Clark

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Rigurosamente descuidado


Llego a casa agotado por cargar a Liam en su borrachera número mil.   

Dejo caer su cuerpo como un saco de papas en el sillón grande de la sala, lo cubro con una manta que hay guardada en el armario de la sala para ocasiones como esta y lo dejo dormir.

Enciendo la televisión, paro en la primera película que encuentro viendo a Batman y su capa volar. 

Bostezo viendo la hora, la madrugada ya ha llegado y los demás aún no llegan.

—Voy a vomitar. —Salto metros lejos de Liam y él empieza a reírse con los ojos semiabiertos—. Era broma.

—Tienes un extraño sentido del humor.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con voz apagada y sujetando su cabeza.

—Cuidando que no te dé un coma etílico. Tienes suerte que te haya encontrado en el piso, o hubieses amanecido ahí.

Se acomoda en el sillón dejando su espalda descansar sobre los cojines. Eructa y me alejo un poco de él con miedo de que el chiste se vuelva realidad. 

—Me refiero a qué haces aquí y no estás con Eucalipto. 

—Ella está con Leclerc —respondo sin ganas de hablar de eso. 

—Y tú aquí, conmigo. 

—Qué romántico, ¿no?

Cubre sus ojos de la luz que desprende el televisor. Sus pies se mueven y me golpea en la pierna. 

—Llámala. 

—¿Para qué? 

—Para que salgas con ella. No seas llorón y empieza a cuidar del jardín para que las mariposas lleguen a ti. 

—¿Sigues borracho? —pregunto aturdido. Él bosteza y vuelve a golpear mi pierna.

Suspiro y saco el celular

—¿Qué le digo?

—Si está libre o yo qué sé. Piensa en algo.

Desbloqueo el celular y me alejo hacia la cocina. La pantalla del teléfono indica que es más de la una de la madrugada, busco su número y antes de que me arrepienta marco los dígitos. 

Timbra y mi pie se mueve en el piso. Timbra y camino de un lado a otro. Timbra y…

—¿Clark? —Su voz es baja y gruesa como si hubiese estado durmiendo. 

No, estaba durmiendo y la hice despertar. 

O sea que no se quedó con Leclerc. O sea, que se fue pronto a los dormitorios. 

—¿Qué haces Adams? —pregunto divertido aunque por dentro me esté mordiendo las uñas. 

—Estaba durmiendo. ¿Necesitas algo? 

—Te dije que mañana saldríamos y ya es mañana. 

Un sonido irrumpe y escucho como se mueve, las mantas siendo dejadas hacia un lado y sus pies rebotando en el piso. 

—Te tomaste al pie de la letra —suena divertida, aún con voz ronca, y sonrío hacia un lado—. ¿Qué quieres hacer? 

—Déjamelo a mí. Te veo fuera de la residencia. 

Cuelgo sin esperar su respuesta y troto hacia Liam, le doy un vaso de agua y dos pastillas para que resista mientras no estoy. 

Lo toma y un hilo de agua cae por su barbilla. 

El amor a colores ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora