Parte quince

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Se podía escuchar la lluvia cayendo en el patio por lo que no se podía ver a ningún omega o alfa paseando en sus respectivos lugares. Todo era frío y silencioso, lo único que se podía escuchar era los golpes de los alfas contra sus sacos de boxeo.

—Deberías entrenar, así no quedarías hecho polvo cada noche, —dice Suho mientras mira al techo, acostado en la cama de cemento.

—No necesito esa mierda, —chasquea su lengua y hace una mueca. —Eso es para debiluchos, —mueve su cabeza hacia los lados provocando que sus huesos truenen.

—Si tú lo dices, —susurra blanqueando sus ojos.

—… —Chanyeol prefirió seguir en silencio.

—Hoy has estado muy callado, más de lo normal ¿Te sucede algo? —gira su cabeza hacia el alfa para mirarlo.

—Nada, —se encoge de hombros.

—Uhm… Desde que tu esposo vino la semana pasada estás así, —peina su cabello con sus manos mientras mira hacia cualquier parte.

—No quiero hablar de él, —susurra con la voz grave.

—¿Tanto te disgusta? ¿Qué hay de malo en él? No entiendo, —pregunta ahora mirando al alfa.

—Simplemente me desagrada, —muerde su labio inferior mientras lleva la mirada al suelo.

—Debe haber algún motivo… ¿Es su físico? 

—Sí, es gordo como un cerdo, —forma una mueca con su boca.

—¿Cerdo? —su voz sale calmada mientras desvía su mirada a la pequeña ventana de la parte de arriba de una de las paredes, —no me parece que lo sea, es normal.

—¿No has visto que parece una vaca? —arquea una ceja mirando al conejo.

—Lo he visto, es bonito y su cuerpo es voluptuoso, pero no es un cerdo. Su cintura es bastante estrecha, tiene algún rollito como cualquiera, —se encoge de hombros. —Tiene caderas anchas, deberías agradecer eso, —mira a Chanyeol quien tenía una mueca de incredulidad, —podrá darte bastantes cachorros… ¿A tí te gustan los omegas que parecen palos? —frunce el ceño y pone un dedo debajo de su barbilla, pensando. —Ahora recuerdo un poco, cuando el hermano del omega me llevo a su pueblo pude ver a algunos otros, todos son tan delgados como una rama de árbol viejo, —suspira y luego levanta una ceja. —Que estupidez, ¿Para tí eso es gordo? —deja salir una risa seca.

—Tu también eres delgado, —susurra molesto.

—Lo soy y odiaría profundamente que mi marido me odiará solo por algo tan tonto, —le regaña enojado. —Ayer vino a verte arriesgando su vida, vino a curarte a costa de su propio pellejo, —levanta la voz señalando a Chanyeol, —a pesar de que huyó porque casi lo matas a golpes y por eso perdió a sus cachorros. —La mirada del conejo se llenó de dolor, —¿Sabes lo que significa que te arranquen a los seres que vivían dentro de tí? —una pequeña lágrima resbaló de su ojo. —¿Y tú no lo quieres solo porque es un poco relleno? Eres un idiota y no me enseñes los dientes, —le grita a lo que Chanyeol aprieta su quijada y luego desvía sus ojos al suelo. 

—Ahora estás a favor de él cuando yo soy quien te cuida, —se cruza de brazos. 

—No estoy a favor de nadie, pero que actúes de esa manera me parece tan patético, —barre a Chanyeol con la mirada en una clara acción de desdén. —¿Realmente que te pasa? En primer lugar ¿Por qué tu lobo es tan diferente de tí? Siento que fueran dos personas.

—Yo no estoy conectado con mi lobo, por eso no recuerdo las cosas que hago cuando me transformo, —le levanta la voz también.

—¿Por qué?

Lamentos de un omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora