Clark

35.9K 3.7K 610
                                    

Cuando las canciones de amor cobran sentido


—¿Vas a conocer a sus padres? ¿No haces eso cuando te vas a casar? —pregunta confundido Liam masticando galletas.

—¿Tienes miedo? ¿Y si no te aceptan? —pregunta Leister mirándome fijamente. 

Abro los ojos del susto, eso no había pensado. ¿Y si no les caigo bien? 

El corazón empieza a bombear más rápido de lo normal y la respiración se vuelve trabajosa. 

Porque si llega a suceder eso, ¿qué se supone que hago? ¿Hacer que Adams esté conmigo cuando sus padres no quieren? 

—¡Cállense! Lo están alterando —recrimina Taylor, pero ya es tarde, la idea se ha quedado incrustada en mi mente a fuego. 

No creo que pueda dormir hasta que los conozca. 

—Lo único que tienes que hacer es ser tú mismo. 

—No lo había pensado Leister, pensaba ser un plancha —respondo con indiferencia. 

Cubro mi rostro con las manos, no puedo quitarme su comentario. 

—No te alteres, aún falta para que los conozcas. 

—Mientras más tiempo falta, más me voy a preocupar. Maldición, ¿por qué dijiste que no les voy a agradar? —Froto mi rostro con las manos haciendo que me duelan las palmas—. ¿Qué se hace cuando les caes mal a los padres?

—No lo sé. Nunca he conocido a los padres de nadie —dice Liam comiendo un gran bocado de arroz.

—Siguen saliendo como si no te importara. —Leister levanta los hombros restando importancia. 

Pero no se puede quitar importancia a eso, porque conocer a los padres es como el cincuenta por ciento de la relación, si no te llevas bien con ellos la relación está destinada a fallar.

«No. No.» 

Ya no puedo respirar.

—Es el fin de semana, sólo faltan pocos días —responde Liam y me pasa un vaso con un té. 

Lo acerco a la boca y lo alejo con repugnancia. 

—Esto huele asqueroso. 

—Es té de valeriana para que te calmes. 

Cubro mi nariz con los dedos, me tomo el líquido para dormir esta noche y toda la semana. 

Pero no sirve de nada.   

(…)

La tarde es calurosa y salgo al patio sin camiseta para jugar fútbol con los demás. 

Leister me golpea en la cara con su codo y tengo miedo de que haya quedado un morado porque debo estar presentable para el fin de semana. 

—Te está saliendo un poco de sangre de la boca —dice con una sonrisa de pena. 

—Si me dejas una señal, te haré lo mismo. 

—Oye, oye, calma. —Taylor aparece para apaciguar la tensión. 

Sujeta mi rostro y lo voltea hacia los lados inspeccionando. 

—No pasó nada, estás igual que siempre.

—O sea, bien feo —murmura Leister.

Le enseño el dedo del medio y él me responde de la misma forma. 

Mi celular suena y troto para ver. 

Es un mensaje de Adams y automáticamente una sonrisa se instala en mis labios.

«No puedo hoy. Tengo que hacer un proyecto.»

Hago una mueca de disgusto.

«Si quieres te ayudo.»

 «Que lindo que eres, pero lo haré yo sola.»

¿Lindo? ¿Por dónde soy lindo? 

«Lindos son los perros.»

Me manda una foto de su rostro volteando los ojos. 

Sonrío y le mando una foto de mi abdomen. 

«Clark!!!!!!!»

«Adams!!!!!»

«Ya no te voy a escribir. Me estás desconcentrando.»

Bloqueo la pantalla del celular, sonriendo. Volteo a mis amigos que siguen lanzando el balón entre ellos. El balón va hacia la mesa de madera y rebota por toda la longitud. 

Y yo solo me quedo quieto viendo hacia la mesa. 

—¿Taylor, aún tienes tus herramientas de carpintería? 

Ambos se giran a verme.

—Si.

—Oh, no. Ahí está la sonrisa de maníaco —dice Leister sujetando el balón con una mano.

—Voy a necesitar su ayuda. 

Me paso, la tarde libre que el entrenador nos dió, diseñando un mueble. Qué debe ser perfecto. El mejor de todos los muebles. Nada como los que hay, este va a tener mi nombre escrito por todas partes. 

—¡No! —exclama Liam cuando nos ve a los tres en el patio trasero—. ¿Le vas a construir una casa a Eucalipto? ¿Por qué? ¡Te dije que no debías ver esa película!

—Relájate. —Limpio las manos en el pantalón—. Es un mueble para sus libros.

Liam hace una mueca.

—Así se comienza. Luego vas a hacer una casa. 

Leister se ríe, negando la cabeza.

—¡Ven a ayudar! 

—No, gracias. Paso. Tengo cosas más importantes que hacer. —Vuelve a entrar en casa y cierra la puerta sacudiendo un dedo en desacuerdo con mi acto de bondad. 

¡Ella necesita una estantería!

Taylor le pasa el bote de pintura blanca a Leister, pero él no lo sujeta bien y cae sobre una esquina del mueble. 

—Leister —gruño, molesto.

—Clark te va a matar. —Taylor apunta con la cabeza hacia los botes de pintura—. Ya no hay más lila. 

—Leister. —Paso un dedo por la garganta—. Estás frito. 

Suelta la brocha y sale corriendo.

Suelta la brocha y sale corriendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El amor a colores ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora