Siento que el capi de hoy sea tan cortito... ¡Os recompensaré dentro de poco con un doble capítulo!💖
𝑳𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒐𝒏
hace seis años...
Como muchas noches en la que la contaminación lumínica nos impedía contemplar las estrellas en condiciones, cogimos el coche e hicimos una parada muy necesaria antes de llegar a nuestro destino. Compramos una pizza familiar, una botella de refresco de naranja (mi favorito) y cañitas largas para beber. Volvimos al coche y Garrett condujo mientras la voz de Ed Sheeran inundaba el ambiente.
Quince minutos después, llegamos a la zona del Observatorio Griffith. En vez de seguir hacia éste, cuando estábamos a un kilómetro, nos desviamos hacia una carretera secundaria de la derecha. Seguimos unos minutos más hasta que llegamos a nuestro lugar de siempre. Aparcamos, yo bajé la comida, él el telescopio y caminamos un par de minutos por la zona montañosa. Allí no había gente, ni luces, ni ruido.
Cuando llegamos a nuestro lugar, que era una piedra gigante plana que nos encontramos por casualidad a principios de junio, Garrett montó el telescopio mientras yo sacaba la comida y la bebida. Me senté a la espera de que él terminara, ya que nunca me dejaba tocar demasiado sus telescopios. Lo entendía, estaba hecha todo un desastre.
Una vez montado, se acercó a mí y me besó en los labios antes de sentarse. No conforme con ese pequeño pico, me estiré un poco hacia él, lo agarré de las mejillas y lo besé de nuevo.
―A ver si te voy a comer a ti, no a la pizza ―susurró en tono bromista.
―Puedo ser el postre.
―Señorita, no me tiente.
Me reí por lo bajo
Comenzamos a comer la pizza a oscuras casi por completo si no fuera por la linterna del móvil de Garrett, que estaba apuntando al cielo pero nos daba algo de luz a nosotros. Comentamos lo que habíamos hecho durante el día. Él había estado trabajando en el estudio de tatuajes de su familia, Where's Watson? y yo había estado trabajando en nuevos diseños y haciéndome un poco de ropa para mi estadía en París. Había procurado que todas las faldas y los tops y blusas que me llevaba, fueran hechas por mí. Era lo que más usaba y había hecho unas veinte de cada prenda en los últimos dos meses.
Terminamos de cenar y, tras dejar los envases en el coche, nos tumbamos en la roca, boca arriba. El cielo estaba totalmente despejado y se veía precioso. Noté como la mano de Garrett buscaba la mía, así que la recibí entrelazando nuestros dedos.
―Últimamente has estado muy ausente ―murmuró.
―Pero si estamos juntos cada día...
―No ausente físicamente.
―Oh...
―¿Ocurre algo?
―Es que... ―Suspiré sin saber cómo seguir.
―Ven ―pidió en un susurro.
Me giré y me tumbé sobre mi brazo. Él hizo lo mismo. Nos miramos a los ojos a pesar de que en ese momento no había luz alguna que nos alumbraba. La luna y las estrellas eran suficientes para que pudiera ver cómo sus ojos marrones brillaban. Acercó su cabeza a mí y posó sus labios suavemente sobre los míos. Bastaron unos segundos saboreando sus labios que sabían a naranja para que enredáramos nuestras lenguas suave y lentamente.
Cuando nos separamos, sus labios se posaron en mi frente unos segundos.
―Comienzas a darle vueltas a tu marcha, ¿verdad?
Está claro que basta un beso para saber lo que callas.
―Un poco ―admití.
―Deja de hacerlo, por favor. Disfrutemos del momento.
Asentí con la cabeza y volvimos a tumbarnos bien, aunque yo me abracé a su torso. Me acarició la espalda durante largos segundos que nos mantuvimos en silencio. Besó mi cabeza un par de veces hasta que le pedí que viéramos un rato las estrellas con el telescopio.
Nunca pensé que acabaría agarrándole el gusto a eso.
Como siempre, me senté con el telescopio delante y él detrás de mí, rodeándome con sus piernas. Besó mi nuca y se inclinó para colocar bien el telescopio e inclinarlo todo lo que haga falta. Era increíble que todo eso lo hubiese aprendido de pequeño y gracias a su padre, pues él tenía la misma carrera que su madre, Bellas Artes.
Miré por el ocular cuando lo tuvo lista y, como de costumbre, Garrett dibujó en mi espalda la constelación que debía hallar. Me encantaba esa dinámica, porque me decía de manera silenciosa qué debía buscar. Una forma bonita, práctica e íntima de aprender las cosas que más le gustaban a Garrett.
―Yo estoy aprendiendo de astronomía y tú... ―susurré mientras buscaba la constelación―. Tú deberías aprender un poco de moda, ¿no?
―Ya sé algunas cosas.
―¿Cómo cuáles?
―Como no deben combinarse el verde y el naranja porque sino podría parecer que te has disfrazado de zanahoria.
―Garrett, por favor ―carcajeé.
―Es la verdad.
―Eso cualquier persona podría saberlo, no me vale. La semana que viene te enseño a coser.
―Sé coser.
―Botones. Eso no es nada.
―Pero algo es algo.
―Mira, algo mejor. Diseña un vestido. Tú sabes dibujar, obviamente, así que quiero que me diseñes un vestido. Yo te enseñaré.
―Bueno, como es dibujo, acepto.
―Qué conformista eres ―susurré con una sonrisa.
―Conformista, guapo y listo, lo tengo todo.
―Y creído.
Se rio y posó varios besos en mi nuca, la cual tenía descubierta ya que llevaba hecha una coleta. Esos besos no cesaron mientras yo buscaba la Osa Menor. Por fin la encontré, pero no fui capaz de avisarlo porque sus manos ya estaban acariciándome por debajo de la camiseta. Eché mi cabeza hacia atrás, apoyándola en su pecho y sus besos se movieron hacia mi mejilla y mis labios.
―¿Aquí? ―susurré dejándome acariciar.
―Aquí.
―Me parece perfecto.
Siento que el capi de hoy sea tan cortito... ¡Os recompensaré dentro de poco con un doble capítulo!💖
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Al caer las estrellas ©
RomanceCon veinticuatro años, un ex novio más tóxico que el arsénico y una empresa recién inaugurada, Leighton comienza una nueva vida de la mano de su prima Emma en Los Ángeles, a unas tres mil millas de su quería Gran Manzana. Garrett sigue resentido con...