Capítulo 36

65 9 2
                                    


Una cachetada ensordecedora resuena en el lugar mientras siento una de mis mejillas arder, así que con tranquilidad abandono mi forma bestial y quedo completamente desnuda frente a ella con mi aspecto humano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una cachetada ensordecedora resuena en el lugar mientras siento una de mis mejillas arder, así que con tranquilidad abandono mi forma bestial y quedo completamente desnuda frente a ella con mi aspecto humano. Con una mirada de soslayo me doy cuenta que Dilfonte y Adera se levantan atentas al momento en que Veltrice me ataque para apoyarla.

— Piensa muy bien lo que vas a hacer — murmuro bajo y amenazante, sabiendo que la decisión de ella determina todo en esta contienda.

— Ya lo pensé muy bien, esa cachetada me la debías, no fuiste buena anfitriona. — veo sus ojos iluminarse y antes de que le pueda responder algo ella se mueve rápidamente y detiene una embestida por parte de Dilfonte.

— ¿Qué crees qué haces? — habla sorprendida Dilfonte estando apresada en los brazos de su hermana, quien no contestas sino se concentra más en abrazarla más fuerte, como si temiese soltarla y que de la nada desapareciera.

—¡¿Qué estás haciendo Veltrice?! — El grito de Adera se oye demandante.

— Detengo esto — ese murmuro me hizo sentir el más puro alivio porqué ahora sé que ha aceptado mi trato. 

— ¿De qué hablas? ¿Te han turbado él juicio? — Pregunta Dilfonte separándose bruscamente de sus brazos incrédula ante lo que sus oídos acaban de escuchar. 

— Sí, me lo han turbado por siglos querida hermana, me lo turbo la diosa que se hace llamar nuestra madre, me lo turbo la diosa de la muerte, me lo turbo la soledad de aquel lugar donde nos mandaron injustamente. — Lagrimas se asoman en sus ojos mientras sus hermas se quedan estáticas ante sus palabras. — Me lo has turbado tú, Dilfonte, con tu personalidad fría y calculadora, me lo turbaste tú, Adera, con tus ganas de controlarlo todo y de hacer por tu cuenta justicia sin importar nada. Me turbo el juicio el dolor, el abandono, la soledad y el odio, pero he tenido un momento de lucidez y he visto con mis ojos lo patéticas que hemos sido todo este tiempo sacrificándolo todo, nuestras vidas, las vidas de nuestras especies solo por un poco de redención, pero al final, siempre hemos sido lo mismo, títeres que otros manipulan para lograr objetivos sin mancharse las manos. 

— ¿Se te olvida todo lo que nos quitaron? ¡No vengas con ridiculeces, esto lo hacemos porque nos han quitado todo cuando merecemos mucho! — Adera se acerca a ella con el rostro colérico — ¡¿Cómo te atreves a defender a la criatura que mato a nuestra hermana?! — Con brusquedad toma de los hombros a Veltrice y la enfrenta cara a cara.

— Ella ya estaba muerta, y tú sabes muy bien que aquello que vuelve de la muerte no es lo mismo que alguna vez existió. Y... —  veo a Veltrice tragar fuertemente mientras sus manos se alzan y con fuerza y brusquedad se suelta del agarre de su hermana. —  Entonces, a quien mato Calipso solo fue un fantasma traído del más allá, vacío y escuálido, viviente solo por un objetivo, tu objetivo, porque fue su deseo de no decepcionarte quien la llevo a su muerte original, no olvides que ella tuvo la dicha de poder vivir acá una nueva oportunidad con su alma gemela, pero tú te impusiste y con tu oposición le quitaste la única oportunidad de ser feliz. 

La insurrección del olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora