-¿Quién se alegra por estar en un mundo apocalíptico?
Esas fueron las palabras de una joven adolescente que se topó con un hombre imponente al momento de salvarle la vida. Fue caótico para ambos el proceso de comprender que, ahora mismo, el mundo es...
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Rainbow.
—Disculpe, ¿cree que va a despertar pronto? —cuestioné preocupada, viendo al anciano.
Él solo supo agitar su bastón, ya que es evidente que está cojo y eso me produce cierta curiosidad, porque me intriga saber cuándo fue que perdió su pierna. Él me observa expectante, por lo que una sonrisa de nerviosismo nace en mis labios debido a no saber afrontar su fisgoneo o mejor dicho análisis.
—Le tuve que inyectar analgésicos para aliviar el dolor, es decir...
Oprimí los labios ansiosa.
—Lo sé —contesté, interrumpiéndolo—. Sé qué le aplicó, solo quiero oír otra opinión... yo hice un breve diagnóstico y asumo que quizás despierte en unas tres horas —explique en un tono tenue, visualizando a mi compañero del otro lado de la celda por prevención.
Sin embargo, de cierta forma me siento aliviada porque está estable y en verdad debo ser agradecida con estas personas.
—Sé que quizás no valga de nada... —murmure por lo bajo, girando para estar enfrente de él— pero muchas gracias por haber ayudado a mi compañero. Estoy agradecida, por lo que me gustaría saber en qué puedo ayudar para pagar lo hecho —declaré ansiosa, porque hoy, en estas circunstancias, todo tiene un precio—. Me llamo Rainbow y mi compañero Harry —nos presento amablemente.
—Es un alivio que aún las personas sigan teniendo valores —espetó con una sonrisa en el rostro, toqueteando mi pie con el bastón antes de voltear—. Eso habla mucho de ti, Rainbow —me felicitó, luego me dediqué a tenderle mi hombro para que pueda bajar por las escaleras adecuadamente—. Mi nombre es Hershel Greene.
—Es un gusto, señor Greene —musité, cerrando los ojos cuando salimos de la presión hacia el patio—. ¿Usted sabe qué ocurrirá cuando mi compañero despierte? Es decir, me gustaría tener en mente lo que puede llegar a suceder, porque no quiero encariñarme... —trague con dificultad, recordando lo que sucedió antiguamente en el supermercado.
Él observa mi expresión sin decir nada y voltea para contemplar al que se supone debe ser el líder del grupo acercarse.
—Eso solo va a depender de ustedes, Rainbow, y lo que vea conveniente Rick —contestó, haciendo un movimiento de cabeza a modo de saludo cuando el contrario llegó—. El hombre por fortuna se encuentra en buenas condiciones. En cambio, Rainbow solo tenía algunos rasguños. Ella es una chica muy observadora, tiene conocimientos médicos —explicó amablemente, generando un semblante pensativo en él.
"¿Está intentando ayudarme?"
Sonreí.
—Rick Grimes, un gusto —saludó, por lo que instantáneamente extendí la mano para poder saludarlo adecuadamente.
—El gusto es mío, señor Rick. Me llamo Rainbow —hablé rápidamente, sintiendo su apretón.
Rick iba a retirar la mano, pero con la contraria me aferré a ella y rápidamente bajo la cabeza.
—¡Se lo agradezco! De verdad, yo me siento agradecida y me gustaría poder ayudar mientras mi compañero se encuentra inconsciente... mi deber es contribuir cuando han gastado medicamentos en nosotros —estalle, porque la necesidad que surge dentro de mi pecho me obliga a tener los ojos llorosos y bajar la cabeza debido a la vergüenza que me cohibe—. ¡S-Sé...! —gemí cuando el llanto se liberó sin desearlo—. Yo me considero muy inteligente, por favor. Díganme que tengo qué hacer para pagarles, porque hace tiempo nos encontramos en decadencia... vagando como muertos.
Me encuentro desesperada, porque no han dejado de sucedernos cosas. En especial a Harry, quien se ha puesto el chaleco antibalas para ser quien vaya al frente todo el tiempo. Es por esa misma razón que esta vez necesito ser yo la que deba afrontar la situación como una adulta a pesar de mi corta edad.
—Tranquila, Rainbow —susurró Hershel, palmeando mi espalda con cariño mientras mi vista todavía sigue clavada en el suelo.
—S-Solo díganme qué debo hacer... —solloce.
(...)
—¡Mira! —chille emocionada, teniendo a Rick a un lado mientras ambos registramos la pequeña escuela primaria que encontramos por casualidad.
Por cierto, pasó una semana desde lo ocurrido , honestamente, por el momento todo esta marchando como debería ser; en paz. Aun así, no me sorprende que los que se encuentran al mando nos tengan en la mira, quiero decir, somos extraños para ellos y no me molesta que estén detrás de Harry y de mi todo el tiempo, porque nos han permitido quedarnos.
—¡Un botiquín de primeros auxilios! —chille, metiéndolo en el bolso.
Pero una repentina punzada en el pecho me obligó a detenerme, por lo que estuve obligada a encorvarme gracia a las náuseas e instantáneamente vomitarlo la comida de hoy con sangre.
"Mierda."
Pensé abrumada, porque ellos no tienen conocimiento de mi condición, por lo que me aterra lo que puedan ser capaces de hacer.
