Los sentimientos son nebulosas emocionales que nos consumen de forma agónica haciéndonos actuar de formas que parecen tan correctas en primer instante pero, lastimosamente, cuando aquella nebulosa ansiosa e inestable se desvanece un poco solo quedan decisiones carentes de argumento que atentan contra nuestra estabilidad. Es tan difícil diferir de los sentimientos pues ellos son dominantes y astutos, embriagan nuestros cuerpos con sensaciones de falsa plenitud o falsa tempestad mientras descaradamente ocultan la razón dejándola fuera del camino y, aunque muy al fondo nuestro, escuchamos el clamor de esta llamándonos a la reflexión terminamos sucumbiendo ante fantasías hirientes que nos alejan de la verdadera realidad.
Frente a mi tengo una victima de sus propios miedos y deleites quien, segada por sus inseguridades y demonios, se dejo seducir por aquellos sentimientos de plenitud que prometían ser eternos pero, simplemente, terminaron siendo nada más que efímeros. Mis ojos escrutan con notoria seriedad aquel rostro que guarda vergüenza bajo una fina capa de de seguridad que, a mi parecer, es fácilmente rompible; sus ojos me ven a la espera de que pie a la conversación que tenemos pendiente, para mi es fácil entrever el nerviosismo que recorre su cuerpo haciendo que pequeños tics asalten su cuerpo haciendo que cambie de posición muy seguido.
--- ¿Cómo está la manada? --- pregunto yo en un suspiro mientras me acomodo mejor en la silla de madera oscura del comedor de, mi ahora, casa.
--- Bien. --- dice ella viendome con el ceño izquierdo fruncido. --- Nos acomodamos rápido y nuestra gente se encuentra más tranquila. --- noto como vuelve a acomodarse en el asiento mientras retira un momento su mirada firme de mis ojos en un afán de evadir mi penetrante mirada que la incita a seguir hablando. --- Se que hice mal, se que te herí y que puse en grave peligro a la manada. No tengo argumento valido para tratar de escuzarme.
--- Lo tienes. --- contesto mientras mi mirada se mantiene fija en la suya. --- Que no sepas explicar o que no estés lista para aceptar tus argumentos no significa que no los hayas tenido.
--- Eso no importa. --- dice bajándole una tonalidad a su voz. --- Lo siento, en serio que lo siento mucho.
Su mirada se mantiene firme pero en ella se desvela su alma quien grita lo atormentada que se encuentra por las decisiones tomadas y por el giro que devastador de nuestras historias alejándonos de nuestros objetivos principales y esponiendonos a situaciones donde jamás creímos estar. A mi mente llegan los recuerdos de aquel primer día en nuestras tierras donde nos prometimos estar juntas mientras la lucha por nuestros intereses empezaba, estábamos tan cegadas por el odio y la venganza que parecía que nuestra vida solo se vivía a tonalidades rojas y oscuras.
--- Hemos pasado por tanto tu y yo, juntas nos hemos levantado mutuamente a pesar de lo jodidas que estábamos, luchamos mano a mano y revivimos juntas de aquel infierno. --- suspiro mientras suavizo mi mirada. --- No somos perfectas Nix, no pretendo que lo seas. Tuviste razones, te dejaste nublar por tu necesidad de bienestar que fue vagamente saciada por un fugaz momento de plenitud al cual te aferraste con ansias de que fuera suficiente para liberarte de los demonios que te consumen sin descanso; si alguien te entiende soy yo, si alguien conoce de primera mano eso demonios soy yo y es por eso que te perdone desde el momento en que me heriste con tus palabras y acciones pero, tenia que dejar que te dieras cuentas de tus errores para que pudieses trabajar en ellos y mejorar y, quizás así, puedas sanar.
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La insurrección del olvido
WerewolfLa victoria fue contundente, aunque, eso no fue suficiente para calmar el sabor amargo de la perdida de sus hermanos caídos en la batalla. Las palabras de aquella mujer no eran solo una vacía advertencia sino, por el contrario, son una realidad inme...