Parte once

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El lobo persiguió al pequeño conejo que salió corriendo de ahí, no iba a dejarlo escapar. No le tomo mucho tiempo alcanzar al animalito y cuando lo hizo, puso su pata sobre el minúsculo cuerpo.

—Enano, ¿Viste que sucedió con el lobo que estaba corriendo? —le gruñe al conejo quien se removió intentando huir.

—L-Los humanos, ellos, ellos se lo llevaron, —dijo rápidamente con temor de ser devorado.

—¿Humanos? —la cara del lobo se convirtió en confusión, —¿Qué son los humanos? 

—Suéltame, déjame ir, —ignoraba al lobo mientras movía sus patitas. 

—Si no respondes te comeré, —agacha su cabeza para mirar los ojos cafés del conejo quien estaba a punto de orinarse. —¿Que son los humanos?

—No puedo hablar bien si me tienes aplastado, —se queja intentando patear.

—Te soltaré, pero si huyes te comeré, —le dice en tono grave a modo de advertencia.

El conejo asiente y en cuanto el lobo alza la pata, él sale corriendo siendo rápidamente capturado. El lobo rueda los ojos y emboca el cuello del pequeño quien chillaba retorciéndose. 

—Ya, está bien, te diré, —la voz del pequeño es de resignación. —Los humanos son como cuando tú y yo nos transformamos a nuestra piel sin pelo, pero ellos no, ellos nunca tienen pelo, —menciona mientras el lobo lo coloca en el suelo.

—Ah humano, —el lobo recién cae en cuenta sobre el significado de la palabra, —entiendo entiendo. ¿Por qué se lo llevaron? Él está casado, no puede ser como esposo, —frunce su ceño confundido.

—Ellos pensaban que era un lobo normal, por eso se lo llevaron, no se quieren casar con él o eso creo... —explica mientras mira al suelo. —Hace tiempo también se llevaron a uno de mis hijos, —susurra entristecido. —Y a mi esposo…

—¿Para que se los llevaron? ¿Por qué se llevaron a mi hermano? —rasca su oreja con su pata ya que no entendía nada.

—No… —baja la mirada, —no lo sé, nadie sabe. Solo vienen y nos llevan, —suspira y luego mira al lobo. —¿Era tu hermano? 

—Sí, es mi hermano menor, no sé que hacía corriendo por acá, —gruñe ligeramente pensando en lo que era más obvio para él, necesitaba volver al pueblo para poder buscar a Baekhyun. 

—Lo siento mucho, —fue todo lo que dijo el conejo.

—¿Tienes familia? —el conejo sacude su cabeza, —genial, vendrás conmigo para que nos expliques más sobre esos humanos que no se transforman y poder encontrar a mi hermano. —Sin darle un segundo a procesar la información al pequeño, lo agarro por la nuca con sus dientes para luego empezar a correr.

🖤

Chanyeol había regresado a su casa luego de perder el rastro de Baekhyun, con algunos raspones en sus brazos por las ramas, fue a curarse. En ese momento su estómago rugió de hambre, luego fue a la cocina viendo que había comida en las ollas. Olía bastante bien en realidad.

Se sintió algo raro cuando tuvo que comer solo, usualmente Baekhyun sabía acompañarlo, en silencio pero ahí estaba. Sacudió su cabeza quitando aquel pensamiento, no iba a ponerse a crear tonterías en su mente, el omega volvería en unas horas. 

Cómo usualmente hacía, fue a beber en la cantina, pero cuando estuvo en el lugar no pudo tomarse más que una cerveza. Mientras veía la botella de cristal se puso a pensar en esa tarde, creía que esa vez se había pasado de la mano con el chico, además estaba embarazado. Muerde su mejilla interna ya que la culpabilidad junto a un extraño vacío en su estómago lo empezaron a estresar. Tenía una sensación como de miedo y no sabía porque, era como un presentimiento de algo malo. 

Lamentos de un omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora