temor a encontrármela en nuestro lugar secreto, no quiero verla y sucumbír a mis deseos de besarla, eso solo empeoraría las cosas. Después de finalizar el horario docente caminé hasta la casa del señor Jeon, viendo por el camino los lugares que solíamos visitar juntas, la heladería, el parque, el lago, la dulcería donde comprábamos los postres para mis hermanos, el cine al que fuimos un par de veces, y mi corazón se oprimió en mi pecho, ya no está conmigo y posiblemente nunca lo vuelva a estar, si me curo «que es prácticamente escasa esa posibilidad» quien puede asegurarme que querrá volver a mi, tal vez encuentre a alguien que sí esté sano y puedan hacer todo lo que yo no. Llegué a la puerta de la casa encontrándome con una gran sorpresa.
–¿Qué haces aquí?-inquirí sorprendida y con el corazón latiéndome a mil por minuto.
–Lo que te prometí hace diez años, sin importar las circunstancias siempre estaría a tu lado. Ayer vine pero no había nadie, decidí venir hoy a ver si tenía mejor suerte.
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Una última esperanza (Chaelisa)
Teen FictionY tú ¿crees en los milagros? Si es así o no te invito a leer mi historia, me ilusioné y perdí la fe en muchas ocasiones; decepcioné y herí a las personas que amo al mismo tiempo que las hacía felices; caí y me levanté permaneciendo en el suelo a vec...