8. Señales divinas

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C A P I T U L O  O C H O

Señales divinas

Summer me ha vendido.

Bueno, no exactamente.

Después de la escena de «novia de Clark» que se había armado en el coliseo, salí huyendo despavorida de las miradas que estaba recibiendo. 

Le había exigido a mi amiga que me diera la verdad de por qué me llevó. 

Resulta que Clark le había pedido a Summer que me llevara para “arreglar” lo que había pasado en la cena con Andrew, de lo cual, recibí un perdón ambiguo y extraño.  

Como mi amiga no lograba convencerme, recurrió a algo más, algo que ansiara. Debía tener buenas notas con la profesora que odio y había pagado a Dona, con dinero de Clark, para que me ayudara con eso. 

Figurativamente, había sido vendida por mis amigas para que salga con un chico. 

La traición es real.

Pero viendo desde otra perspectiva, iba a tener buenas calificaciones en los dos primeros trabajos, además de que no tenía que hacerlo y me salió gratis. 

Creo que me cae un poco mejor Clark. 

Un poquito. 

Me preparo psicológicamente para ver a Andrew en la clase de inglés, tomo asiento en el mismo lugar que la semana pasada y segundos después entra él con la chaqueta del equipo de rugby. 

Pero, envés de sentarse detrás de mí, toma asiento a mi lado y su aroma característico me golpea. 

Me da una sonrisa pequeña, apenada y triste. Le respondo de la misma manera sin saber qué decir.

—Acacia, quiero pedirte perdón por el comportamiento que tuve en la cena —suspira profundamente—. Clark y yo tenemos un problema, pero eso no va a volver a interponerse, te prometo. —Junta sus manos sobre la mesa y me susurra—. ¿Aún quieres salir conmigo a pesar de lo sucedido? 

Frunzo la boca porque no estoy segura de que sea una buena idea seguir saliendo con él. Pero al mismo tiempo, si no me arriesgo a salir con él siempre me arrepentiré de no haberlo hecho. 

Estoy en una pequeña encrucijada. 

Sus ojos cristalinos reflejan remordimiento, al menos él se siente mal, porque Clark ni siquiera se inmutó.  

Una sonrisa empieza a tirar de las comisuras de mis labios y bajo cualquier pronóstico acepto. 

—Todo está olvidado y claro, me gustaría.

Andrew suspira y me mira con alegría. Toma la mano que tengo en la mano entre las suyas y la aprieta con suavidad. 

Olvido el motivo por el cual estaba dispuesta a no volver a salir con él, creo que puedo lidiar con su pequeño problema si me mantengo muy alejada de ellos. 

O de uno de ellos. 

—¿Te parece bien si después de esta clase salimos? —Sus ojos irradian esperanza. 

—Me parece una idea excelente. 

Sonríe y entrelaza su mano unos segundos con la mía. Siento algunos callos en su palma, debe ser por el deporte. 

Vuelvo a la realidad cuando un compañero pasa entregando las hojas de los exámenes pasados. 

No esperaba la calificación que tuve, lo cual es un extraño siete sobre diez. Después de todo el consejo de Lana sí sirvió para algo. 

El amor a colores ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora