Capítulo 6. Segundas oportunidades

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𝑳𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒐𝒏

La cuarta semana de trabajo estaba siendo la mejor hasta la fecha. No sabíamos cómo pero una de las fotos de nuestra cuenta de Instagram, en la que promocionábamos Môr y cuyas modelos éramos Emma, yo y mi hermana Scarlett, llegó a una influencer de moda llamada Jamie Lee y no solo compartió la foto en sus historias con un "necesito este top", sino que nos hizo un pedido bastante generoso.

Aún no habíamos abierto la opción de colaborar con influencers para darnos a conocer, pero teníamos planeado hacerlo en breves. Jamie Lee estaba en la lista que Emma y yo habíamos hecho.

Tras hablar con ella, decidimos mandarle también algunas prendas más a modo de colaboración anticipada con un código de descuento para sus seguidores.

Podríamos decir que gracias a Jamie Lee despegamos.

Pasamos unos días reorganizándonos para poder asumir las dos solas el volumen de trabajo que teníamos en ese momento. Lo bueno es que llevábamos tiempo planeando eso, por lo que hacía tiempo que había comenzado a confeccionar prendas, por lo que contábamos con un buen stock. Aún así, no bajé el ritmo de trabajo. Mejor que sobraran prendas a que faltaran.

Sin embargo, hacía días que mis nervios y mi sueño no eran lo mejor y no sabía si podría seguir ese ritmo de trabajo mucho tiempo...

Llevábamos ya un mes con la tienda activa, así que pudimos hacer un balance de los gastos y las ganancias que había habido durante ese período de tiempo. El resultado fue satisfactorio pues el buen despegue nos había dado más ganancias de las esperadas y, además, nos había sobrado más tela de la esperada.

―No nos podemos relajar, Leigh ―me advirtió Emma.

Estábamos en su despacho, haciendo ese balance.

―Ya lo sé, Em, no te preocupes. Soy consciente de que todo lo que sube, baja algún día.

―Exacto. Ahora ha sido el "boom" por Jamie Lee, pero tenemos que pensar que aún no hemos asumido gastos que deben asumirse cuanto antes.

―¿Qué gastos?

―Necesitamos dos modelos para la ropa de talla más grande ―me recordó. ¡Y menos mal, porque yo no me acordaba!―. He estado mirando y aquí en Los Ángeles hay algunas.

―¿Te encargas tú o lo hacemos juntas?

―Me encargo yo de contactar con ellas, tú ocúpate de lo manual. De momento tenemos stock, pero basta otro "boom" para quedarnos sin él.

―Vale. En cuanto hayas hablado con ellas del presupuesto y de más, avísame y vemos cómo lo hacemos.

―Perfecto. ―Sonrió.

Algo a lo que le habíamos dado mucha importancia había sido en la diversidad de tallas en nuestras prendas, para que no pase lo que ocurre siempre y es que las personas con tallas grandes acaban por no encontrar ropa que les vaya bien y a un buen precio. Aún no nos había dado tiempo a buscar una modelo para dichas tallas, así que esa semana debíamos sacar algo en claro sí o sí.

Después de pasar todo el jueves trabajando las dos, decidimos tomarnos el viernes de descanso e ir a la playa, aprovechando el calorcito. Fuimos a la playa de siempre, Venice. A la hora a la que llegamos no había demasiada gente, pues el curso escolar ya había comenzado y eso hacía que tanto universitarios como menores de edad estuvieran en clase.

Tras dejar nuestras cosas en la arena, yo me quité la ropa y me fui para el agua. Emma se quedó tomando el sol y leyendo. A ambas nos encantaba el mar, pero con una ligera diferencia: a mí me gustaba sumergirme en él y a ella verlo desde fuera.

Al caer las estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora