-¿Quién se alegra por estar en un mundo apocalíptico?
Esas fueron las palabras de una joven adolescente que se topó con un hombre imponente al momento de salvarle la vida. Fue caótico para ambos el proceso de comprender que, ahora mismo, el mundo es...
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Rainbow.
—Michael, Harry —salude, recibiendo una taza de café caliente.
—¿Las almohadas se han pegado a tu cara? —cuestiona divertido, el hombre de ojos verdes, por lo que me encojo en el lugar una vez tomo asiento.
—Tengo un compañero de piso que se queda leyendo hasta tarde Michael —balbuceo a regañadientes antes de atrapar lo que me lanza Harry—. ¿Una manzana? —solté sorprendida, viéndolo con los ojos iluminados.
—La princesa de la casa dijo que le encantaban las manzanas y puede que en la expedición de ayer haya encontrado algunas.
Llevé el dedo índice hacia la sien para señalarlo con una sonrisa, es así como él imita mi gesto.
Él me enseña sus dientes antes de ser empujado por Michael.
—Ya dejen de balbucear. Negan antes de marcharse dejó unas cuantas órdenes y tú te harás cargo de la mayoría de ellas.
(...)
Si hacerme cargo de la gran parte de las órdenes de Negan supone estar aplastada en el supermercado, sin hacer nada, tendría que haberme puesto un ridículo bigote para suplantar a Simon y acompañarlo.
Pero como soy "mamá Rainbow" tengo que esperarlos con los brazos abiertos para ver si están heridos, lo cual es interesante porque jamás he curado a alguien, sin embargo, como he mencionado antes, mi madre es o era una científica que me enseñó demasiado cuando era pequeña. Además, sus libros, a pesar de ser aburridos, podían distraerme cuando estaba en casa aquellos largos fines de semanas. Ella, quizás, no estuvo gran parte de mi vida pero tengo vagos recuerdos de su sonrisa y prefiero quedarme con ella por el resto de mi vida, incluso si tengo que aceptar que nunca más la volveré a ver.
Cierro los ojos con fuerza, maldiciendo cuando mis emociones empiezan a florecer.
"Entierra el pasado, Rainbow."
Me pongo de pie, observando mi alrededor con una sonrisa de satisfacción en el rostro, quiero decir, luego de semanas de arduo trabajo hemos retirado algunas estanterías del supermercado, las cuales han ido aparar a los galpones que han sido vaciados por Harry y yo.
El centro del lugar está casi vacío a excepción de una mesa que armamos con sillas, sumándole la decoración extra que hemos puesto: ella consiste en barriles metálicos en donde prendemos fuego para mantener acogedor el lugar, los mismos están esparcidos por toda la zona. Al igual que las puertas de vidrio, ellas fueron aseguradas por autos viejos que rodean el perímetro y antiguas estanterías.
