17

147 25 0
                                    

Terminó el horario escolar y ya me sentía un poco mejor, Lisa me hizo tomar yogur y comer algunas frutas para reponer fuerzas. La dirección que nos dió mi madre es bastante cerca de la escuela, por lo que decidimos ir andando, llegamos y tocamos el timbre varias veces sin obtener ninguna respuesta.

–¡Niñas, niñas!-llamó una vecina desde su portal, hizo señas para que nos acercáramos–El señor Jeon no se encuentra en casa ¿quieren dejarle algún recado?

–No, ya vendremos mañana, muchas gracias; que tenga buena tarde-nos despedimos y caminamos a casa, no sin antes pasar por un helado y algunos dulces para los gemelos.

–¿Oh, qué hacen todos aquí?-pregunté al abrir la puerta y encontrarme a mi tío, abuelos, hermanos y mis tres padres sentados en la sala.

–¿Ya están los resultados de las pruebas?-indagó Lisa dejando ambas mochila en el suelo y entregándole los postres a los menores, quienes sonrieron y susurraron un «gracias cuñadita» como temiendo a romper la concentración que hay en el lugar.

–Sí, ya están, Ten vino a darnos las noticias personalmente-contó mi padre «siempre viene personalmente», nos sentamos en los lugares libres del sofá y le prestamos total atención.

–Desgraciadamente la señora Bae tampoco es compatible-informó suspirando, la energía en el ambiente cambió, se volvió más pesada y las caras de angustia volvieron a reinar–También revisé los nuevos exámenes y no están nada bien, debemos ponerte una dieta, tu cuerpo está demaciado débil para soportar algunos alimentos-continuó bajo la mirada atenta de todos.

–¿Enserio tío? Me estoy muriendo y quieres quitarme una de las pocas cosas que me hacen feliz, no me importa vaciar mi estómago cada vez que coma mientras que lo que como me haga feliz-protesté elevando un poco la voz, la noticia me habría caído como un baldazo de agua fría.

–Rosie no hables así, te vas a curar, vamos a encontrar un donante para ti y se realizará la operación-tomó mi mano en señal de apoyo pero yo la retiré bruscamente «ya no soporto las miradas de lástima dirigidas a mi, ni que intenten convencerme de algo que nunca va a ocurrir».

–Lis siempre he amado tu optimismo, pero seamos realistas, ¡me estoy muriendo ¿cuanto me queda, medio año, tres meses, un mes, tal vez menos? La maldita esperanza que me dieron al saber que tenía otros familiares no ha servido de nada, los bancos de médula no dan respuestas positivas, en la familia tampoco se encuentra ningún donante ¿qué estamos esperando, díganme? Ya no soporto más esto, verlos ilusionados cada vez que se hace alguna prueba y después verlos sufrir cuando les dicen que no hay compatibilidad, ya me canse!-me exalté volviendo mi respiración irregular y escondí el rostro entre mis manos intentando calmarme.

–Cariño, nosotras creemos en los milagros-apretó mi hombro llamando mi atención, conecté nuestros ojos por unos segundos y negué.

–No Lisa, ya no-me levanté y subí a mi habitación, me lanzé sobre la cama y descargué toda mi tristeza en ella «estoy arta y nadie lo entiende, no entienden que yo también me canso de luchar, yo también soy humana y a veces pierdo las esperanzas y me derrumbo». Me puse de pie limpiando mis mejillas con el dorso de mi mano, tomé la soga que estaba guardada en mi closet «íbamos muy a menudo de campamento con papá y nos decía que siempre tenemos que estar preparados para cualquier situación» amarré un extremo a la pata de la cama y lanzé el otro por la ventana, bajé con cuidado y me alejé de la mansión lo más rápido posible.

Pasé las horas caminando sin un rumbo fijo arrepintiéndome de no haber traído un abrigo en cuanto cayó la noche, froté mis manos en mis brazos en busca de calor, las lágrimas volvieron a caer al sentir lo sola que estaba «tengo que aceptarlo, voy a morir y terminaré por hacerle daño a las personas que amo» caí de rodillas sin importar que el suelo estuviera sucio, abrazé mi cuerpo y gimoteé como una niña pequeña que acababa de tener una pesadilla, la diferencia es que esta pesadilla es muy real.

–Niña, ten-levanté la cabeza encontrándome con un chico moreno, de mi edad aproximadamente tendiéndome un pañuelo, lo tomé y lo pasé por mis mejillas pero sin poder contener las nuevas que brotaban de mis ojos, me ayudó a ponerme de pie sosteniéndome por un momento–Creo que deberías volver a casa antes de que la lluvia se vuelva más fuerte-susurró y por primera vez sentí lo mojada que se encontraba mi ropa, asentí.

–Gracias-me di la vuelta y caminé de regreso, las luces de la mansión estaban apagadas, por lo que entré haciendo el menor ruido posible.

–¡Rosé por Dios ¿cómo se te ocurre salir a estas horas? Y mira estás toda mojada eso es dañino para tu salud, recuerda que estás enferma!-me atacó mi chica nada más entrar.

–¡Lo recuerdo todos los días, lo recuerdo con cada nuevo moretón que aparece en mi piel, cada vez que me siento tan débil que a penas puedo abrir los ojos, cada vez que tengo que tomar esos malditos medicamentos, cuando vomito todo lo que he comido, no es algo que pueda olvidar fácilmente!-bajé la cabeza suspirando–Por eso es mejor que esto se termine-concluí.

–¿Qué?-su expresión se volvió turbada y ladeó la cabeza.

–Eso, Lisa, que quiero que te vayas de mi casa, de mi vida, que te alejes por completo de mi.

–¡No es justo Roseanne, sabes que te amo, no puedes hacerme esto!-intentó tocarme pero retrocedí alejándome de ella.

–¡Lo que no es justo es que aún sabiendo que moriré te mantenga a mi lado, no es justo que me veas consumida en una cama, no es justo que cuando muera tú te quedes con el corazón roto, no es justo que sigas sufriendo por mi culpa, no es justo para ti!

–Rosé por favor..

–¡No, Lisa! Vete por favor-con lágrimas y la mirada perdida salió de la casa, subí a mi habitación y me encerré ahí, me tiré en la cama y seguí llorando «es por tu bien, Lisa, es lo único que puedo hacer para proteger aunque sea un poco tu dulce corazón».

Una última esperanza (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora