Clark

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La carta


Querida Adams:

Olvida eso, no eres querida, eres amada. 

Amada Adams:

No sé cómo se escribe una carta de despedida, no sé cómo hacerlo porque no quiero irme, pero debo hacerlo. 

Nunca entendí por qué las personas que se aman debían separarse, creí que una de las dos tenía que dejar de amar para irse. Porque yo aún te amo. 

Amo la sensación de sentir tu cuerpo junto al mío y que te extraño cuando estás lejos. Amo la forma en la que me haces sentir. Amo que, contigo la palabra amor cobró sentido. 

Amo la magia que tienes para hacerme soñar con un futuro que se siente mejor que cualquier cosa que alguna vez viví. Porque cobró sentido mi vida. 

Estar contigo es como respirar, es reírme de lo absurdo que es el miedo a veces, es tener un orgasmo sin realmente tenerlo, es reconectar con lo que me hace feliz. Contigo, todo se volvió más simple. 

Cuando te conocí, lo sabía. Sabía que me iba a estrellar contra esto, pero no me importó y aceleré. 

Y no me arrepiento, Acacia Adams, porque te conocí y entendí el por qué de que el mundo está tan desesperado por encontrar el amor. 

Ahora entiendo y, la palabra “nosotros” ha cambiado a un nuevo significado para mí. 

Porque estoy enamorado de ti.

Llegaste justo cuando menos lo imaginé. Nunca creí que necesitaría que alguien me recuerde qué es el amor y tú me lo enseñaste a tu manera. 

Me equivoqué y cometí estupideces, pero saber que estabas ahí para mí, era el ancla que me recordaba que era amado. Porque cuando todo va mal, ahí, junto a ti, estoy bien. 

Porque antes, veía el amor en blanco y negro; pero después de tí, el amor es a colores. 

Porque, amada Acacia Adams, tus brazos me salvaron. Y ahora necesito salvar lo nuestro. 

Adams, hazme una promesa: espérame. 

Quizás me demore en sanar, porque me dí cuenta, tarde, muy tarde, que estoy roto y estaba intentando dejar que tú me sanes, pero te estaba hiriendo en el proceso. 

Necesito sanarme. Necesito asegurarme que te puedo dar un futuro bueno, y si para eso, debo curarme, lejos de tí, lo haré. 

No sólo por ti, también por mí. Por mis padres, por mis amigos. Por todos los que conozco. 

Adams, espérame. 

Estaré luchando por ti, por nosotros. Todos los días. Espérame, por favor. Prometo dar todo de mí. 

¿Recuerdas que me preguntaste por qué te llamaba por tu apellido? La próxima vez que nos veamos, te daré la respuesta. 

Te amo. 

Clark. 

(…)

No importa las veces que lea estas palabras, con la caligrafía fina de Clark. Me sigue doliendo como la primera vez que la leí. 

Sigo teniendo esperanzas. 

Sigo esperando, aunque ya han pasado tres semanas y no he sabido nada de él. Sigo esperando.

—¿Otra vez estás leyendo? 

Guardo la carta con prisa debajo de mi cuaderno. 

Lewis frunce un poco la boca por mi intento fallido y se sienta en la cama. 

—Te traje una de las velas aromáticas que tiene Summer para relajarse. —Asienta el vaso de cristal a mi lado—. Tienes que encenderla y dejar que el olor se concentre. Puede tomar unos minutos. 

Sonrío por el detalle. 

—Gracias Lewis. 

Mi amigo sacude una hoja y gimo con dolor. 

—Imprimí el horario de exámenes para que te prepares psicológicamente para tu peor semestre. De nada. 

Se levanta, toma un pedazo de cinta y lo pega junto a otros papeles que tengo para no olvidar las cosas, aunque me suelo olvidar de revisar. 

Lo coloca sobre un papel de cartón amarillo y salto.  

—Espera, espera. —Aparto la mano de Lewis y sujeto el pedazo de cartón con los dedos temblorosos. 

—¿Qué es eso? —Asoma la cabeza a lado de mi hombro—. ¿Quieres asistir a un concierto, hoy, en vísperas de exámenes? Estás más demente de lo que pensé. 

—Me lo dió Clark. 

Giro la cabeza hacia él que me mira hablando con su mirada. 

—¿Crees que vaya? 

—No lo sé. Puede ser. ¿Crees que irá?

Salta de mi lado y se va hacia el armario. Saca una casaca y me la lanza. 

—No pierdes nada intentando. Vamos, Acacia. 

—¿Y si no está?

—Regresamos. 

—¿Y si no lo encuentro? —Mi voz tiembla. 

Lewis me sujeta de los hombros y me mira con determinación.

—El concierto está a punto de comenzar, si nos apresuramos llegaremos a tiempo. Acacia, si él está ahí… —Sonríe—. Mejor ve preparando tu gancho para golpearlo por haberse ido. 

—Pero… ¿si no está?

Sus ojos oscuros me sonríen. 

—Eso sólo puedes averiguarlo si vas.

—Eso sólo puedes averiguarlo si vas

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El amor a colores ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora