Clark

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Jugando sucio

La mandíbula me duele tanto por estar ejerciendo fuerza contra mis dientes. Esto es lo último que esperaba que sucediera.

Summer, alias «mi nueva mejor amiga del mundo», me escribe contándome que Adams saldrá con Leclerc. 

No creo que Summer esté de acuerdo conmigo en autoinvitarme a una cita, por lo que no le digo nada. 

No sé como él tiene la habilidad de encontrarla tan rápido. Yo tardé meses en poder saber su nombre. 

—Hasta acá escucho el sonido del rechinar de tus dientes —se queja Taylor. 

Conozco su modus operandi. 

Seguramente la llevará a cenar, será en el mismo restaurante de siempre. Es demasiado predecible. La llevará a los lugares que alguna vez yo le enseñé a Teresa. 

—¿Sabes que estás hablando y no solo pensando?

—Necesito saber a qué hora se van a encontrar. —Tecleo en la pantalla del teléfono esperando que Summer me responda rápido. 

—¿Quieres ir a arruinar «su» cita? 

—Si.

—¿Quieres que te odie más? —pregunta aturdido Taylor. 

—No.

—Entonces no lo hagas. 

«A las 8. Por qué?????»

Summer me responde la hora, planeo mentalmente lo que debo hacer y a qué hora salir de casa. 

Taylor suelta un suspiro y baja el volumen del televisor. 

—No lo hagas. 

—¿Por qué no lo haría? Conozco a Leclerc desde hace mucho tiempo, sé como es y no quiero que le haga daño a Adams. 

—Deja que ella sola lo descubra, no te involucres. 

Aprecio los consejos de Taylor, es como el papá que necesito en asuntos de citas o problemas o lo que se requiera, pero ahora mismo no quiero seguir sus consejos.

—¿Si supieras que alguien va a salir lastimado y tienes la ventaja de salvarlo? ¿Lo harías? —pregunto. 

—Sin dudarlo.

—Ahora estás en mis zapatos. 

Se queda callado, mascando las papitas. 

—Sigo pensando que no es una buena idea.

Ladeo la cabeza feliz porque por primera vez le he ganado. 

Uno para Clark, cien mil para Taylor. 

(…)

Acomodo la corbata antes de entrar al restaurante, la prenda se siente como si me estuvieran ahorcando. 

El mesero me saluda y antes de que me pregunte por la reservación, señalo hacia la pareja del fondo. Voy hacia ellos con precisión, con ganas de arrojar mesas por el camino. 

No se supone que esto esté pasando. La sensación de déjà vu vuelve con fuerza. Estoy retrocediendo dos años y la historia se repite. 

(…)

Tengo un poco —bastante— satisfacción cuando veo las luces traseras del taxi alejarse. 

Adams sí que lucía espectacular con ese vestido apretado y mi mente viaja hacia la vez que estábamos bailando y la sensación de sentirla tan cerca. 

El amor a colores ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora