Capitulo 3

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Habían pasado tres días desde el insólito encuentro. Tres días en los que Hermione y Draco actuaron como si nada hubiera pasado. Las clases transcurrían con tranquilidad. Harry y Ron solo compartían tiempo con Hermione en las aulas y en las comidas, fuera de ello la joven siempre encontraba alguna excusa para pasar tiempo a solas, desde encerrarse en la sala común de Ravenclaw a leer y escribir, hasta paseos solitarios en los alrededores del castillo. Siempre aparentando una falsa sonrisa, tratando de evitar las típicas preguntas.
Ya hacía más de un mes que había puesto punto final a su difícil relación con Viktor. Para su suerte, el tiempo de estadía del muchacho en el castillo había finalizado, así que ya no debían coexistir. Aun así, las sensaciones que la atravesaban la envolvían en una oscuridad que no era compatible con la luz de sus amigos. No se reconocía a sí misma.
Esta vez se encontraba en el gran sillón de la sala común de Ravenclaw, leyendo una divertida historia sobre una pareja gay que viajaba por el mundo encontrando tesoros mitológicos, intentando así evadir su realidad por cuantas horas fuera posible. Sin embargo la intrépida aventura que la llevaba a escalar una gran cascada para encontrar un cetro mágico en la cima se vio interrumpida por la característica voz risueña de su amiga Luna.
—¿Qué lees? —la jovencita de melena dorada se recostó a su lado intentando leer el título del tomo.
—Las aventuras de una divertida pareja llamada Calem.
—¿Cual se llama Calem?
—Ah, no, no. Ya sabes, en conjunto se hacen llamar Calem. —Luna se encontraba confundida por lo que Hermione tuvo que ser más específica— Ya sabes, los llamados "ships", cuando fusionan los nombres de una pareja. En este caso se trata de Casik y Lemort.
—Oh. Ya entiendo. Como... —Luna hizo una pausa pensativa— Harron.
Hermione lanzó una carcajada, retorciéndose sobre el sillón de terciopelo.
—¡Claro! Algo así... Ahora que lo pienso Harry y Ron no son nombres muy shippeables. Harron está a un simple paso de Jarron. —mencionó la joven señalando el jarrón con flores azules que adornaba la mesa ratona a unos metros de distancia.— Aunque... —Hermione dedicó un minuto a pensar un buen shippeo para sus amigos— Rorry no está tan mal.
Las muchachas se observaron sonrientes.
—Hacía mucho no te veía sonreír así. —comentó Luna, provocando que Hermione se sonroje.
—Supongo que no encontré muchas razones para hacerlo últimamente. —respondió Hermione restándole importancia.
Luna la observó algo preocupada pero Hermione se limitó a bajar la vista. Fue entonces que se percató del espectáculo que montaba su amiga con el look de aquel día. Su cabello rizado se encontraba despeinado, llevaba en la cabeza unos extraños lentes 3D y un vestido rosa chicle con mullidas capas de tul, las cuales le daban la apariencia de una bailarina de teatro. En su regazo descansaba una pequeña pila de copias de la revista semanal de su padre.
—¿Ya salió la línea de esta semana?
—De hecho a eso venía. —la joven le tendió una copia— Esta es la que me pediste el otro día.
—Gracias. —Hermione la tomó y le dio una ojeada rápida.
—Ahora si me disculpas —Luna se puso en pie una vez más— debo ir a repartir todo esto.
—Trata de no volver a distraerte o tu padre perderá lectores. —comentó la castaña divertida.
—Oh no, eso sería terrible. —la muchacha se quedó en silencio pensando en aquella idea, más tiempo del esperado.
—Tranquila, era una broma. —Hermione le acarició el brazo dándose cuenta de que había sido un comentario inapropiado— Todos en el mundo mágico amamos la revista de los Lovegood.
Luna la observó con una sonrisa y despidiéndose con un fuerte abrazo salió disparada por la puerta. Hermione tomó su novela y la observó en silencio. Finalmente decidió que era hora de hacer algo con su existencia y se dirigió al gran comedor.

***

El gran comedor se encontraba bastante vacío para ser la hora del té. Draco se encontraba sentado en una de las grandes mesas de Slytherine junto a Pansy y Blaise, quienes ya habían aburrido al muchacho con los chismes del día.
—¿Cómo logran estar al tanto de la vida de todo el mundo? ¿Acaso escondieron cámaras en todo el castillo?
—No sería mala idea. —comentó Pansy considerándolo seriamente.
—No seas aburrido Draco, todos sabemos que te gusta meterte en asuntos ajenos.
—¿Yo? No me insultes Blaise. Recuerda que conozco tus secretos más oscuros.
Blaise lo fulminó con la mirada al mismo tipo que le daba un sorbo a su taza.
Draco se encontraba concentrado en una tostada dulce cuando Hermione ingresó al comedor en silencio. Ni los quesos más refinados evitaron que el joven la observara curioso. La muchacha tomó asiento en una solitaria mesa de Ravenclaw. Si la idea de Hermione era pasar inadvertida no lo estaba consiguiendo en lo absoluto.
—¿Qué miras Malfoy? —le intercepto Pansy siguiendole la mirada.
—Nada. No molesten.
Draco sonó más tajante de lo que esperaba pero fue suficiente para que sus amigos no hagan más comentarios.
—¿Vamos al jardín a practicar los hechizos para la clase de herbología?
—No me queda de otra. La última vez que te dejamos sola casi te atraviesas la pierna con una ramificación venenosa. —comentó Blaise poniéndose en pie.
—Los alcanzo más tarde, aun tengo hambre.
Pansy y Blaise le dirigieron una mirada extrañada pero finalmente decidieron dejarlo en paz y desaparecieron por las grandes puertas de roble.
Al cabo de cinco minutos bien pensados Draco tomó su bandeja y se acercó a la sección Ravenclaw. Los escasos estudiantes que se encontraban allí le dirigieron miradas extrañas y de disgusto pero contra todo pronóstico el joven culminó su misión sentandose frente a Hermione.
—¿Qué quieres? —pronunció Hermione con gesto cansado.
—¿Podemos hablar?
—¿Sobre qué?
Draco se quedó en silencio. Una batalla de emociones y pensamientos se debatía en su interior.
—Perdón por lo del otro día. No debí hablar así de tus padres. —pronunciar aquellas palabras le costaron más que intentar respirar bajo el agua. Nunca permitía que su armadura barnizada en ego y orgullo fuera vulnerada pero entendía que era la única opción que tenía.
Hermione no podía creer lo que oía. Nunca había visto a un Malfoy pedir perdón. Su mandíbula se abrió contra su voluntad por la sorpresa y agradeció que la gente que los rodeaba se encontrara demasiado lejos como para percatarse de ellos.
—Está bien... —una vez más la joven no sabía qué responder o cómo actuar frente al enigmático muchacho.
Ambos mantuvieron el silencio unos instantes. Hermione comprendió que si él había sido capaz de pedir disculpas sinceras ella también debía hacerlo.
—Lamento haber sido tan borde.
—Está bien.
Draco le dedicó una pequeña sonrisa, pero antes de que alguno pudiera decir algo más Harry y Ron aparecieron por la puerta. Al ver que su amiga estaba compartiendo mesa con Draco Malfoy palidecieron de sorpresa. Se acercaron a ella veloces como un rayo.
—Herms te buscamos en todas partes.
—¿Dónde estabas? ¿Te encuentras bien?
—Si, estoy bien. —la joven se puso en pie e intentó alejarlos antes de que le saltaran encima a su acompañante.
—Supongo que debo irme... —comentó Draco tomando los restos de su merienda— Nos vemos luego Granger.
La joven lo despidió con un leve movimiento de cabeza y observó al muchacho alejarse.
—¿Qué hacías hablando con ese? ¿Te estaba molestando?
—No, tranquilos chicos. Todo está bien.
Los muchachos no confiaban en sus palabras pero decidieron dejar de bombardear a la joven con preguntas.
—Tenemos que hacer un trabajo para la clase de pociones. ¿Vienes con nosotros?
—Claro, solo ayudenme a guardar mis cosas.

Amor entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora