29. Quiero quedarme, pero tengo que irme

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C A P Í T U L O  V E I N T I N U E V E

Quiero quedarme, pero tengo que irme

Lewis conduce su moto como si estuviera poseído. Me sujeto con fuerza a su cintura porque temo por mi vida.

Mi cabello vuela hacia los lados, el casco apenas me protege contra el gélido viento. Baja la velocidad cuando nos aproximamos al teatro donde se va a presentar Yellow. 

El tráfico es un infierno dos cuadras antes y hay policías desviando hacia otras rutas. 

Lewis gira la cabeza y me mira con atención. 

—Se supone que aún no puedes hacer ejercicio, pero vas a tener que ir caminando desde aquí. —Eleva la muñeca, enseñando su reloj—. El concierto comenzó hace media hora. 

Me bajo de la moto y le tiendo el casco. Lo miro con el corazón bombeando al límite. 

—Gracias Lewis. 

—Solo, no sé lo digas a Dona o me matará por no hacer que estudies. 

Troto o hago un intento por hacerlo mientras voy por la acera, esquivando a las personas. 

Hay decenas de autos estacionados en la calle para el concierto, hay más personas de las que pensé fuera del teatro, comprando entradas de reventa. 

Volteo hacia los lados, buscando, intentando ver sobre las cabezas para encontrar una en particular. 

Tal vez toparme con unos ojos miel. 

Volteo varias veces sobre mí misma, vislumbro algunas siluetas por la iluminación escasa. Pero nadie se parece a quién estoy buscando. 

«¿Y si está dentro?»

«¿Y si ya se fué?»

«¿Y si nunca vino?»

Sujeto el boleto con fuerza y me encamino hacia la entrada donde están guardias chequeando. 

Enseño la entrada, me dejan pasar, indicando donde está mi asiento. 

Trago saliva. 

C24.

—C24. C24.  

Camino por el pasillo, escuchando la música y la voz de la cantante. No me distraigo mucho en el espectáculo porque estoy en la búsqueda de la letra C. 

Las personas están paradas, cantando y bailando al son de la música. Apenas distingo las letras en los asientos hasta que las luces del escenario apuntan a la gente y encuentro la letra C. 

Recorro los asientos, deteniéndome en el que está vacío, que es el mío y junto a ese está Clark. Que me está viendo, con una sonrisa suave y tierna. Está parado, extendiendo la mano para que me acerque.  

Trago las lágrimas, sonrío con tanta alegría que me está apretando el pecho. Pido perdón y disculpas cuando piso algunos pies y me abro paso hacia mi asiento. 

Me sueltan algunos insultos y miradas de rabia por interrumpir en medio del concierto, pero no me puede importar menos en este momento. 

Los diez pasos se reducen a cinco y luego a dos. Hasta que solo estoy a un paso de Clark. 

—Viniste —saluda. 

—Tú también viniste. 

—Adams —la voz se le quiebra al decir mi nombre. Se abalanza y me abraza, envolviendo su brazo en mi cintura. 

Entierro la cabeza en su pecho y aprieto su cintura. Intenta mover el brazo que tiene una escayola, pero se arrepiente cuando un dolor le provoca una mueca. 

El amor a colores ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora