-¿Quién se alegra por estar en un mundo apocalíptico?
Esas fueron las palabras de una joven adolescente que se topó con un hombre imponente al momento de salvarle la vida. Fue caótico para ambos el proceso de comprender que, ahora mismo, el mundo es...
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Rainbow.
—Soy inmune.
Es así como empezó mi historia en la comunidad de la prisión, precisamente, la de Rick Grimes.
Al principio, todos se mostraron escépticos a creer lo que estaba enfrente de sus ojos, ¿siquiera había una posibilidad de la existencia de alguien inmune a esta putrefacta decadencia? Pues, sí. Yo soy la prueba de ello. También hubo muchas respuestas que responder por parte de Harry y de mi, pero lo hicimos porque no teníamos nada que esconder.
Ellos debían saber la verdad de nuestro comienzo y pasado en este mundo apocalíptico.
No fue nada fácil integrarnos, pero hemos pasado por tantas cosas con estas personas que a día de hoy puedo llamarlas familia. Y puedo confesar que siempre voy a estar agradecida con Rick por habernos dado una mano cuando estábamos desesperados. De la misma forma, hemos perdido gente; enfrentado a personas que eran monstruos; llorado a seres queridos y apoyarnos a la distancia cuando las circunstancias no estaban a nuestro favor.
He madurado con los años, dejando atrás a una parte de mí que amaba, ahora soy una mujer que está dispuesta a sobrevivir, ya no hay tiempo para bromas estúpidas.
Me vi obligada hacerlo con la caída de la prisión gracias a esa horrible persona apodada El Gobernador. En ese entonces, pensé que iba a morir, porque lo había perdido todo por segunda vez y sin querer me separé de Harry en la conmoción, quedando a un lado de Daryl y Beth. También nosotros sufrimos su pérdida y muerte, cayendo a una desesperante locura mientras veíamos como poco a poco todo carecía de sentido. Sin embargo, ahí estaba nuestra familia para consolarnos, destruida, pero nos teníamos los unos a los otros.
—Cuando creíamos que no podríamos volver a empezar... encontramos la luz... Aaron nos demostró que todo podría volver a estar bien... —confesé levantando la mirada del suelo para enseñarle mi seriedad a la cámara de video—. Me llamo Rainbow, tengo veintiocho años y pertenezco al grupo de Rick Grimes, somos sobrevivientes.
(...)
—Chicos —llamé.
A simple vista me encuentro con Daryl y Harry parados en el porche de la casa que nos brindó Deanna para la estadía. Es así, como ellos asienten con la cabeza en forma de saludo, por lo que una sonrisa abarca la comisura de mis labios.
—¿Tienen expectativas sobre Alexandria? —cuestione curiosa, observando atentamente las flechas caceras de mi compañero.
—No lo creo —contestó a secas.
Oprimí los labios gracias a la respuesta de Daryl, quien ni siquiera levanta la cabeza a la hora de contestarme.
—Es una ilusión... —susurró— las ilusiones tarde o temprano terminan por desvanecerse, Rainbow.
Quizá la respuesta de Harry me produjo cierto escalofrío cuando nuestras miradas se encontraron, pero debo ser honesta cuando se trata de ser sincera conmigo misma respecto a lo que está ocurriendo y a la razón de perderlo todo una vez más.
—Está bien —musité divertida—, pero deben darle crédito por lo que han logrado. Los tres sabemos lo difícil que es mantener los muros seguros, más cuando se trata de una excepcional comunidad como lo es Alexandria.
"Hay que darle una oportunidad."
Cruzo los brazos por debajo del pecho a la hora de contemplar las calles, las mismas son llenadas de gritos y risas de niños y sonrisas de personas que no saben lo que hay allí afuera.
Suspiro, quizá, conmocionada por todos esos momentos que nos han marcado como grupo y sinceramente tengo miedo de perderlos y perderme a mí misma.
—Sé que no vamos a poder integrarnos a estas personas que viven en una comunidad de sueños —afirme con amargura—. Ellos no vieron por todo lo que hemos pasado, incluso si serían capaces de ver una pequeña parte se mostrarían ignorantes —sentencié—. No pertenecemos a este lugar.
Me fui de ahí porque todavía recordaba la imagen de Negan y Los Salvadores, las personas murieron, de hecho, para mí siempre está lloviendo porque estoy cansada de seguir por el mismo camino de la desgracia.
