Capítulo 18

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Las enfermeras le aconsejaron a Draco que descansara, al menos por tres días, para recuperarse de lo sucedido. A su vez Hermione debía cuidar la herida en su brazo e ir periódicamente a la enfermería para que le cambiaran los vendajes. La joven pareja había decidido pasar todo el fin de semana juntos haciéndose compañía. Hermione mantenía a Draco metido en la cama y se encargaba de que el muchacho cumpliera con las pautas médicas.
—Mirate Hermione Granger, sirviendo a un Malfoy, te dije que lograría tenerte a mis pies. —Draco se burlaba cariñosamente mientras la joven le preparaba un té.
—Mejor ten cuidado con tus palabras, soy la mejor en herbología.
—¿Serías capaz de envenenar a tu novio? —Draco no meditó en sus palabras antes de pronunciarlas. Era la primera vez que se reconocía a sí mismo como el novio de Hermione.
—¿Acaso dijiste "novio"? —preguntó Hermione con un gesto de sorpresa.
—Eh.. No.. Bueno.. —Draco respiró hondo, no quería negarlo, pero tampoco se sentía del todo preparado para aceptarlo— Tal vez.
La joven bruja se acercó a la cama y se inclinó sobre él para besarlo con una sonrisa imborrable.
—Eres tierno cuando te pones nervioso.
—No estoy nervioso, yo no me pongo nervioso.
—Aja, como digas, señor mejillas rosadas.
Draco se llevó las manos a la cara con el gesto preocupado, no le gustaba perder el control sobre su cuerpo.
—Debe ser el calor.
—¿Calor? Afuera está a punto de nevar.
—Tal vez tengo fiebre.
Hermione apoyó sus labios sobre la frente pálida del joven y le besó.
—No, no lo creo. Ya, déjate de tonterías y vamos a merendar.
Cuando Hermione se acercó a la pequeña mesa para tomar la bandeja de plata, rebosada en panecillos dulces, pudo observar el grueso cuaderno revestido en cuero negro, con el emblema de una serpiente tallada en la cubierta, que se encontraba a simple vista sobre el sillon de terciopelo verde. La joven pasó los dedos sobre el cuero sintiendo el relieve.
—¿Hermione?
—Que hermoso cuaderno, ¿Es tuyo?
—Si... —Draco se alarmó notablemente al ver a su compañera tomando el libro, se había olvidado de esconderlo la noche anterior.
—Oh, está en blanco.
—Si... aún no he decidido que uso darle.
—¿De donde lo sacaste?
—Fue un regalo de mis padres... por mi cumpleaños del año pasado.
Draco no quería mentirle, por lo que decidió decirle una verdad a medias, con la esperanza de que la joven no hiciera más preguntas.
Hermione se dio cuenta del súbito cambio en el gesto del joven. Quiso preguntar más al respecto pero sabía que si Draco no deseaba contarle algo no habría forma de quitarle más información. Se limitó a dejar el cuaderno donde lo encontró y llevó la bandeja a la cama.
—¿Y bien? ¿Qué vas a hacer durante el receso invernal?
Draco agradeció el cambio de tema.
—Aún no lo he decidido. ¿Y tú?
—Me quedaré aquí con los chicos. Quiero descansar y aprovechar la soledad del castillo.
Draco pensó en sus padres. Sabía que debía volver a casa como todos los años pero no le apetecía en absoluto, por el contrario, la idea de pasar dos semanas a solas con Hermione lo llenaba de ilusión y energía. Sabía que probablemente se metería en problemas, y que sus padres se enojarían, pero en aquellos momentos decidió que no le importaba. Cada día que pasaba le resultaba más agotador ser el hijo que sus padres deseaban tener. En todo ese tiempo que llevaban juntos, Hermione le había enseñado que ser él mismo, sin temer a las consecuencias, le hacía sentir infinito y poderoso.
—¿Te gustaría que me quedara contigo?
—¿Lo dices en serio? —la mirada de la joven se iluminó.
—Si.
—¡Me encantaría! —la muchacha lo abrazó, arrancándole una sonrisa.

Draco le pidió a Hermione que se quedara con él aquella noche, y la siguiente también. Los jóvenes habían pasado varios días sin poder disfrutar de su compañía en soledad, siempre se encontraban rodeados de sus amigos o envueltos en algún conflicto, pero desde que Pansy había sido expulsada, unos pocos días atrás, habían encontrado una paz que no habían experimentado nunca antes desde el inicio de su relación. Ahora que eran sinceros podían amarse en libertad, ya no se escondian ni disimulaban sus sentimientos, independientemente del lugar, la compañía o la situación.
Los amigos de Hermione habían aceptado a Draco y a Blaise como parte del grupo y ahora disfrutaban haciendo actividades en equipo. Fue por eso que los jóvenes slytherin decidieron quedarse en el castillo durante el receso invernal. Al ver que la familia de Blaise no ponía muchas trabas, Draco tenía la esperanza de recibir lo mismo de parte de su padre.
—¿Quedarte en el castillo? ¿Desde cuándo prefieres quedarte allí? Siempre te quejaste de los inútiles de tus compañeros.
—Esta vez es diferente padre.
—¿Y eso a que se debe?
—Tengo nuevos amigos ahora...
—¿Nuevos amigos? —Su padre enarcó una ceja, no le agradaba el misterio.
—... y voy a estar con Blaise.
—Mmm... —Lucius observó a su hijo severamente mientras pensaba en aquello— Está bien, de todas formas será tu último año antes de convertirte en mortifago. Cuando eso ocurra ya no tendrás tiempo para tus infantilerias.
Draco tragó saliva con dificultad ante aquellas palabras. Su mirada corrió veloz hacia el cuaderno que descansaba sobre la pequeña mesa.
—Gracias padre...
—Nos veremos pronto hijo. —El rostro de Lucius se evaporó en llamas verdes hasta que el fuego de la chimenea retomó su color cobre original.
Draco suspiró pesadamente, agradeciendo a Merlin, el cielo y las estrellas por aquel respiro de bondad que su padre le estaba otorgando. El joven se acercó a la mesa y abrió el cuaderno observando las páginas grises. Recordó como días atrás Hermione lo había descubierto y agradeció que la muchacha tuviera escasos conocimientos en objetos encantados, aún no se sentía listo para revelarle aquella parte oscura de sí mismo, pero en el fondo sabía que no podría mantener aquella imagen inocente por mucho tiempo más.

Los días pasaron más rápido de lo esperado y finalmente el receso invernal llegó a las puertas del castillo. Aquel día se habían marchado casi todos los estudiantes, rumbo a sus hogares, mientras Hermione se encontraba en su habitación terminando de ordenar su armario. Afuera los copos de nieve cubrían el césped y los árboles. Aquel paisaje blanquecino le atraía dulces recuerdos, el olor a chocolate caliente y madera humeante inundaba el castillo. La joven desempolvó su abrigo de piel sintética favorito y su gorro navideño. Una vez lista bajó por las escaleras rumbo al gran comedor.
—Herms, ¿a donde te diriges? ¿Narnia? —comentó Harry cuando su amiga se sentó a la mesa.
—Ja ja ja, ¿acaso no vieron el frío que hace afuera?
—Cariño, eres demasiado friolenta —Draco se acercó a ella y le depositó un beso en la mejilla.
—Mejor vayan abrigandose, quiero salir.
—¿Salir con este clima? ¿Para qué? —Se quejó Ron dándole un trago a su chocolate caliente.
—Podemos hacer muñecos de nieve... —Luna miraba su taza con expresión soñadora mientras hablaba— Y darle de comer a los animalitos del bosque, deben tener frío.
—Me parece un buen plan. —respondió Hermione acariciandole el brazo a su amiga.
—No gracias, yo no salgo. —informó Ron con el ceño fruncido.
—Vamos Weasley, no seas aburrido —Blaise le dió un empujoncito con el codo.
—¿Aburrido yo? Ustedes están locos, ¿acaso quieren morir de hipotermia?
—Ah, encima de aburrido eres exagerado. Ven Harry, tu si sabes como divertirte.
Blaise y Harry tomaron sus trastos sucios y se encaminaron hacia la cocina, Ron los observó alejarse con el gesto vacío. Draco fingió no percatarse de ello, aunque en el fondo se sintió mal por el pelirrojo, más tarde tendría una charla con Blaise sobre su mal comportamiento.
Luego del desayuno el grupo salió al patio del castillo para disfrutar de la nieve. Luna y Hermione se dedicaron a hacer una muñeca de nieve mientras que los muchachos se divertían con una guerra de bolas de nieve. De vez en cuando Hermione se alejaba para observar a su amante jugando como un niño con sus amigos, aquella imagen le arrancaba enormes sonrisas y le aceleraba el pulso. Miró hacia el cielo invernal y cerró los ojos respirando hondo, tomándose un momento para disfrutar de aquel instante antes de que se esfume.

Amor entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora