𝑳𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒐𝒏
La doctora Ramírez me dio la taza de café descafeinado y yo seguí hablando tras agradecerle el gesto.
―El acercamiento está hecho. El viernes, de hecho, fui a su azotea cuando lo vi preparando el telescopio.
―Aceptaste su propuesta ―confirmó. Yo asentí con la cabeza―. ¿Por qué? Y quiero la verdad, no que me digas que fue porque yo te lo pedí o porque es parte de la terapia.
―Tengo que ser franca. En parte es por la terapia porque si no fuese por ello, seguramente hubiese mantenido mi orgullo intacto y me hubiese quedado a mi lado de la calle.
―Bien, me alegra escuchar que dejaste el orgullo a un lado. Él lo hizo en el momento en que te mandó ese mensaje. Estáis igualados.
―Exacto...
―Has dicho que en parte es por la terapia. ¿Y la otra parte de ti?
―Porque me apetecía de verdad estar allí con él. Nació de mí. Hablando fuera de lo sentimental. Fue más... nostalgia.
―¿Nostalgia de qué tipo?
―Nostalgia de... su compañía, digamos. Omitiendo lo romántico.
―¿No hay ni una pizca de sentimientos románticos hacia él, Leighton?
―Creo que no ―admití―. Estuve muy enamorada de él aunque me diese cuenta tarde, pero creo que ahora no lo estoy. Le tengo cariño y le quiero, porque ha sido un elemento constante durante toda mi infancia y adolescencia, pero no románticamente.
―Ajá... ―murmuró apuntando algo en su bloc de notas. Me miró―. ¿Crees que te apoyaría si le contaras lo ocurrido con Holland?
―Sí.
―Te noto muy segura.
―Garrett puede ser un gilipollas integral a veces, pero no es mala persona. Es un chico muy correcto y suele hacer las cosas de forma bastante coherente y madura. Menos seis años atrás, que la cagó monumentalmente.
―¿Y si se lo cuentas?
―¿Eso en qué ayudaría?
―Debes comenzar a abrirte con las personas de tu alrededor. Solo lo sabe tu prima y tu hermana. Estás dejando que la gente se crea que sigues con él y eso no es bueno porque, ¿qué van a hacer un día de estos? Preguntarte por él.
―Ya...
―Si no quieres, no debes hacerlo. Pero creo que Garrett es una buena opción. Tu confianza se mermó tras tu relación con él, así que volver al punto donde la perdiste para encontrarla de nuevo, puede ayudar.
―Creo que te entiendo.
―No te veas obligada. Pero creo que es una buena manera. En cierta forma, Garrett te ayudará a quitar la espina de Holland a la vez que quita la suya.
Me encantaba esa mujer, de verdad. Desde que había comenzado la terapia con ella, con lo que a mí me parecían simples charlas, había comenzado a dormir noches enteras, incluso a descansar bien. Debemos diferenciar dormir de descansar, no es lo mismo. Estábamos trabajando tanto con la confianza en mí misma como en mi autoestima, me hacía hablar de mis sentimientos, casi me obligaba a tomarme tiempo para mí misma, me invitaba a no sentir vergüenza por lo que me había ocurrido pues no era yo la que debía estar avergonzada... Y me estaba haciendo muy bien. Recuperar mi autoestima me estaba haciendo sentir mejor, más yo, pues siempre la había tenido fuerte y buena.
Cuando terminamos con esa sesión, nos despedimos hasta la próxima y fui hacia mi apartamento.
Eran las cuatro y media de la tarde, así que tocaba trabajar un poco. Últimamente los pedidos se mantenían en una buena cifra y los tops estilo corsé seguían siendo lo que más pedían, además de los vestidos tanto de satén como de seda. El volumen de trabajo era considerable, pero no era un problema porque tanto a mí como a Emma nos gustaba trabajar.
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Al caer las estrellas ©
Roman d'amourCon veinticuatro años, un ex novio más tóxico que el arsénico y una empresa recién inaugurada, Leighton comienza una nueva vida de la mano de su prima Emma en Los Ángeles, a unas tres mil millas de su quería Gran Manzana. Garrett sigue resentido con...